Por: Álvaro Venegas Sánchez
Alfonso Cepeda Salas, secretario general del SNTE, hizo una apuesta muy alta: afiliar millón y medio de maestros al partido Morena con posibilidades de llegar a cinco millones considerando amigos y familiares. Desde la oposición política y mediática y de las propias filas del sindicato, de inmediato hubo reacciones de inconformidad por el compromiso del dirigente. Comprensibles las cercanas al PRI y al PAN porque saben la ventaja que significó, cuando fueron gobierno federal y en los estados, tener de su lado al sector magisterial. Los enferma que ahora vaya adherirse y sirva a la Cuarta Transformación.
Sería mucho remontarse al origen e historia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Baste recordar que, en los años 70 y hasta 1989, ser maestro y no pertenecer al grupo hegemónico Vanguardia Revolucionaria del SNTE y al poderoso PRI, era casi una contradicción. Maestros, grupos y corrientes sindicales disidentes, que por supuesto había, fueron objeto de persecución y represión de distinta índole: administrativa, social, política, laboral y física. En 1979, en Chiapas, el surgimiento de la CNTE y la muerte de Misael Núñez Acosta, sección 36 del Valle de México, se produjeron justo en ese contexto. El ambiente de cuestionamiento y resistencia frontal al charrismo sindical como fenómeno priista, no favoreció para incorporar masivamente a los maestros al partido del gobierno.
Obvio, no fue porque hubiera resquicios democráticos de la clase gobernante. Lo que sucedía es que, los maestros y organizaciones que desafiaban por dondequiera el autoritarismo del sistema, lo hacían con todo lo que daban sus ideales y convicciones corriendo los riesgos. La lucha democrática de los maestros, incipiente y aislada, sirvió de contención. Ejemplifico rememorando un dato:
Terminaba el sexenio de Luis Echeverría (1970-1976) y el candidato oficial era López Portillo (1976-1982). En el auditorio del casino municipal de Huitzuco de los Figueroa, nos reunieron a los maestros federales y estatales. No hubo cita por escrito, a través de los directores de escuela y anuencia de los inspectores, instruyeron concentrarnos en aquel lugar donde estarían los directores de educación primaria, federal y estatal. Me traiciona la memoria, no recuerdo el nombre del director federal (era de Tixtla), el otro, Timoteo Valle Alcaraz, también de Tixtla. Ambos fueron al grano dando indicaciones para dar el mejor recibimiento al señor candidato del PRI, Licenciado José López Portillo. Debíamos formarnos en la calle principal, gritando porras y sosteniendo con la mano izquierda el libro de texto gratuito; en la derecha llevaríamos pétalos de flor o confeti para arrojarlos al personaje al pasar frente a nosotros.
Pedí la palabra y aunque con dificultades me la concedieron. Cuestioné que nos convocaran para tal fin, me atreví a rechazar la invitación y la obligación de asistir al recibimiento: “porque no pertenezco al PRI”, “es deber de los que son priistas”, grité a falta de micrófono. La asamblea, se descompuso; la mayoría, sin conocerme, también a gritos apoyó mis palabras y empezó abandonar el recinto.
Retomo el hilo. Del 2000 al 2012, fueron dos sexenios panistas y en 2012, regresó el PRI a la presidencia. Por esos años, a inspiración de la maestra Elba Esther Gordillo, emergió del SNTE el proyecto de partido Nueva Alianza (PANAL). Se consolidó abriendo oportunidades para la participación política del magisterio, pero intereses familiares lo trastocaron. A veces, no siempre, hubo éxito en el exhorto-presión para incorporar a Nueva Alianza a trabajadores de la educación. Ejemplifico el punto con otro dato:
En asamblea, el secretario general de la sección 14, luego de exponer e invitar escuchó la respuesta clara y resuelta de uno de los maestros presentes: “compañero, con todo respeto, yo soy del PAN y por lealtad a mi partido no puedo pasarme a Nueva Alianza, discúlpeme”. Y vía su partido llegó el maestro a presidente municipal de Tepecoacuilco y diputado al congreso del estado. Nombre: Antonio Galarza Zavaleta (qep).
Por esta razón inicié calificando de oferta muy alta la que hizo el dirigente nacional del SNTE. Ciertamente, la gran mayoría del magisterio no siente animadversión a Morena; esto es por todo lo que implicó la reforma educativa de Peña Nieto y porque tuvo la esperanza que con López Obrador y ahora con la presidenta Sheinbaum, recupere el status laboral-sindical y resuelva las demandas y exigencias históricas. Pero de ello a que las maestras y los maestros se desborden con entusiasmo y convicción para afiliarse políticamente, ellos y sus familiares, es de dudar. Ya veremos, dijo el ciego.
Iguala, Gro., febrero 24 del 2025