Por: Isidro Bautista Soriano
Más que enjuiciar a Morena por lo que le pasó este fin de semana, sus adversarios, llámense PRI, PRD o PAN, deberían agarrarse por la capacidad de movilización que demostró, concretamente en Guerrero.
A diferencia de sus demás procesos internos, esta vez el músculo fue mayor, desde el primer minuto de su realización.
En lugar de descalificarlo, habrían de comenzar a mirar la viga de su propio ojo y reorganizarse como nunca lo ha hayan hecho, porque visto está que en 2024 la disputa será contra un Sansón, como aquel que luchó y mató solito a mil filisteos en una misma batalla.
Más que en acarreos, compra de votos y otros incidentes, o de buscarle la peor descalificación, habrían de reflexionar en el panal en que Morena se convirtió el sábado y domingo anteriores, como haya sido, y de manera especial en esta entidad federativa.
Sin duda ese tipo de convocatoria no lo desaprovechará para ir por más poder político.
PRI, PRD y PAN deberían poner sus barbas a remojar, porque Morena parece decirles: quítate que ahí te voy.
El PRI tuvo el poder a manos llenas hasta sacarlo por las narices. Lo que tiene —poco o mucho — que lo conserve, porque Morena está dispuesto a ser el pez grande para comerse a los chicos.
La gobernadora Evelyn Salgado Pineda, en entrevista con los medios, aseguró que su administración no tuvo nada que ver con ese proceso de elección efectuada por el partido que la llevó al poder. En ese tenor se expresó también el presidente López Obrador.
Fue apenas una novillada. Imagínense cuando se eche al mero toro al ruedo. Eso seguramente permanecerá reservado para la elección presidencial.
Este fin de semana se vio a un Morena como barco, que, a diferencia del arca de Noé en el que se refugiaron diez personas para sobrevivir al diluvio, ahora quisieron treparse no sólo propios sino extraños —gente ajena, los llamó su dirigente, Mario Delgado—, a los que culpó de los desmanes.
Morena es la marca de moda. A tiempo, en su momento, se la pusieron en la frente los que formaron el PRD, casi todos los que con su bandera llegaron a cargos de legisladores o ediles, y en menor proporción del PRI.
Algunos, los últimos, de ambos partidos, quisieron colarse. Poquitos lo lograron, porque los de casa no quieren compartir el banquete, más que entre ellos mismos, aunque peleen o se desgarren las vestiduras por su trozo.
En realidad, fue sorprendente el desplazamiento de los votantes, pero además la manera de disputa, la cual finalmente no le hará daño. AMLO no baja de puntos ante tantos señalamientos en contra.
Pasó lo contrario por cuanto a la consultas de revocación del mandato, en abril de este año, y a la de llevar a juicio a los ex presidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, en agosto de 2021, al menos en Guerrero.
El llamado a votar, como si se hubiera hecho con el tronar de dedos. Como haya sido, quieren colorear a Guerrero de guinda. Lo dijimos aquí hace unos cinco años, y Morena arrebató al PRI la gubernatura con Salgado Pineda, la más idónea después del papá, Félix Salgado, para alcanzar los votos necesarios.
Mientras en el PRI se manejan dos o tres nombres para ir por los cargos de senadores, en Morena todo mundo ha de querer anotarse. Mientras en el PRI no hay nadie que levante la mano para sustituir en el puesto a la alcaldesa de la capital del estado, Norma Otilia Hernández, en la casa de enfrente ya andan en campaña.
Y esa tendencia se percibe en los demás casos, porque ahora no es la rubia sino la morena que todos quieren. Dice Ricardo Monreal que esto ocurrirá en tanto AMLO esté en el poder.
AMLO hará historia como el líder que ha movido a más masas en México por causa política, y contracorriente, contra todo un sistema político mexicano, que hoy se tiñe de púrpura, como lo estuvo más de siete décadas de tricolor.