DÍA INTERNACIONAL CONTRA EL BULLYING O EL ACOSO ESCOLAR 2024

Por: Alejandra Salgado Romero

“Proteger nuestras escuelas de todas las formas de violencia significa también luchar contra el acoso, que inflige sufrimientos físicos y morales a millones de niños de todo el mundo”
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, 2020

Especialistas han sostenido que siempre ha existido el maltrato y las agresiones entre la población infantil y los/as jóvenes, pero que en los últimos años este problema se ha agravado, trayendo como resultado lamentables consecuencias que pueden marcar para siempre la vida no sólo del o la afectada, sino de su núcleo familiar. Cuando un niño/a o adolescente es agredido/a de manera verbal o física, muestra una serie de comportamientos bastantes característicos, como un bajo rendimiento escolar, síntomas de depresión, baja autoestima y en el peor de los escenarios, el deseo de atentar contra su vida. De acuerdo a estudios realizados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), un alto porcentaje de las y los niños en todo el mundo sufre de acoso escolar: uno/a de cada tres, es víctima de este mal social.
La violencia escolar, lamentablemente, forma parte de la realidad cotidiana de las instituciones educativas. Es un tema que desafortunadamente ha adquirido protagonismo, debido a la frecuencia con que se presenta y a las consecuencias personales, familiares y sociales en que deriva, lo que conlleva aceptar que se trata de un fenómeno cuya complejidad no puede ser analizada con una sola perspectiva, metodología o enfoque. Por todo lo anterior, para entender la violencia escolar, es obligatorio considerar una reflexión colectiva donde se visualicen los factores que la influyen, pero también aquellos que pueden prevenirla. Debemos tener claro que, si sólo se observa la violencia escolar, únicamente se estaría considerando una pequeña parte de un problema mucho más amplio, en otros tipos de violencia se influyen mutuamente. Ortega lo definió como un modelo de relación desigual entre aquellos (as) de quienes se espera una relación igualitaria. Por lo anterior, para comprender la violencia escolar y/o bullying, es preciso conocer el contexto en donde se desarrollan las personas, investigar si han vivido otros tipos de violencia –en su familia de origen o en su comunidad–, determinar si los estereotipos de género que siguen arraigados, entre otros muchos factores.


La violencia escolar, -de acuerdo con lo que se ha concluido por medio de diversas investigaciones-, es un reflejo de la que se vive en otros espacios cercanos. Por ende, resulta necesario trabajar de manera conjunta (profesional, personal, social, cultural), para crear entornos familiares más saludables; además, se requiere de autoridades capacitadas en el tema, comprometidas y fuertes, que garanticen que las normatividades sean puestas en práctica, las leyes sean respetadas y se establezcan medidas más efectivas. Un aspecto relevante siempre será considerar las condiciones de género, ya que aun cuando las desigualdades y prácticas culturales han reproducido situaciones de violencia tanto para mujeres como para hombres, su concepción es diferente y, por lo tanto, nos ha afectado y afecta de diversas formas.


Una buena manera de empezar a combatir la violencia entre pares en el contexto escolar es conocer y relacionarnos afectivamente con niñas, niños y adolescentes… saber distinguir a aquellos/a que pueden haber sufrido directa o indirectamente signos de violencia o haberla visto. Debemos apostar por la prevención, estar atentos/as y actuar ante el primer signo de violencia. Ahora bien, ante algún alumno o alumna violenta, lo mejor es actuar con firmeza pero con afecto, fomentando su integración y nunca su discriminación, ya que esta última sólo sería un motivo más para intensificar su violencia. Debemos cuidar todos los espacios dentro de nuestras escuelas, y estar pendientes e incidir en los espacios familiares y sociales de nuestro alumnado, pues la violencia en el ámbito escolar no genera únicamente daños en ese espacio, sino que trasciende y determina, -por mucho-, limitantes para el progreso de la sociedad.


Se tiene la creencia errónea de que cuando un niño/a es víctima de maltrato, la experiencia lo hará más fuerte, haciendo posible enfrentar circunstancias más difíciles en su vida adulta y nada más alejado de la realidad, pues está demostrado que estos niños/as y jóvenes, una vez que crecen, son personas inseguras, a las que les costará poder tener una vida sana para relacionarse con otras personas, en todos sus ámbitos de vida, debido a que, -para ellos/as-, la violencia forma parte natural del comportamiento humano y atraerán a sus vidas personas maltratadoras, que les mantendrán de forma permanente en un círculo vicioso, ya que repetirán esas mismas conductas.


En nuestro país contamos con leyes para prevenir y erradicar el acoso escolar o bullyng, dentro de las que se contemplan directrices para elaborar planes de intervención, marcando claramente las obligaciones y competencias de las autoridades y sanciones al personal docente y no docente, en caso de incumplimiento. Pero hace falta mucho más, por lo que, en el marco de la conmemoración de esta Día Internacional, resulta de vital importancia crear conciencia desde el hogar y las escuelas para que este flagelo acabe definitivamente, pues no podemos, ni debemos, ser indiferentes ante una problemática que afecta a miles de niños/as y jóvenes alrededor del mundo.


Les deseo una semana excelente y agradezco sus aportaciones y/u opiniones a través del correo alexaig1701@live.com.mx.

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