Por: Edelmiro Castro Sedano
Tuve la fortuna de haber sido testigo del devenir de la mayor parte de la vida de mi ciudad: desde el silbato del tren todas las tardes hasta su desmantelamiento en los años postreros del zedillismo, del crecimiento poblacional con lo que posteriormente sería la colonia 24 de febrero, de la erección de un obelisco inútil al final de la avenida Bandera Nacional, de la apertura de lo que ahora es el boulevard, de la construcción del estadio y del corral de toros, de la desaparición del campo aéreo para construir la secundaria 2, el hospital del Issste, etc., la llegada de nuevas marcas automovilísticas, la desaparición de Aerovías del sur, la proliferación de asentamientos irregulares por vía de invasión, el predominio y retiro del aire de una estación radio difusora y la aparición de las estaciones de frecuencia FM, la desaparición de las gasolinerías céntricas y su traslado a la periferia de la ciudad, de la construcción del mercado municipal así como de la central camionera y la apertura de varias calles. La desaparición del terreno de cultivo en torno a la ciudad para dar paso a la urbanización. El crecimiento desmesurado de la ciudad por obra y gracia de las colonias y asentamientos ilegales, convirtiéndola en la Meca de los líderes “sociales”, prófugos de la justicia y vividores de todo, trabajadores de nada
Vi las modificaciones realizadas al Jardín Juárez por los años 50 y de los 70, la construcción del edificio de la secundaria ESPI. Vi la apertura y la pavimentación de la calle Luis Gonzaga Vieyra y otras más del centro de la ciudad. Soy testigo del cambio o desaparición de casas comerciales renombradas, vi las salas cinematográficas que se agregaron a las ya existentes, todas desaparecidas por obra y gracias a los adelantos en la materia. En fin, doy testimonio de casi todo lo sucedido en la última mitad del siglo pasado y la casi cuarta parte del siglo 21 en curso en esta mi Iguala amada.
Ahora tenemos la oportunidad de presenciar la cristalización de los sueños y esfuerzos de un grupo de distinguidos igualtecos que se avocaron a la tarea de celebrar dignamente el segundo centenario del Plan de Iguala y la confección de nuestro Lábaro Patrio, para ello consiguieron la autorización de la Presidencia de la República para la remodelación del primer cuadro de la Ciudad cuyos trabajos se encuentran en proceso, mismos que en lo que respecta a la flora desértica que están aplicando los constructores, no concuerdan con la predominante en nuestro medio y tal cual deben seguir conforme a los antecedentes que se tienen de nuestro parques y jardines cuya flora es exuberante tipo tropical.
Tal vez un despistado empleado de la 4T sea de Sonora y desee replicar su añorado personal medio ambiente con cactus, órganos, saguaros, bisnagas, mezquites, huizaches, agaves y nopales, todo opuesto totalmente al nuestro medio ambiente. Si no lo es, resulta peor.
Deseable será que se informen quienes llevan la obra, no vaya a resultar que tiren los árboles existentes y quieran poblar de mezquites, saguaros y agaves y se propongan filmar una película del viejo oeste con un ridículo político local de pacotilla.
Convoco a los igualtecos a protestar ante el presidente municipal por este desatino, por decir algo.
Hagamos que nuestra ciudad sea verdaderamente inIGUALAble.