Vicky Barrios
Iguala, Gro. No se tiene registro desde qué fecha se celebra en Iguala el Día de Muertos, sin embargo, la ciudad mantiene esa herencia mexicana con un toque particular y original con la representación de las llamadas tumbas.


La tumba es un homenaje póstumo de amor y fe para los católicos y para recordar a su ser querido se realiza una representación gráfica de su muerte o de cómo vivió.


Cada hogar convierte su sala en una entrada principal a una gigantesca maqueta del lugar en el que ocurrió el deceso, ya sea por muerte natural, accidente o también puede ser representado su oficio o profesión.


Se coloca la fotografía, su biografía, un pasaje bíblico y algunos objetos o utensilios personales que utilizaba para desarrollar su oficio o profesión. 


Colocan de forma paralela un altar con la foto del difunto, pan, veladora, agua, bendita, flores, de preferencia cempasúchil, y colocan un sahumerio con incienso y copal, es decir, la ofrenda debe contener los cuatro elementos que son: agua, aire, tierra y fuego. También se coloca su comida, fruta y bebida preferida.


Miles de familias esperan en el día 1o. de noviembre la llegada de sus fieles difuntos desde la tarde y hasta las 12 de la medianoche, según marca la tradición es la hora que se abren las puertas del cielo y los difuntos obtienen permiso para visitar a sus familias y deben de regresar antes de que amanezca.


Sentimientos encontrados, se reflejan en los rostros de quienes elaboran las tumbas y ofrendas; añoranza, esperanza, tristeza, dolor y al mismo tiempo alegría, porque la fe les dice que sentirán su presencia y algunos aseguran, los verán de nuevo.

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