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Estados Unidos. La estabilidad de la Antártida y la cantidad de hielo que se desplaza hacia las costas de ese continente está en riesgo por el cambio climático, advirtieron expertos.
La semana pasada, fueron divulgadas las imágenes del desprendimiento de un cuerpo gigante de hielo de la plataforma Brunt, en la Antártida.
Este cuerpo de agua congelada tiene una superficie de unos mil 550 kilómetros cuadrados, el equivalente a la superficie de Londres.
Este evento ocurrió cuando la grieta Chasm-1 se extendió por toda la plataforma y sucedió diez años después de que los científicos del instituto British Antarctic Survey alertaron del crecimiento de grietas en el hielo, de acuerdo con National Geographic.
Fabrice Lambert, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, explicó que este desprendimiento se trata de un fenómeno natural en el continente del extremo sur del planeta.
Estos acontecimientos generan efectos tanto negativos como positivos para esta zona.
Por un lado, en el hielo de la Antártida no sólo hay agua, hay nutrientes, hay minerales, hay polvo, nutrientes que pueden favorecer a los seres de la zona.
«Cuando se derriten estos icebergs, hay nutrientes que salen en el agua y que pueden entonces ser útiles para el fitoplancton, las pequeñas algas que están en el agua, estos seres pueden ocupar estos nutrientes, pues para crecer necesitan no solamente agua”, explicó a Excélsior el experto en asuntos climáticos.
Sin embargo, el efecto negativo ocurre cuando se cambia el nivel de salinidad del agua, pues estos microorganismos están adaptados a cierto nivel.
Los icebergs son masas gigantescas de agua dulce y al desplazarse hacia el norte y tener contacto con el agua salada de los océanos se modifica la salinidad de los cuerpos de agua, agregó Lambert.
Se trata de un proceso conocido como freshening, cuyos efectos aún están bajo investigación.