“…Tú me hiciste en el vientre de mi madre…” -Salmos 139:13-

Por: José Eduardo Cruz Carbajal


Iguala, Guerrero, Noviembre 16.- ¡Perdóname mamá! Llegue antes de lo previsto, sé que cambie tu mundo y el de mi papá también, quizá hayas tenido que dejar por unos días o por más tiempo a mis hermanitos para cuidar de mí en el hospital, no fue mi intensión, solo sucedió, es algo que ni tú ni yo podemos controlar, mi llegada a tu vida debió haber hecho pedazos todo tu rompecabezas, nuevamente te pido perdón, no era mi intención ponerte en semejante aprieto.


Seguramente estás pasando varios días en el hospital cuidando de mí, medio duermes, medio comes, medio tomas agua, medio descansas… todo lo vives en una constante incertidumbre y tristeza. Papá quizá te acompaña, o quizá no, pues debe ir a trabajar, quizá tú también has dejado tu trabajo y tus labores en casa, quizá mis abuelitos te ayudan cuidando de mis hermanos, quizá todo esto esté pasando y te sientas acompañada en esta crisis, o quizá solo estemos tú y yo viviendo la incertidumbre, no lo sé, ya que no nos podemos ver, pero yo sí puedo sentirlo todo.


Siento tu tristeza, siento tu enojo, siento tu frustración, percibo cuando te sientes incomprendida por los médicos, cuando te estresa conseguir mis medicinas o lograr que me hagan algún estudio que es necesario, percibo tus muchas preguntas con pocas respuestas cuando el médico te dice que mi pronóstico es incierto, que estoy entre la vida y la muerte, que quizá viviré unos meses, o unos años, que necesitare atención médica continua, o que viviré con una discapacidad.


Lloras mucho, lloras en soledad, o lloras acompañada, sé que si pudieras darías tu vida por mí, pero eso no es posible, ¡Solo quiero tu compañía! ¡Solo quiero tu amor! No necesito nada más, ¡Cárgame, háblame, necesito oír tu voz! Podemos salir juntos del hospital y enfrentar la vida, pero también sé que puedes salir con mi cuerpo sin vida. Mi cuerpo es pequeño y frágil, sinceramente no puedo hacer mucho por mí, esa es la verdad. No entiendo por qué los médicos te dicen que todo depende de mí, cuando yo estoy sujeto a lo que ellos deciden.


Mi destino puede ser un milagro de Dios, una vida complicada, o, la muerte, ante cualquiera de esas posibilidades ni tú, ni yo podemos elegir, solo asumirlas tal como son. Sé que estás haciendo lo mejor que puedes con lo que tienes al alcance, mami, no eres culpable de nada, todo lo que haces por mí, lo haces en nombre del amor, y el amor siempre gana, solo quiero pedirte una cosa: ¡Ámame y acompáñame, quédate conmigo hasta el final!

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