Por: Álvaro Venegas Sánchez

El origen de los trastornos y padecimientos de México data de tiempo atrás. Fraudes electorales, impunidad y promesas de cambio con justicia incumplidas, pusieron a prueba paciencia y resistencia del cuerpo social. Salinas de Gortari en 1988 y Felipe Calderón en 2006, pasando por el tragicómico periodo de Vicente Fox y el novelesco sexenio de Peña Nieto, crearon condiciones inmejorables para que los mexicanos en la elección del 2018 decidieran experimentar con López Obrador, un luchador social persistente y excandidato con propuestas y visión de estado, de Morena, un partido político nuevo con escasa estructura a nivel nacional.

El triunfo fue inobjetable y el respaldo popular se ve y siente desde el primer día de gobierno. No está exento de embates, pero estos provienen de entes y personajes que prohijaron regímenes de corrupción y privilegios en beneficio de la minoría; que no entienden ni aceptan la nueva realidad. Al transitar ahora el cuarto año de gestión con más glorias que penas, es imposible enumerar y detallar en una cuartilla hechos y políticas que perjudicaron al pueblo durante varios sexenios. Sin embargo, bosquejaré algunas que no habrían ocurrido si, del 2007 al 2012, hubiese gobernado AMLO en lugar del ilegítimo Calderón Hinojosa. Veamos por qué:

Andrés Manuel López Obrador, Jamás se le habría ocurrido ponerse uniforme militar y declarar la guerra al narcotráfico. La actual estrategia, atacar las causas que generan violencia y apoyar a los jóvenes, aplicada entonces, sin duda habría evitado la tragedia que propició el uso de la fuerza y las fuerzas armadas, queriendo apagar el fuego con más fuego. No habría concesionado el territorio nacional para la explotación minera y mucho menos, al terminar el mandato, Iberdrola le hubiera empleo en recompensa de favores. Tampoco tendría razón para modificar, en los últimos minutos de presidente, el reglamento militar para asignarse más de 400 efectivos del ejército para seguridad personal y familiar.

La Ley del ISSSTE, reformada en 2007, no habría establecido la individualización de las cuentas de ahorro para el retiro ni la administración a través de PENSIONISSSTE; tampoco habrían aumentado la edad para jubilación a los trabajadores del Estado, 48 a 58 años para mujeres y de 50 a 60 años para hombres. La Compañía de Luz y Fuerza ni el SME habrían sido intervenidos con violencia. Por demás, desde ese tiempo, habría acabado la abusiva e insultante condonación de impuestos a los poderosos y la deuda pública no habría incrementado a cinco billones.

Contrario a tentaciones de reelección, del 2013 al 2018, en lugar de Enrique Peña Nieto habría ocupado la presidencia alguien del PRD, Morena no existía en 2012, para consolidar las políticas. Como no fue así, continuó la estrategia de seguridad de Calderón y la misma visión de gobernar en todo lo demás. Sin más diferencia que las siglas del nombre del partido. El PRI, después de 12 años del PAN, había recuperado el poder presidencial.

El sexenio peñista lo distinguieron notas sobre escándalos de corrupción. Desde la boda religiosa con Angélica Rivera, luego la Casa Blanca, la espectacular fuga de El chapo, la verdad histórica de Murillo Karam, la llamada Estafa Maestra, hasta el asunto Odebrecht con revelaciones de Emilio Lozoya. No fue todo. Habría que hacer memoria y recordar el vistoso acto para presentar el “Pacto por México”. ¿Qué tanto dijeron e hicieron los protagonistas aliados desde entonces para justificar y aprobar las reformas estructurales?

La reforma energética se tradujo en gasolinazos. La reforma educativa no fue tal. Eso sí, desprestigió la educación pública y al magisterio para cancelarle derechos; condicionando la permanencia en el trabajo al resultado de evaluaciones periódicas y anulando la bilateralidad del SNTE frente a la SEP; como muestra de desprecio a la interlocución de la organización sindical para defender los derechos de los trabajadores de la educación.

Al cumplir cuatro años el gobierno federal el balance, a juicio de la mayoría de los ciudadanos, es satisfactorio. Claro, la oposición política tiene otra percepción. Para ella México vive en la desgracia como nunca antes. Fieles a sus principios y acuerdos, no quieren ni reconocerán lo que este gobierno ha logrado hacer en poco tiempo en bien de los excluidos de siempre. Da escalofrío imaginar que, en vez de AMLO, estuviera en Los Pinos, Ricardo Anaya o Antonio Meade. No habría AIFA, refinería Dos Bocas ni proyecto Tren Maya, menos becas a estudiantes y pensión para adultos mayores. La deuda pública, Peña la dejó en diez billones, habría incrementado; continuaría la condonación de impuestos, los moches, la impunidad, la pandemia habría sido estupendo negocio en medicinas, etc., AMLO estaría retirado después de tres intentos y el PAN, PRI y PRD estarían en la gloria.

Iguala, Gro., julio 11 del 2022.

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