Sector 7

Jul 27, 2024

La pinche gente

Por: José I. Delgado Bahena

Hace unos meses leí un texto que escribió José Emilio Pacheco en el que reflexionaba sobre el uso de la palabra “pinche” en nuestro idioma. Al leerlo, me llevó a pensar y a concluir en una gran verdad: las palabras adquieren un valor y una connotación gracias al uso que la misma gente le da; es decir: el tono y la interpretación de ese tono depende de quién las diga, cómo las diga y la interpretación que el oyente les dé. Entonces, las inofensivas palabras en una boca, pueden volverse agresivas en otra.
José Emilio Pacheco, nos cuenta que: “En octubre de 2013, más de 200 expertos se reunieron en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, en Panamá. En ese marco, el periódico «El País» solicitó a veinte escritores del mundo hispanohablante que contribuyeran a crear un Atlas sonoro de las palabras más autóctonas del español.
Entonces, narradores, poetas y ensayistas eligieron el vocablo que consideraron el reflejo más fiel de su país para que los internautas continuaran con sus propuestas en el blog «Papeles perdidos».”
¿Cuál creen que eligió José Emilio Pacheco? Él seleccionó la palabra “pinche” como vocablo representativo de México.
Pero bueno, recordemos que la primera acepción que el diccionario ofrece de la palabra “pinche” es: ayudante del cocinero. Sin embargo, honestamente, rara vez la usamos con ese significado. No llegamos a un restaurante y solicitamos la presencia del pinche para encargarle la cocción de nuestros alimentos, por ejemplo. Es más, creo que ni “cocinero” se usa ahora. Lo más usual es referirnos al chef, aunque, a decir verdad, tampoco son netamente sinónimos chef y cocinero, ya que un cocinero es aquel que se dedica a la preparación de alimentos, siguiendo recetas y técnicas establecidas; en cambio, un chef, va más allá de la mera preparación de platos y se destaca por su creatividad, liderazgo y capacidad de innovación en la cocina.
Pero, volviendo a la palabra “Pinche”, es común encontrar su uso en expresiones muy diversas, la mayoría de ellas con un sentido peyorativo. Decimos: me mordió el pinche perro, esta pinche vida que llevo, estalló la pinche guerra, vino mi pinche suegra, los pinches delanteros no metieron ni un gol, el pinche velador se durmió, me cayó la pinche diabetes, ya no alcanza el pinche dinero, te quedó muy salada la pinche comida, qué pinche suerte me cargo, no encuentro las pinches llaves, etc, etc, etc. Es como si descargáramos un coraje, una frustración, una molestia o una decepción con toda nuestra energía a través de esa palabra; pero la expresión que proyecta mayor agresividad es la de “Hijo de tu pinche madre”.
José Emilio Pacheco establece grados y amplificaciones en su uso: “Esa novela me pareció un poco pinche.” “El racismo es una actitud pinchísima.” Y hay veces que puede ser un sustantivo inapelable: “No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche.”
Mi amigo, el poeta Salvador Romero, con frecuencia expresa: “Estoy muy empinchado”. Entiendo que está encabronado, enojado, molesto.
Creo, como dice el título de la columna, que ocurre lo mismo con todos los modismos, regionalismos, anglicismos, galicismos, etc, que aparecen en nuestro idioma: gracias al uso de la gente. Alguien la dice, otro la repite, se le halla un gusto, un saborcito, una aplicación solemne para desahogar una emoción, y se convierte en palabra de uso común e, incluso, la RAE la registra como correcta.
Hay que reconocer que, en México, somos muy prolíficos para crear palabras que nos ayuden a darle expresividad a lo que decimos en situaciones realmente espontáneas. No puedo asegurar la paternidad, pero me atrevería a firmar la autoridad para decir que aquí “inventamos” vocablos como: chingar, güey, cabrón y, por supuesto, pinche.
José Emilio Pacheco termina su texto sobre “pinche”, diciendo que: “Si el uso está restringido a México, resulta algo anecdótico e insignificante frente al hecho de que, a diferencia de tantos otros idiomas, quinientos millones de personas podamos entendernos en nuestra lengua materna. Es una “pinche” desgracia que muy pocas veces tengamos conciencia de este prodigio.”

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