La denuncia en la poesía

Por: José I. Delgado Bahena

Seguramente, usted que es mi lector, conoce el nombre, o el poema, de nuestra querida poeta Catalina Pastrana, que se titula: “Agua que huele a resinas”. Y si usted también es amante de la poesía, no dudo de que conocerá el contenido de esta maravillosa creación poética de quien es, y seguirá siendo, un ícono de la poesía igualteca; leída y declamada en grandes foros de diversas partes de México.


Lo aludo ahora por los tiempos que estamos viviendo en todo el país, y porque en los foros donde los candidatos se presentan, se desviven en ofrecer el oro y la plata, si es que ellos ganan las elecciones. Claro está que, además de las descalificaciones que hacen, al grado de llamarse corruptos y narcocandidatos, son de un debate de muy bajo nivel, tan bajo, que le restan credibilidad a sus propuestas.


Pero, bueno, regresando al poema, recordemos que, Catalina Pastrana, en sus versos, lanza un clamor, un reclamo, una llamada a la reflexión por el actuar de los políticos que se presentan ante el pueblo como los grandes justicieros que habrán de llevar bienestar a la ciudadanía y les resolverán sus necesidades; pero solo se les ve cuando andan en campaña, después se olvidan de visitar a quienes depositaron su confianza en ellos y los tienen en la misma situación de hambre y de injusticia social.


“Tienen sed de justicia tus anhelos inciertos,/ tienen sed de esperanzas hasta los mismos muertos;/ y la justicia comodina y ciega,/ va arrastrando en hilangos la codicia.”


Desde luego, por la efervescencia política en la que nos encontramos, los versos de la poeta toman fuerza y se sitúan con vigencia absoluta, advirtiendo que las promesas, los compromisos, los proyectos, los planes que, desde siempre, llevan a la gente los candidatos, amenazan en quedarse en solo eso: promesas.


“Yo no quiero escuchar palabras enmieladas,/ yo conozco una sola, una sola palabra sin poesía/ que es parte de mi cuerpo y de mi sangre,/ una sola palabra carcomida,/ y no la digas poeta… ¡es mi hambre!”
Hace muchos años que Catalina escribiera estos versos y sus palabras flotan sobre nuestras cabezas y nuestras conciencias por las condiciones de vida que siguen teniendo muchos grupos de personas que subsisten, apenas, con lo indispensable.


“En el tiempo del tiempo/ llegan a este pueblo los hombres del partido/ alborotando gente,/ quieren que todo el pueblo, en un solo estallido,/ aumente más el triunfo del hombre prometido./ Y en toda esa alegría del aplauso candente,/ la tristeza se esconde, y tiene fiesta mi pueblo/ fiesta para los perros y fiesta para mi gente.”


Conceptos que están vigentes y nos ubican en una realidad, cuando vemos que los candidatos llegan a las colonias populares a promover el voto para su partido; llegan con “bombo y platillo”, derramando ostentación de recursos, con grandes sonrisas, saludando de mano… y la gente los recibe con fanfarrias y algunos hasta con banda musical. En gran fiesta se convierte la llegada de los candidatos, aplaudidos, vitoreados, aclamados como los grandes gestores y redentores de la patria. Llegan en sus lujosas camionetas a estrechar la mano del campesino, del albañil, del obrero, de la ama de casa, a solicitarle su voto de confianza de que, ahora sí, con ellos, les irá mejor.
“Al volver hoy a mi pueblo,/ me encontré con esos hombres del poderoso partido;/ han traído las promesas que ya no tienen sentido./ ¡Han puesto ya la tribuna sobre el tronco de un capiro,/ y han colgado los papeles que siempre dicen lo mismo!/ ¡Escuchen… Sí… están diciendo lo mismo!/ ¡No han cambiado sus palabras que jamás he comprendido!/ ¡Es la misma cantaleta y siempre el mismo estribillo!”
Versos que son dolor, que son verdades, que son escenas de una película que hemos visto muchas veces. Es una llaga abierta el poema de Catalina Pastrana, el cual les invito a leerlo completo.

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