Sector 7

Jul 30, 2022

Por: José I. Delgado Bahena

¿En peligro de extinción?

Hace unos días leí, en una publicación del Facebook, que un personaje de la política había gestionado la creación de cuatro bibliotecas en Iguala. Por supuesto, la información me llenó de emoción y de inmediato me puse a imaginar, y a soñar, sobre la efervescencia cultural que se venía para nuestro municipio y, desde luego, yo, apoyando en lo que fuera necesario para darles vida a esos espacios.

Sin embargo, fue muy lamentable leer los comentarios que dejaron muchos de los seguidores de la página donde pareció la publicación. Créame: ocho de cada diez opinaba que era un recurso tirado a la basura, que ya nadie lee libros y que mejor pusieran internet gratuito.

Mis pensamientos, que andaban en las nubes, descendieron tan estrepitosamente, que me invadió un ruido ensordecedor al imaginar que quienes hacían dichos comentarios no habían tomado al menos un libro en su vida. Olvidan que si tienen algo de cultura es gracias a los libros y que si alguna vez disfrutaron de una novela, de algún libro de cuentos o de los poemas de Bécquer, Sor Juana, Manuel Acuña, por nombrar a algunos, debieran agradecer el que se vuelva a tener la oportunidad de acercarse a los libros.

Fíjese que viví en la Ciudad de México y usaba el metro como medio de transporte para mi centro de trabajo; entonces el teléfono celular no se había adueñado de nuestras vidas y era común ver a varias personas leyendo hasta de pie mientras hacían su viaje. A muchos de mi generación nos tocó estar en la cola del banco, o en la sala de espera de un hospital, con un libro entre las manos, y a veces leíamos hasta caminando.

Yo sigo creyendo en el libro objeto, por eso no he aceptado las invitaciones y sugerencias que me han hecho para que venda mis libros a través de internet, en forma digital. Gracias a Dios muchos más amigos míos confían que los lectores están vigentes y aún hay esperanza de que superemos la fiebre del celular.

Es que… mire… le voy a nombrar a algunos de los escritores de Iguala que, además de mí, siguen escribiendo para publicar EN LIBROS sus textos literarios: Lupita Ayala, Salvador Romero, Bony Chávez, Mar Arzate, Osvelia Álvarez, Hermes Castañeda, Joaquín Martínez, Dan Rosendo, Juan Arellano, Guadalupe Calles, Gabriel Hernández, Gonzalo Barrios, Lehi Axel Jaimes, Everardo Martínez, Antonio León, Ireri Serrano, Luis Luna, Azael Camiña, Luis Cariño, Florencio Benítez, Guillermo de la Cruz, Lety Márquez, Marlenis Ocampo, Cristhian Alvarado y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar a las maestras Constantina Parra y Sol Manzanares (EPD).

¿Somos muchos? ¿No se imaginaba que hubiera tantos escritores en nuestra región? La verdad me faltó mencionar de otros municipios. Con excepción de Bony Chávez, quien es originario de Tepecoacuilco, los demás somos del municipio de Iguala. Incluso, creo que se me escaparon algunos nombres.

Es cierto que los lectores de libros han ido a la baja, en cuanto a cantidad; tal vez, por eso, los autores prefieren hacer ediciones limitadas a cien o doscientos ejemplares; pero también es cierto que nuestra convicción será seguir creyendo en EL LIBRO COMO OBJETO, aunque parezca que está EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.

De manera que, si es cierto lo de las bibliotecas, ojalá que designen a directores activos, como lo fue la maestra Guadalupe Bautista en la de la Alameda, que organizaba diversas actividades para atraer a los lectores.

Pero, bueno, yo no me voy a quedar atrás. En mi pueblo, El Tomatal, estoy implementando unos espacios para abrir ahí una LIBRERÍA DE PRÉSTAMO; es decir: pondré a disposición de quienes quieran iniciar o continuar siendo lectores de libros, todo el acervo de mi biblioteca personal. Prestaré mis libros DE MANERA GRATUITA y sin mayores condiciones a quienes se interesen en algún libro, sean de mi pueblo o no. Tengo como doscientos títulos diferentes, además de que hasta este día se han acercado cinco personas a ofrecerme paquetes de libros en donación, sabiendo, claro está, que se trata de una labor SIN FINES DE LUCRO.

En la próxima entrega de esta columna daré mayores detalles y agradeceré a quienes nos han donado ya cerca de cincuenta libros.

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