¿Usted qué hace?

Por: José I. Delgado Bahena

Lo que son las cosas: cuando me presentan en público, pido que lo hagan como escritor, y no como profesor, porque digo que ya no lo soy. Pero lo digo con convencimiento de que mi distancia de las aulas me señala otras rutas, y el regreso lo hago solo para leer ante los niños y jóvenes buscando la promoción de la lectura.

Sin embargo, hace unos días, cuando revisaba una tarea de mi nieta, advertí que había omitido la tilde en algunas palabras que escribió con mayúsculas; al escuchar mi yerno que comentaba sobre la necesaria corrección, la trató de defender argumentando que en las mayúsculas no se colocaba el acento.

Entonces, después de varios ejemplos que les puse, como si estuviera ante mis alumnos, atraje la obligatoriedad que la RAE impone para acentuar con tilde todas las palabras que, de acuerdo con la regla ortográfica, deban llevarla.

Entre otras explicaciones que les di es que, efectivamente, se dispensaba la tilde en documentos impresos por la falla técnica que había en las máquinas impresoras como en las de escribir, de manera que no era obligatoria; pero, como en la actualidad ya no existe impedimento, hay que hacerlo.

Es que, mire: la regla es sencilla. Se acentúan todas las palabras agudas que terminan en n, s o en vocal: PADRÓN, JESÚS, PERÚ. Se acentúan todas las graves que no terminen en n, s o en vocal: ÉDGAR, ÁNGEL, MÁRQUEZ; así mismo, se acentúan TODAS las palabras esdrújulas y sobreesdrújulas: ANGÉLICA, EURÍPIDES, LLÉVATELO.

Desde luego, como en toda regla, hay excepciones. Se usa el acento diacrítico para diferenciar el significado de la palabra, independientemente de la regla: AÚN y AUN; el enfático, cuando le damos un tono distinto: ¡CÓMO!, ¿CÓMO? y cuando destruiremos un diptongo (hiato): DÍ-A.

Pero, bueno, no era mi intención dar una clase porque, además, tal vez hayan cambiado las reglas, como ocurrió en 2012, cuando la RAE autorizó a dejar de escribir acento en los pronombres demostrativos y en los monosílabos, así como en otras palabras que antes era obligatorio hacerlo.

Lo que me interesa es reflexionar en que, aún sin ser necesario; porque ANGELICA, sin tilde, no la vamos a pronunciar como ANGELÍCA, que así sonaría sin tilde, por parecer palabra grave, pero creo que por precisión en nuestros nombres y apellidos debería aparecer la tilde en todos nuestros documentos; esto porque en los nombres, sobre todo, de pronto aparecen algunos que no son tan comunes; por ejemplo, mi nieta se llama SARALI, y en ocasiones oigo que la nombran como SARALÍ, como si tuviera tilde. Por eso creo en la necesidad de acostumbrarnos a pronunciar las palabras de acuerdo a como estén escritas, ateniéndonos, pues, a las reglas ortográficas.

Lo ideal, entonces, es que empecemos por la parte oficial y que las actas de nacimiento, curps, y otros documentos, como la credencial del INE, vengan con esta corrección; para la cual, de antemano, me disculpo, si es que ya lo hacen.

Hay que hacerlo, por decencia, por elegancia, por respeto, por precisión. Hay que escribir tilde en todas las palabras que deban llevarla y dejar de justificar nuestra flojera ortográfica con la excusa de “las mayúsculas no se acentúan”.

Antes de despedirme, quiero felicitar al comité organizador del Festival Cultural Yohuala, por la programación que ofreció a quienes estamos esperando estos días en los que conmemoramos la fundación de nuestra ciudad. La verdad estuvo de lujo. Muchas gracias por la invitación que nos hicieron a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la cual me honro en presidir.

También agradezco a la escuela Ignacio Manuel Altamirano, de mi pueblo, El Tomatal, por la invitación que me hicieron para ir a leerles cuentos a un grupo de tercer grado. Así mismo, al CECyTE de Iguala. Fue muy agradable estar con los niños y jóvenes promoviendo la lectura. Ojalá que hubiera más docentes con estas iniciativas.

Comparte en: