Cambio de estafeta

Por: José I. Delgado Bahena

Durante estos últimos días de junio se llevaron a cabo los cambios de representantes de la autoridad municipal en cada una de las colonias y de las comunidades rurales, al menos en Iguala. Lo supe porque vi la publicación de la convocatoria para elegir delegados y porque en mi pueblo se efectuó el relevo de persona que fungirá como comisario (a) municipal por los siguientes trescientos sesenta y cinco días.
La verdad, creo que solamente cambian los nombres, porque, por lo que he observado, las acciones y los compromisos con las comunidades son los mismos.
Es que, mire: lamentablemente, los pueblos y las colonias se siguen visualizando como cotos de poder; es decir: el partido que gobierna, o los partidos políticos que aspiran a ganar adeptos, buscan acercamiento con la gente solo para mantener el contacto y preservar, o aumentar, el número de seguidores para que, en su momento, tengan seguros un cierto número de votos.
Entonces, ya en funciones, el comisario, o delegado, busca a quien le prometió apoyo para su comunidad y pues, bueno, una obrita por aquí, algo de dinero para las fiestas y ya, se tiene contenta a la gente; sin embargo, es bueno reflexionar sobre lo verdaderamente importante que debe ser la función de un representante popular para que organice, planee y ejecute, junto con su equipo de trabajo, acciones que realmente impacten en beneficio de la comunidad, de toda la comunidad…
Ya lo he comentado en otras ocasiones y no me cansaré de repetirlo: hacen falta otras cosas más importantes que las obras materiales. Es necesario fijar la atención en los reclamos de los niños y jóvenes, sobre todo, para que haya más desarrollo en el deporte, en las artes, en los oficios… No basta un torneo veraniego; el deporte y la ejercitación tienen que ser constantes y permanentes. Debe haber instructores de futbol, basquetbol, volibol y atletismo, al menos. También se deben implementar cursos y talleres de guitarra, de canto, de teatro, de pintura, de danza folclórica, de manualidades, de redacción, de declamación, etc.
¿Se imagina que en cada colonia y en cada pueblo se desarrollaran proyectos que involucren a la gente en estas dinámicas que mantengan a la gente, en sus ratos libres, aprendiendo a cantar, a pintar, a escribir cuentos o poesía? Al finalizar cada curso se podría montar una exposición o presentar un recital para mostrar los logros obtenidos.
Claro que hay que pensar en los recursos materiales, económicos y humanos. Con voluntad, todo se resuelve. Los gobiernos federal, estatal y municipal, lanzan convocatorias para presentar proyectos; pero, al final, si la instancia oficial no orienta de manera oportuna estas iniciativas, entonces, las autoridades de las mismas colonias y de los pueblos pueden invitar a los que saben para que sean instructores. En cada lugar siempre habrá un espacio que se puede aprovechar. Si la comunidad se une, cada quien puede aportar un mueble, pintura, papel, lápices, lo necesario para empezar y después se pueden organizar rifas o kermeses para obtener fondos que sirvan para la adquisición de lo que se necesite.
Lo lamentable es que estamos acostumbrados a solo extender la mano para que papá gobierno nos dé, y si no nos dan, nos quedamos igual.
Ya sé que, usted que me lee, dirá: ¿Por qué no lo haces en tu pueblo? Con todo respeto, le respondería que no soy autoridad. Sin embargo, le comento que estoy preparando unos locales que servirán como biblioteca de préstamo gratuito. Es decir: quien quiera leer algún ejemplar de los que tendré a disposición para los habitantes de Tomatal, se los prestaré con mucho gusto. Espero inaugurarla a mediados de agosto de este año. Aceptaré donaciones de libros por si alguien de mis lectores desea apoyar.
Pero, bueno, todo esto son solo reflexiones; porque comisarios entran y salen y solo cumplen con gestionar alguna obra y organizar las fiestas del pueblo, y se olvidan de acciones elementales para el crecimiento y desarrollo armónico de los individuos.
No sé si algún día podré ver esta efervescencia cultural, pero no pierdo la esperanza.

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