Sembrar en tierra sedienta

Por: José I. Delgado Bahena

Tengo un sueño: que el arte y la cultura se desparramen, como un fuerte aguacero, sobre las comunidades rurales y en las colonias de las periferias de las ciudades, donde el desarrollo de las habilidades para la práctica de las disciplinas artísticas es nulo, o, si acaso, deficiente.

Por supuesto que estas acciones tendrían que venir desde los gobiernos, ya sea municipales, estatales o federales; con recursos que sean suficientes para cubrir las necesidades materiales y humanas; es decir: que se abran casas de cultura, se paguen instructores, maestros o talleristas y se proporcionen instrumentos, pinturas, pinceles, cuadernos, etc.

Sé muy bien que el gobierno federal, al menos, ha implementado algunos programas que tienen el propósito de despertar el interés por las artes, como los Semilleros Creativos, que van dirigidos a niños y jóvenes, principalmente, de poblaciones que se encuentran señaladas como de alto riesgo o que se ubican en zonas marginadas. Es bueno. Me alegra, más que nada, porque no ha sido solo una ocurrencia, sino que es un plan de rescate que lleva varios años y tiene un seguimiento preciso en los lugares donde se ha dejado huella, para “fertilizar” lo que se ha cultivado, en la búsqueda de nuevos frutos.

Sin embargo, acciones como Semilleros Creativos, que representan un buen logro, con una noble intención, no bastan, porque son esfuerzos aislados que ocurren gracias a los funcionarios que en su momento se encuentran en el cargo y, al parecer, solo aparentan atender las necesidades de la población por el momento, pero rara vez se convierten en proyectos permanentes, en los que la sociedad encuentre un cauce a sus emociones, a su sensibilidad, a sus habilidades y talentos.

Pero, aclaro: como diría el calvo: algo es algo. Me gustan los trabajos que desarrollan los responsables de Semilleros Creativos; al menos, en Tomatal, despertaron la imaginación y la creatividad de los niños que tomaron el curso, y lo plasmaron en un mural que muestra los logros de los instructores. Según sé, próximamente regresarán a darle continuidad, para “fertilizar” lo que sembraron.

También me gusta el apoyo que la secretaria de cultura de Guerrero otorga a las iniciativas ciudadanas. Está respaldando de manera contundente el homenaje que se ha organizado a Elena Garro que, entre otras actividades, se ha convocado al 4° Certamen de Cuento Corto, y la maestra Aída Melina Martínez Rebolledo patrocinará, a nombre de la Secretaría, el monto de los premios. De igual manera, me prometieron que me entregarán un paquete de libros para la Librería de Préstamo Gratuito que abrí en mi pueblo hace dos meses y medio.

A propósito de la librería “Volar sin alas”, donde presto los libros que tenemos, de manera gratuita y sin condiciones, a quien se acerque a solicitarlo, les comento que esta semana hemos alcanzado un registro de noventa y dos lectores que al menos han ido por un libro. Varios de ellos son constantes y han ido a entregar el que se llevaron y a pedir otro.

Nuestro acervo incluye libros de cuentos, novelas, poesía y de consulta. Hay para todos los gustos y para todas las edades. Inclusive, tenemos un mueble destinado específicamente para los niños, ya que el sesenta por ciento de los lectores son menores de edad. Pueden encontrar de diversos autores y temas: aventuras, policiacos, románticos, suspenso, terror; así como autores nacionales, extranjeros y locales.

Pueden visitarnos de otras comunidades, como ya lo han hecho. Apenas esta semana, asistió de la ciudad de Iguala una familia: la mamá y dos hijos, a solicitar un libro.

Les comento sobre la librería porque es una manera de sembrar también. Pienso que, de los más de noventa lectores que se han llevado un libro, si la mitad se hace lector, o refuerza su afición y gusto por la lectura, algo hemos ganado. Lo que me pesa, cuando hablo de la ciudad, es que no se restablezca el uso de los materiales, que han de estar guardados, de la biblioteca pública que está por la Alameda.

Es evidente, pues, que hay sed de cultura y de arte por parte de la ciudadanía, y lo poco que se hace, es como darles de beber una gota de agua, cuando se necesitan pipas enteras.

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