Bienvenidas las nuevas propuestas

Por: José I. Delgado Bahena

Pues sí: tenemos que reconocer cuando un ciclo ha concluido, ya sea en el plano sentimental, laboral, o de algún proyecto en el que nos encontremos inmersos por inercia o por no dejar, como luego dicen. Lo que quiero decir, es que no tenemos que, a fuerza, seguir en algún lugar o con algunas personas con las que sentimos que no avanzamos; eso se reconoce y se valora, más cuando se ofrecen alternativas como para cambiar de rumbo o perseguir nuevas metas.


Lo que parece solo una perorata se fundamenta en dos experiencias que viví, y disfruté, este fin de semana en torno a propuestas musicales. Ambas me dejaron una enorme satisfacción emocional y un grato sabor de boca, más tratándose de personas que admiro, respeto y estimo.


La primera es de mi compadrito del alma, el trovador Ulil Antúnez. Antes nos había dejado con la boca abierta en una disertación que hizo para explicarnos su proyecto de investigación sobre un ritmo denominado “columbia”.

Sinceramente, no lo sabría explicar y podría cometer un error, o muchos, por eso solo les comento que lo hizo en el Museo del Ferrocarril y nos mostró el resultado de su recorrido por varias regiones de nuestro estado recopilando evidencias de este ritmo que él utiliza en varias de sus canciones y, como dije: nos sorprendió de manera muy agradable.


Luego, Ulil, nos invitó a la apertura de un espacio para la cultura, la trova, las alitas, el vino, etc, en la colonia del Seguro. Lo hizo con el acompañamiento de otro gran músico guerrerense: Alejandro Correa. Ya conocía yo la música de Alejandro y, a pesar de eso, me emocionó escuchar temas inéditos con una gran interpretación propia de su paso por los renglones de la música. De Ulil, porque fueron alternando, disfrutamos otra vez sus temas folclóricos que tanto ha dado conocer dentro y fuera de nuestro estado. Fenomenal, el evento, la verdad. Ojalá se den más oportunidades como esta para pasarla muy bien, con buenos amigos y un vinito, claro.


La segunda, no menos emocionante, fue la presentación de mi amigo Felipe León. Si ya nos había comprado con sus temas en el periodo de existencia del grupo León, en el que, acompañado de Gid Robles, en muchas ocasiones coreamos canciones como “Enfermo” y “El inocente José”, ahora en su calidad de solista y acompañado por unos chavos talentosos en la batería, el saxofón y la guitarra, otra vez nos muestra su gran calidad como compositor, además de su carisma y la chispa cálida de su personalidad que nos ofrece desde el saludo hasta que termina de cantar.


Pero la cereza del pastel fue la interpretación de un tema de José José, “Preso”, pero acompañado del maestro Óliver Herrera quien, con su magistral manejo del violín, hizo la introducción y después alternó en el canto de algunas estrofas con Felipe. Los arreglos que hicieron fueron maravillosos, e incluso extraordinarios. Todos aplaudimos emocionados por lo que habíamos presenciado y no quisimos escuchar nada más; con eso nos quedamos para seguir disfrutando de la noche, muy lluviosa, por cierto, pero que no importó, por lo que nos habían compartido tan talentosos músicos.

Y bueno, dije que hay que reconocer cuando un ciclo termina porque, la verdad, el grupo León dejó huella y, para mí, era para trascender en otros niveles y espacios, donde fueran mayormente reconocidos, aplaudidos y valorados; pero, pues, quién sabe qué pasó entre ellos que los llevó a crear proyectos independientes. Ahora Gid anda en otros lados con otros músicos, y Felipe igual. Dicen que no hay mal que por bien no venga, ojalá que así sea.

Por lo pronto, tengo que felicitar a Ulil por la iniciativa de invertirle en el negocio de las alitas y otros alimentos, pero sin perder la esencia de la cultura y el arte; así mismo, a Felipe, que siempre está pensando en crear canciones románticas, con mensajes de amor y desamor, al parecer inspiradas en vivencias personales. Aunque, con orgullo, tengo que agradecerle que en esta ocasión haya interpretado la canción que me compusieron cuando eran el grupo León: “El inocente José”, que alude a un escritor a quien le roban su obra.