Fui profeta en mi tierra
Por: José I. Delgado Bahena
El acto de leer debe ser algo permanente en nuestras vidas, no solo por los conocimientos, sino también porque, de igual modo, estimula nuestra imaginación, nuestros sentidos y nuestras emociones. Debemos, pues, reconocer que leer es un ejercicio mental en el cual nuestro cerebro participa activamente ordenando ideas, relacionando conceptos y evocando imágenes, emociones y sentimientos profundos. Además, leer favorece las capacidades cognitivas de nuestra mente, fortaleciendo e instaurando nuevas conexiones neuronales. Estas redundarán positivamente en nuestro pensamiento crítico, retrasarán el deterioro cognitivo propio de la edad y nos ayudarán a comprendernos mejor a nosotros mismos y a la vida.
He abordado el tema de esta semana de la manera que mejor me motiva en estos días por la experiencia que he tenido en mi pueblo, El Tomatal, en la escuela telesecundaria “Rubén Mora Gutiérrez” donde, por invitación de los maestros, estuve compartiendo con los alumnos momentos de lectura en los que advertí una gran emoción por llevar a cabo la actividad con la dinámica que presento como propuesta en los lugares donde me invitan.
Tengo claro que no es lo mismo escuchar a alguien que lee, como leer directamente en el texto; es decir: pasar la vista por los renglones, con atención y concentración, de modo que nos adentremos en lo que el libro nos ofrece. Repito: no es lo mismo. Por eso, siempre llevo un número de libros que me permiten asegurar que todos los chavos, incluyendo los maestros, me acompañen en la lectura de las historias.
En esta ocasión, de mi visita en la telesecundaria, además, llevé impreso un poema con el que abro mis presentaciones: “Parece que ayer nací”, que es como mi carta de presentación, el cual refleja gran parte de lo que fue mi infancia y hablo de mi pueblo. A través de la poesía, trato de sensibilizar al auditorio para que abran sus sentidos y sus emociones para internarse en el mundo de la literatura. Es la primera ocasión que llevo impreso el poema. Lo leí en dos ocasiones: la primer para entrar al “escenario” y la segunda en cuanto los chavos tenían ya el poema impreso, para que siguieran la lectura conmigo y advirtieran que es más placentero leer que escuchar solamente. A partir de ahí sentí que los atrapé y los tuve en mis manos y en mi voz para que estuvieran atentos a todo lo que les compartí y leímos juntos.
Entonces, al decir que fue una gran experiencia, debo aceptar que tuve mis dudas sobre la respuesta de los alumnos, ya que como somos del mismo pueblo, de nada serviría que leyeran mi semblanza, ni que hablaran de mis premios o de los cargos que he tenido, simplemente dirían: “A ese lo veo todos los días, sé quiénes son sus hermanos y quiénes fueron sus padres”, pero, afortunadamente, como de antemano supuse que tendrían ese pensamiento, elegí poemas que les escribí a mis padres, para que se familiarizaran más con las referencias que hice antes de la lectura, y el resultado fue la reacción emotiva que mostraron durante todos los textos.
Ahora sí, como luego dicen: fui profeta en mi tierra. Bueno, el dicho es al revés, por eso temía que no tuviera éxito. Me llevé la grata sorpresa porque, además, adquirieron varios de mis libros. Algunos me pidieron fotografías y hasta autógrafos en sus blusas, un par de alumnas.
Por supuesto, el resultado es, también, gracias a la gran organización de los maestros. Se notó que ellos hicieron su labor previa con los muchachos. Además, el mérito de los maestros es doble, porque no tienen director y se van turnando la responsabilidad de estar al frente de la escuela. Sinceramente, mis felicitaciones para el personal docente de esta escuela telesecundaria donde más de cien alumnos trabajan con la conciencia de labrar parte de su futuro.
Por último, les comento que acompañé a la escuela en una presentación que hicieron de los aspectos culturales de la comunidad, en la ciudad de Iguala, y fue una hermosa presentación de las tradiciones y la gastronomía de nuestro pueblo. Otra vez: ¡Felicidades!