Las luchas magisteriales
Por: José I. Delgado Bahena
Como se sabe, en la Ciudad de México, un grupo de maestros, integrados a la CNTE, se encuentran en manifestación permanente, paros y plantones, en la búsqueda de que se les atienda sus peticiones para mejoras laborales y salariales.
En realidad, desconozco el pliego petitorio de su lucha, solo he leído que, principalmente, quieren que la ley del ISSSTE, referente a pensiones, se derogue; desde luego, también piden aumento salarial.
Mire: desde hace más de quince años que no estoy inmerso en el proceso educativo, ni conozco las condiciones de los maestros, laboralmente hablando; ni cuánto ganan, ni el contrato colectivo de trabajo, nada. Pero, la verdad, sabemos que siempre han existido dos grupos: los institucionales y los disidentes.
Por conocimiento de causa sé que el sindicato oficial, el que reconoce el gobierno, generalmente, está en contubernio con las autoridades y manejan, y deciden, la vida laboral de los trabajadores de la educación. Eso supe. Así fue mientras estuve activo como maestro.
Por eso, muchos de los trabajadores de la educación: docentes, administrativos y manuales, nos unimos al grupo disidente para luchar por mejoras en nuestro salario y en otros aspectos de la vida sindical, como el acceso a una doble plaza, interinatos y ascensos.
En aquella época, conseguimos muchos beneficios que, por supuesto, eran para todos, incluyendo a los que no luchaban, porque preferían quedarse del lado del patrón para cuidar sus intereses.
A lo largo del tiempo, desde que se han realizado luchas magisteriales, las reacciones a nuestras acciones, por parte del gobierno y del sindicato oficial, el SNTE, fueron de agresiones, ignorarnos para dejar que el tiempo y el desgaste nos cansara y perdiéramos la lucha, amenazas de aplicar la ley y levantar actas de abandono de empleo, etc. Afortunadamente, en aquel tiempo, los padres de familia nos apoyaban, porque les explicábamos los motivos de nuestros plantones y huelgas, incluso nos acompañaban y nos llevaban alimentos.
Recuerdo que en los plantones se nos adherían grupos de obreros y campesinos que también se manifestaban con sus pliegos petitorios, y el contingente se hacía enorme.
Como dije: hubo agresiones. El alguna ocasión nos desalojaron por medio de la policía; enviaban grupos de granaderos que, con sus garrotes, nos golpeaban y nos quitaban de las avenidas que obstruíamos para ejercer presión. Claro está que regresábamos con mayor ímpetu, porque sabíamos que teníamos la razón; principalmente, nuestro salario era muy bajo, muchos teníamos que buscar otro modo de ingreso para llevar lo elemental a nuestros hogares. Yo, por ejemplo, los fines de semana me dedicaba a tomar fotografías en los eventos sociales, como fiestas infantiles, XV años y bodas; además andaba por las casas tomando fotos a los niños pequeños para hacerles sus “caritas” y traer el cuadro desde el entonces Distrito Federal, donde vivía.
Y surgió la propuesta de Carrera Magisterial: un sistema de ascenso que dispusieron para que los maestros compitiéramos entre nosotros para lograr mejores salarios. Tenía la intención de evaluar tu antigüedad, tu desempeño en el trabajo, tu preparación y tus relaciones con tus compañeros, porque nosotros también asignábamos un puntaje. Lo que advertimos inmediatamente, con la implementación de Carrera Magisterial, era que pretendían que ya no nos peleáramos con el patrón, sino con los mismos compañeros; era, pues, un ascenso horizontal, supuestamente ganáramos más, de acuerdo a los exámenes y demás aspectos a evaluar, y ascenderíamos de nivel con base en esos resultados. La consigna era simple, sencilla y contundente: tenías que cumplir con tus días de trabajo, obtener buenos resultados con tu alumnos, buena calificación en tu examen, y que tus compañeros te dieron buenos puntos, para ir de un nivel a otro, hasta llegar al E.
Al principio luchamos contra ese sistema que nos dividía; pero al no lograr tirarlo, dijimos: de acuerdo, si el gobierno nos quiere dar dinero por ese medio, pues vamos a prepararnos y a quitárselo. Los disidentes formamos grupos de estudio, nos apoyamos y logramos ingresar, ascender y mejorar.
Bueno, concluyo reconociendo la lucha de los maestros de este tiempo, aunque hay modos en los que no estoy de acuerdo, sé que, en el fondo, siguen buscando la justicia social.