Sector 7

Feb 15, 2025

Es una llaga abierta

Por: José I. Delgado Bahena

Seguramente, usted que es mi lector, conoce el nombre, o el poema, de nuestra querida poeta Catalina Pastrana, que se titula: “Agua que huele a resinas”. Y si usted también es amante de la poesía, no dudo de que conocerá el contenido de esta maravillosa creación poética de quien es, y seguirá siendo, un ícono de la poesía igualteca; leída y declamada en grandes foros de diversas partes de México.


Le comento sobre Catalina, conocida también como “La artesana de la palabra”, calificativo que ella misma se puso, porque durante esta semana habría cumplido años: el 13 de febrero, para ser exacto, y creo que es justo reconocerle su gran amor por la poesía y su amor por Iguala y el país, México.


Nació en Iguala, Gro., en 1923. Publicó grandes obras, entre las que destacan: “Foro para los grandes declamadores”, “Cuentos infantiles”, “Cuentos novelados”, “Cuentos barranqueños”, Remembranzas históricas de Iguala”, “Iguala la Trigarante” y la novela “Cielo abierto”.


Pero el poema que aludí arriba, lo menciono porque es de mis preferidos y porque en los foros donde los candidatos políticos se presentan, cuando andan en campaña, se desviven en ofrecer el oro y la plata, si es que ellos ganan las elecciones. Claro está que, además de las descalificaciones que hacen, al grado de llamarse corruptos y narcocandidatos, convirtiendo esto en un debate de muy bajo nivel, tan bajo, que le restan credibilidad a sus propuestas.


Pero, bueno, regresando al poema, recordemos que, Catalina Pastrana, en sus versos, lanza un clamor, un reclamo, una llamada a la reflexión por el actuar de los políticos que se presentan ante el pueblo como los grandes justicieros que habrán de llevar bienestar a la ciudadanía y les resolverán sus necesidades; pero solo se les ve cuando andan en campaña, después se olvidan de visitar a quienes depositaron su confianza en ellos y los tienen en la misma situación de hambre y de injusticia social.


“Tienen sed de justicia tus anhelos inciertos,/ tienen sed de esperanzas hasta los mismos muertos;/ y la justicia comodina y ciega,/ va arrastrando en hilangos la codicia.”


Desde luego, cuando está la efervescencia política, los versos de la poeta toman fuerza y se sitúan con vigencia absoluta, advirtiendo que las promesas, los compromisos, los proyectos, los planes que, desde siempre, llevan a la gente los candidatos, de pronto vemos que se quedan en solo eso: promesas.


“Yo no quiero escuchar palabras enmieladas,/ yo conozco una sola, una sola palabra sin poesía/ que es parte de mi cuerpo y de mi sangre,/ una sola palabra carcomida,/ y no la digas poeta… ¡es mi hambre!”
Hace muchos años que Catalina escribiera estos versos y sus palabras flotan sobre nuestras cabezas y nuestras conciencias por las condiciones de vida que siguen teniendo muchos grupos de personas que subsisten, apenas, con lo indispensable.


“En el tiempo del tiempo/ llegan a este pueblo los hombres del partido/ alborotando gente,/ quieren que todo el pueblo, en un solo estallido,/ aumente más el triunfo del hombre prometido./ Y en toda esa alegría del aplauso candente,/ la tristeza se esconde, y tiene fiesta mi pueblo/ fiesta para los perros y fiesta para mi gente.”


Conceptos que están vigentes y nos ubican en una realidad, cuando vemos que los candidatos llegan a las colonias populares a promover el voto para su partido; llegan con “bombo y platillo”, derramando ostentación de recursos, con grandes sonrisas, saludando de mano… y la gente los recibe con fanfarrias y algunos hasta con banda musical. En gran fiesta se convierte la llegada de los candidatos, aplaudidos, vitoreados, aclamados como los grandes gestores y redentores de la patria. Llegan en sus lujosas camionetas a estrechar la mano del campesino, del albañil, del obrero, de la ama de casa, a solicitarle su voto de confianza de que, ahora sí, con ellos, les irá mejor.

“Agua que huele a resinas”: versos que son dolor, que son verdades, que son escenas de una película que hemos visto muchas veces. Es una llaga abierta el poema de Catalina Pastrana, el cual les invito a leerlo completo, porque nos hace reflexionar si en verdad son promesas que se cumplen.

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