Sector 7

Ago 31, 2024

Calla tú

Por: José I. Delgado Bahena

¿Cuál es el propósito del escritor que narra fragmentos de su propia vida y los ofrece a los posibles lectores en un libro?


He iniciado con esta pregunta porque, en el fondo, toda obra literaria tiene un propósito; la forma en que se presente es, digamos secundario. Con frecuencia, nos detenemos a analizar un libro desde aspectos puramente formales de la literatura, entonces nos olvidamos de cómo el autor se involucra, ya sea directamente con la redacción en primera persona, o con un narrador en tercera persona.


El narrador en tercera persona es más amable: nos conduce por los mundos internos y externos de los personajes con la calidad de un dios, que todo lo ve, todo lo sabe, y es dueño de las vidas de quienes ha creado en la historia que cuenta. El de la primera persona te limita al dominio de la información que el mismo narrador quiere compartir de sí mismo: sus emociones, sus vivencias, sus criterios, sus decisiones; pero desconoce cómo piensan y actúan los demás cuando no están juntos.

Me gustan los dos. En el Manual para perversos uso el narrador en primera persona. Me gusta porque es más auténtico, más pasional y transparente. Sin embargo, en mi novela La noche de las cabras, aunque también me involucré desde mi perspectiva de autor, utilizo el narrador en tercera persona porque aporta información complementaria que atañe a los personajes, pero que ellos no saben que se ha incorporado a la historia para darle más contexto al lector.


Pero bueno, he abordado este tema porque me he internado en los laberintos mentales del autor Javier Tinajero a través de su obra “Calla tú”, y me he encontrado con un escritor natural, auténtico, que no se encierra en su mundo a llorar, toma la pluma y escribe, desde la redondez de un suspiro, quinientas páginas que contienen un trozo de sus parchados sentimientos, de sus sueños, de sus experiencias sentimentales y de su amor por la vida.


He leído “Calla tú” por petición de mi amigo Dan Rosendo, quien ha estado apoyando a Javier para la edición de su libro, con la intención de que pueda hacer un comentario en próxima presentación. Recibí el libro en formato de prueba y me atrapó desde la primera página; tanto fue, que me lo llevé a Estados Unidos y leía en el avión, en la sala de espera, en el baño, aprovechando cualquier oportunidad para abrirlo y descubrir el porqué Javier nos cuenta su historia, definitivamente personal; es decir, conocer el propósito de compartir tantos recuerdos y vivencias que duelen, que encienden la llama de la inconformidad.


Después de leer la historia completa, he llegado a la conclusión de que está incompleta. Parece una paradoja; pero, si reflexionamos bien, la vida misma lo es: nacemos para morir y cualquier tramo que caminemos en la vereda de nuestro destino es solo para avanzar hacia el punto que, como una luz que se extingue , se visualiza al final de nuestra vida.

Con una narración autobigráfica, el autor nos cuenta sus amores y desamores, sus encuentros y desencuentros y, sin pudor, se muestra como el ser humano que es: con defectos, con errores, pero entregado a su pasión y a sus amores.


De alguna manera, el libro pareciera tener un propósito moralizante o aleccionador en el que intenta, el autor, poner sobre aviso de los riesgos que se corren al ser tan confiado, ¿o irresponsable?, en la relaciones sexuales. Yo no lo veo así. Ojalá que no se desvirtúe el hecho literario de tan maravillosa historia, que, como dije: está incompleta y tal vez Javier nos esté preparando ya la otra parte en la que podamos constatar que los sueños se cumplen, a pesar de que él mismo recomienda que los padres, los amigos, los compañeros de viaje, no perdamos de vista cuando un ser querido esté padeciendo las amarguras por las que él ha pasado.


Por favor, acompáñenos en la presentación del libro este 6 de septiembre, a las 5 de la tarde, en el auditorio del Palacio Municipal de Iguala de la Independencia, Gro.

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