-Recordar es vivir.

Por Rafael Domínguez Rueda

El amor es la flor que nunca se marchita; la amistad el perfume que perdura. El amor está considerado como uno de los valores humanos más importantes. Es uno de los sentimientos más fuertes de un ser humano, motor que impulsa el dar y el recibir, el convivir y compartiré, el respetar y confiar…, pero también nos conduce a darle sentido a nuestras vidas, a estar en paz, llenos de tranquilidad, alegría y satisfacción. El amor cuando es puro es sublime, pues todo lo puede y lo resiste.

Desde luego, hay clases de amor: de padres, hijos, pareja, hermanos y amigos. La pasión, el enamoramiento y la aventura, son otra cosa, cosa pasajera.

Yo considero que la amistad es amor, es más, pienso que está por encima del mismo amor, porque muchas veces el amor desea dominar, poseer, tener autoridad sobre el ser amado y la amistad es libre, espontánea y admite al amigo con sus defectos y sus cualidades. La amistad no tiene límites ni tiene fronteras, la amistad es entrega absoluta.

El amor germina desde que se nace, el amor se construye desde que uno se conoce, el amor se teje día a día; por eso, que el amor se deshaga en convivencia, que el amor se deshaga en abrazos, que el amor se deshaga en canciones.

Lo anterior viene a colación, estimado lector, por lo que viví la semana pasada. Cuando llega la llamada Semana Santa muchas cosas rutinarias cambian, no sólo por las representaciones y ceremonias religiosas, sino porque muchas personas aprovechan esos días para salir de paseo, lo que es saludable e importante por los tiempos que estamos viviendo con inseguridad y zozobra.

Mi familia, que no es numerosa, decidió que nos quedáramos en casa. Así es que pasamos juntos ocho días. En total nos congregamos 20. Desde los 5 años el más pequeño, hasta los 84 el mayor. Sólo dos días salimos: uno a Tepoztlán y el otro a Tehuixtla.

Para la comida nos distribuíamos, mientras unos iban al mercado, otros al súper, otros a la carnicería otros más a las tortillas y quienes guisaban. Así es que, en menos que canta un gallo, dábamos cuenta de los sagrados alimentos.

Nos dábamos tiempo para conversar y recordar muchos momentos en que hemos coincidido. Pero también de los que cada uno ha vivido, ya sea en forma personal o colectiva, que han representado momentos inolvidables, de esos días que la vida nos ha permitido disfrutar y que, mucho honran el apellido de la familia.

Desde luego escuchábamos música de todos los géneros y de todas las épocas. Es más, en la noche y en el jardín nos poníamos a cantar, a capela o en ocasiones nos valíamos del karaoke, esa forma de cantar con pistas de canciones siguiendo la letra impresa sobre una pantalla. Desde luego, canciones de cantantes profesionales, es decir, de cantantes que tienen voz y las canciones tienen mensaje., pues el sólo título ya habla de algo importante que invita a la alegría, al amor, al ensueño.

Ahora, es decir, en estos tiempos, nos damos cuenta que quien canta o actúa no tiene voz ni entonación y disfraza sus carencias con ruidos, gritos y luces de colores, ya no digamos cuando cantan los llamados “corridos tumbados” y otras insensateces.

Por eso es gratísimo escuchar a Marco Antonio Muñiz, Armando Manzanero, Daniela Romo, Guadalupe Pineda, por supuesto a Agustín Lara, Pepe Jara, Juan Gabriel, Joan Sebastián, Javier Solís, Los Panchos, Marco Antonio Solís y, desde luego, Álvaro Carrillo.

Estos artistas sabían componer y cantar, preparaban sus canciones, muchas de ellas, verdaderos poemas, a los que les hacían arreglos musicales; así nacieron canciones inolvidables que alegran el corazón con sólo recordarlas.

Es imposible olvidar canciones, como: Somos novios, Esta tarde vi llover, Contigo aprendí, Bésame mucho, Amor mío, Perfume de gardenias, Tú me acostumbraste, Solamente una vez, La gloria eres tú, Perfidia, El reloj, Rayito de luna, Quizás quizás, Perdón, Toda una vida, Noche de ronda, Aquellos ojos verdes, María bonita, Luz de luna, Gema y tantas más.

Gracias a la vida que me ha dado una familia tan hermosa; gracias a la vida que me ha permitido tener una familia unida; gracias a la vida que nos permite convivir, cantar y reír y la risa, el canto y la convivencia es un canto de amor; gracias a la vida, pues me ha dado la imagen tan tierna de mi bien amada, gracias a la vida que nos ha permitido disfrutar días familiares con charlas y juegos, recuerdos y canciones que nos rejuvenecieron. Sí, a nuestros años esos días nos rejuvenecieron, porque nos dieron testimonio y muchos momentos que disfrutamos plenamente.

Vivir y vivir sanamente es rejuvenecer.

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