Por: Rafael Domínguez Rueda


-El Rey Midas mexicano.


¿Quién no conoce esa página de la mitología, donde se lee que el rey Midas trasformaba en oro todo lo que tocaba?. Las consecuencias fueron demoledoras para Midas y sus gobernados.


En la dura realidad de nuestros días hay personajes cuya gestión produce los mismos efectos. Pero estos Midas al revés, el dinero que tocan se vuelve agua escurridiza y va a parar a algún bolsillo. O hablando en lenguaje de la 4T, convierten todo lo que tocan en devastación. Tenemos un pastor con esa virtud. Se proclamó transformador y lo está cumpliendo: transforma el dinero en agua escurridiza, transforma a millones de pobres, en pobres en bienes y en educación que piensan que sin ese mesías providente morirán de hambre; altera el presente y oscurece el futuro; en fin, dice que: “vamos bien, muy bien”, pero la realidad y los números dicen lo contrario.


Hablar de números y de finanzas no es tan fácil, porque muchas veces, sobre todo en México nos dicen que vamos bien y les creemos, aunque muchas veces no es cierto.


Hasta hoy, ya son tres grandes crisis que han cimbrado, de la noche a la mañana, la economía mexicana: la devaluación de la moneda en 1976, la crisis de la deuda externa en 1982 y la crisis bancaria en 1994 y aunque nos quejamos en silencio, buscamos el modo de salir adelante.


Pareciera que somos unos eternos conformistas de nuestra triste situación económica. Por eso estamos como estamos.

Las finanzas públicas de México –y lo digo con conocimiento de la materia y la experiencia de más de 20 años como auditor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público- enfrentan riesgos fiscales que podrían agravarse en el corto plazo por los grandes desvíos para las elecciones y las depreciaciones que habrá de sufrir el superpeso el 3 de junio; el 5 de noviembre y el día en que Banxico recorte la tasa de interés

Más aún, las políticas públicas de la llamada 4T han ahuyentado a firmas como la francesa, la empresa española e inversionistas.


Y si hasta ahora no ha aflorado la crisis es porque el gobierno ha acabado con todas las reservas del Fonden, ha usado todos los dineros del centenar de Fideicomisos desaparecidos, ha utilizado el numerario de los programas cancelados y ha duplicado la deuda externa.


Pasando a otro renglón, claramente vemos factores estructurales en quiebra, hay presiones del gasto que van a continuar. Por ejemplo, Petróleos Mexicanos que bien debería duplicar con creces sus ganancias, hasta el tercer trimestre del año pasado requirió de apoyos del gobierno federal por 1.3 billones de pesos. De seguir así, no hay finanzas públicas que aguanten.


Por otra parte, los programas sociales, las pensiones y las becas, no cuentan con una fuente de financiamiento específica y estos recursos el gobierno los está tomando de los ingresos totales de las arcas de la federación.


Sobre los programas sociales, donde destaca el de Adultos Mayores, quiero subrayar dos cosas: para 2024 se destinaron más de 500 mil millones de pesos; pero, el pago de pensiones ascenderá a 1.5 billones de pesos. Las nóminas –ya se ha probado- están infladas.


A esto, paciente lector, súmele proyectos deficitarios como el Tren Maya que camina como Chencha; la refinería Dos Bocas que no puede refinar; el aeropuerto Felipe Ángeles que luce vacío; la mega farmacia que no funciona, pues ahora el presidente pide a los médicos que ellos compren las medicinas; la nueva línea aérea que ha llegado a volar con un solo pasajero; y los nuevos aeropuertos que, desde luego, no van a generar un flujo positivo a corto ni mediano plazo, pero eso sí, mayores gastos.


La cancelación del aeropuerto de Texcoco sigue generando intereses; lo malo es que, parte de esos pagos salen de los ingresos del aeropuerto de la CDMX, provocando que éste se vaya deteriorando, pues no hay dinero para el mantenimiento normal.


Y, sobre todo esto, hay que agregar la salida de capitales, la falta de inversión, los altos niveles de inflación, ocasionados por la falta de Estado de Derecho y las decisiones extraviadas que se han tomado en las finanzas públicas.


Si no hay inversión, no habrá capital y por lo tanto no habrá crecimiento económico, y como resultado el ingreso de las familias será limitado, empeorando la calidad de vida de la población.

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