-En la escala de reconocimientos

Por: Rafael Domínguez Rueda

En la escala de reconocimientos, en Iguala, andamos por los suelos, pues ni en lo social, ni en lo educativo, ni en lo religioso, mucho menos en lo político, valoramos realmente a quienes se preocupan por hacer algo por el mejoramiento de Iguala.

Reconocen a los mismos ciudadanos de siempre, se premia igualmente a las mismas personas, muchas de las cuales ni lo merecen.

En esa escala, los políticos andan muy abajo, ligeramente por encima de los asaltantes, de los extorsionadores, de los secuestradores y los traficantes de sustancias tóxicas.

Los ciudadanos ecuánimes sólo observan, mientras la mayoría del pueblo detesta su imagen, su proceder, su orgullo, su derroche en actos banales, su incapacidad para superar los rezagos y lograr el fin de la política que es “el perfeccionamiento y felicidad de todos los ciudadanos”. No nada más el de sus amigos.

Ahora vemos a los políticos, tanto los que ostentan el poder como los que militan en la oposición, que andan en una desenfrenada pero disfrazada precampaña, acrecentada con dádivas, propaganda y espectaculares hasta la saciedad; desde luego, a costa del erario que es dinero del pueblo.

Yo, aunque no he viajado por los seis continentes en que se divide el mundo: África, América, Asia, Europa, Oceanía y Yohuala (Se citan por orden alfabético, no de importancia) y en ninguna parte se sabe o se tiene conocimiento de los excesos de publicidad política que en México vemos cada vez que hay elecciones.

Si el dinero que en las precampañas y en las campañas se gasta se empleara en procurar el bien común, nuestro país dejaría de ser de cuarta y pasaría ser de primer mundo. Digo yo.

En el ramo educativo, también se padece de amnesia. Por ejemplo, el Centro Regional de Enseñanza Normal (CREN), formó parte del programa de Once Años y se había dispuesto que quedara ubicado en Mérida; sin embargo, una persona luchó hasta lograr que se estableciera en Iguala. De esa heroína no hay un salón, una calle o un busto en su memoria. Así somos de ingratos. Pero eso sí, se aceptó que la cervecería Cuauhtémoc colocara dentro de sus instalaciones su emblema propagandístico. Quizá para despertar en la mente de los futuros maestros el gusto por esa bebida espirituosa.

Un personaje apolítico, incrédulo, pero un gran artista, ya que fue ebanista, escultor, pintor y escritor, don Félix Núñez, siempre se preocupó por la identidad de su pueblo: Iguala. Elaboró, esculpió y donó la puerta principal del templo de San Francisco; también, la estatua de San Francisco, un pebetero y los rosetones que coronan los pilares que rodean el atrio. Tampoco se le ha reconocido su obra.

El licenciado Martín Lagunas Brito, un hombre apasionado por la oratoria, preparó, a lo largo de su vida, sin cobrar, a centenares de jóvenes que querían dominar al arte del buen decir. ¿Dónde están? ¿Por qué no lo recuerdan?

Pasando a otra cosa más pedestre, el viernes pasado aparecieron en el jardín de mi casa, unas tres o cuatro chicatanas (hormigas que salen cuando empieza la temporada de lluvias). El día anterior que llovió, el Notario Lic. Francisco Román Jaimes me decía que, no recordaba algún año que se hubiera retrasado tanto el tiempo de lluvias. En efecto, no nos damos cuenta que estamos contribuyendo al cambio climático que, al parecer, pronto nos va a llevar a una catástrofe. Pero, volviendo a las hormigas, recuerdo que allá por la década de los sesenta del siglo pasado, cuando aparecían las chicatanas, muy tempranito me llamaba Rodolfo “el Chino” Soto para avisarme de la llegada de las hormigas. Me iba al Monumento. Ahí coincidía con Rodolfo y otros tres o cuatro amigos. En la explanada del Monumento había millares de estos insectos voladores. Nos reuníamos ahí para dar cuenta de buen número de ellas, es decir, nos comíamos los animalitos que son una delicia gastronómica.

Quizá por eso, a mi edad, soy aún resistente, aunque debo reconocer que el Covid vino a mermar mis facultades.

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