Lecciones de independencia

Por: Rafael Domínguez Rueda

Aunque parezca increíble, tenemos cinco independencias mexicanas cosidas en el tiempo como parte de un mismo proceso, pero, desde luego, muy distintas entre sí, tanto en su trayectoria como en su desenlace. La primera es la independencia precipitada, violenta, caótica de la rebelión de Hidalgo, Allende, Jiménez, Abasolo, Aldama de 1810 y sus secuelas guerrilleras legendarias, con los curas del bajo clero.


Sin duda, es el alzamiento de independencia que sacude irreversiblemente el viejo orden, que nunca volverá a ser igual, pero no lo derrota. Es la independencia que destruye, sin rumbo, por lo que fracasa al ser aprendidos en Acatita de Bajan, Coah. Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez; y después fusilados el 26 de junio y 30 de julio de 1911.


La segunda independencia que no tuvo un movimiento de guerrillas ni se conocen acciones concretas; más bien fue una declaratoria que se emitió en San Antonio de Béjar, el 6 de abril de 1813, 3er año de la Independencia mexicana y que se pronunció por mandato del señor general en jefe Luis Masicote, secretario.


El 20 de octubre de 1810, Hidalgo en el camino de Charo a Indaparapeo nombró comisionado a José Ma. Morelos. Menos de un mes después continuó con la tercera etapa del proyecto de independencia. El si le dio orden al movimiento publicando bandos para la aplicación de los principios del gobierno insurgente en las regiones conquistadas. En el 17o apartado del Reglamento que preparó para el Congreso de Anáhuac, el 11 de septiembre de 1813, reiteró la necesidad de que la asamblea dictara el acta de emancipación nacional, lo cual se hizo realidad poco tiempo después.

El primer Congreso de Anáhuac se instaló en Chilpancingo el 13 de septiembre de 1813 y al día siguiente 14 se promulgaron los Sentimientos de la Nación. Y el 6 de noviembre de ese mismo año de 1813 fue firmada por los constituyentes y decretada por el Congreso de Anáhuac la Declaración de Independencia.


El Supremo Congreso Mexicano el 28 de junio de 1815, en un Manifiesto dirigido a todas las naciones, razona y justifica el derecho a la soberanía del pueblo mexicano y está firmado en Puruarán

La quinta independencia malabarista, porque nuestra categoría de pueblo colonial, nuestra categoría de pueblo semifeudal, nuestra categoría de pueblo esclavizado, sin independencia, porque la independencia se perdió en manos prestigiadoras de Iturbide


En la independencia negociada, engañada, espuria, pues el Plan de Iguala -Carta fundamental de México- con los tratados de Córdova se violó; resultó un acuerdo amañado.


La Independencia del Plan de Iguala radica en que México política y jurídica mente nació a la vida independiente al tenor de lo dispuesto en este texto proclamado y promulgado el 2 de marzo de 1821, tan completo que sedujo a todas las clases.


El Plan de Iguala, el programa político más eficaz que se haya escrito en América. Tuvo algo que ofrecer a todos los estratos sociales y las razas, a los realistas como a los insurgentes.


No es una paradoja menor que la historia heroica de nuestra independencia haya sido construida por curas insurgentes, desde sus inicios hasta la consumación y en esta última figura un villano Agustín de Iturbide, quien traicionó a los de la Profesa, al virrey y sobre todo a Vicente Guerrero, al convertir la revolución de democrática en aristocrática.


Iturbide no fue «consumador», pues consumar significa sumar algo a lo a lo que otros hicieron de modo que su obra se complemente y perfeccione. En ese sentido Iturbide no es de ninguna manera el «consumador «de la obra de Hidalgo y Allende, de Morelos y los Galeana, de Victoria y Guerrero.


Lo primero que les falla a los hombres que llegan al poder es la memoria. Iturbide se olvidó de muchas cosas que había prometido: ni siquiera cumplió con el artículo del Plan de Iguala que decía: «Todos los habitantes tendrán opción a todo empleo». Y ningún individuo fue llamado.


Nuestros libros de historia patria nos dicen que Hidalgo empezó la independencia e Iturbide la consumó. La realidad nos dice que Hidalgo prendió la mecha, Morelos le dió orden y rumbo y Guerrero la llevó a buen término. Iturbide solo fue un oportunista que actuó sin principios ni escrúpulos.

Lo único importante y rescatable para la historia de México -concretamente para la historia de su emancipación con respecto de España- es el Plan de Iguala, suscrito por Iturbide y luego jurado por las fuerzas insurgentes bajo el mando de Vicente Guerrero, ya que precisamente política y jurídicamente, México nació como país a la vida independiente, creó el primer ejército mexicano, nació la bandera nacional y adoptó el nombre de México, conforme a lo dispuesto en dicho texto, proclamado el 2 de marzo de 1821, en esta Ciudad.

Los Tratados de Córdoba son espurios, como dije antes al convertir la revolución de democrática en aristocrática. La entrada a la ciudad de México fue un acto de exhibicionismo, al entrar Guerrero con sus huestes a la retaguardia de aquel ejército realista disfrazado de insurgente, que se llamó de las Tres Garantías. Garantías que fueron sólo para mantener los privilegios de militares, eclesiásticos y terratenientes. El Acta de Independencia fue redactada cuando la independencia ya era un hecho consumado. Y lo peor: los firmantes, los padres de la patria que no fueron.

Y como dice Adriana Rivas de la Chica: «La insurgencia ante el Plan de Iguala, historia de una unión que Iturbide volvió imposible».