Día de los Tamarindos

Por: Rafael Domínguez Rueda

En su libro «Historia de Iguala», página 53, el Doctor en Historia Florencio Benítez González, redacta: «El día 30 de mayo de cada año se conmemora un aniversario más de la plantación de los 32 tamarindos que rodean el zócalo de nuestra ciudad», y que plantara el General igualteco don Luis Gonzaga Vieyra, para que, el fruto de este árbol que caracteriza también a la Ciudad, sirviera como una ayuda para la escuelita que ya funcionaba en la localidad, así como en recuerdo del día y año de su casamiento en aquel 1832.


En mi juventud, cuando no tenía yo nada importante que hacer y por tanto podía hacer cosas importantes, le dediqué una muestra de soneto al Jardín Juárez, mejor conocido como el Zócalo de mi ciudad, Iguala, hermoso y romántico oásis que los recuerdos embellecen más.

Permítanme mis queridos lectores que les transcriba esos 14 versos que fueron escritos cuando los centenarios árboles lucían lozanos y su ramaje se entrelazaba para ofrecer a los paseantes un sombreado y fresco ambiente a todas horas

CATEDRALICIOS TAMARINDOS


Verdes frondas, vastos tamarindos,


centenarios frutales son un remanso,


follaje amigo, de la paz descanso;


alzo la copa y por ustedes brindo.


Uniformes muchachas pasajeras,


muy alegres estudiantes, boleros,


filósofos y poetas, cancioneros,


jóvenes, vendedores y niñeras…


Y amor… el siempre amor. Aquí reside:


nace, crece, se junta, se separa,


y aquí, al morir, el duelo se despide.


En él habemos todos biografía.


Si el Zócalo de Iguala hablara


¡cuántas cosas, ¡Señor, no callaría!

Por desgracia, ese tradicional paseo se acabó. Ya no están completos los 32 tamarindos. Unos empiezan a crecer enclenques y la mayoría se encuentran endémicos.


En mi niñez y juventud, es más en mi madurez, el zócalo era un oasis, no sólo porque el ramaje de los tamarindos cubría el ruedo interior del Zócalo, sino también las calles que lo circundaban, recibiendo el beso fresco del ambiente a todas horas.

Don Isaac Palacios Martínez, «príncipe del soneto, nos los describe así: «32 tamarindos hay en tomo/del corazón-oasis de mi tierra… Son bisabuelos únicos. No yerra/ ningún hombre tan viejo en el contorno. / Desierto finge mi ciudad – no adorno /con eufemismo la expresión encierra / el sol estivo que al zenit se aferra/y el hálito costero del bochorno. / Pero a los tamarindos – los ancianos/ 32 tamarindos, con asombro, /les verá el nómada que a ellos venga:/; frondas amigas en la barba luenga, un saludo frutal entre las manos/y un idilio de tórtolas al hombro!

Hay tantas cosas que decir de ellos. Empezando porque desde 1832, lucen alrededor del Zócalo los 32 tamarindos que ordenara plantar el Gral. Luis Gonzaga Vieyra para que la venta de su fruto ayudara al sostenimiento de la escuela Real.

El primer cuadro de la ciudad, primero se llamó Plaza Principal, en 1821 adoptó el de Plaza de Armas. El 21 de marzo de 1906 se coloca en la Plaza de los Tamarindos de Iguala la estatua de Benito Juárez, acordando el Cabildo denominarlo Jardín Juárez.

En fin, Plaza principal, rodeada de ceibas; Plaza de Armas, porque ahí acantonaron las fuerzas reales en 1821, Jardín Juárez, dominio de la masonería, pero mejor conocido como Zócalo de Iguala, lugar paradisiaco que anidó mi romance, lugar de bailes, carnavales, kermeses, finales reñidas de reinas, lugar de encuentros bajo los venerables tamarindos que por 193 años han anidado el amor. Sitio que dió vida al DIA de la PATRIA, pero, también lugar donde sucumbieron los héroes de la Reforma; patíbulo de los ahorcados en los tamarindos en 1910; sitio donde murieron de hambre humildes igualtecos en 1914; campo de batalla donde, en 1962, fueron acribillado medio centenar de cívicos y soldados. Primer cuartel, trazado en 1526 y que, en 2022, fue sepultada su historia y de sus emblemáticos tamarindos sólo recuerdos quedan.