Día de la Virgen de Guadalupe
Por: Rafael Domínguez Rueda
Mañana, 12 de diciembre es el día de la Virgen de Guadalupe y México entero se une a la celebración de la Reina de México y Emperatriz de América, una devoción que trasciende al ámbito religioso para transformarse en símbolo de mexicanidad
Desfile interminable de peregrinos que, en autobús, bicicleta o caminando de los cuatro puntos cardinales del país acuden con sus flores, cantos y plegarias para la Guadalupana. Grupos multicolores de danzantes en la inmensa explanada de la antigua y la nueva Basílica. Se percibe el pensamiento profundo, hondo, de raíz y enjundia mexicana.
Y el altar se vuelve ascua de luces, rosas y plegarias. El culto a la Virgen de Guadalupe es la plegaria espontánea y ferviente que la Nación Mexicana eleva, pues desde la gran Capital hasta la más apartada ranchería, esta noche de una u otra forma la vela; si bien las manifestaciones se expresan en forma diversa, son el suspiro inmenso de su ternura que repercute en los cristales de sus lagos y en las crestas de sus montañas, que difunde el viento sobre las olas de sus mares; es himno interminable de su amor, que resonando de corazón en corazón sobre las generaciones futuras, llegará hasta los confines de la eternidad.
El historiador Bernal Díaz del Castillo narra que Cortés ordenó a Gonzalo de Sandoval: «Por tierra fuese a poner cerco a otra calzada que va a un pueblo que se dice Tepeaquilla”.
En las actas del cabildo del México de los primeros tiempos de la Conquista se encuentra el cambio de nombre. En el acta del 8 de diciembre de 1563, se usa por primera vez el nombre de Guadalupe en vez de Tepeaquilla.
La aparición ocurrió en diciembre de 1531. La imagen comenzó a recibir culto en la capilla privada del obispo, hasta que la piedad cristiana le erigió primeramente una ermita y, después, varios templos, entre los que sobresale la insigne y nacional Basílica, actualmente nuestra antigua Basílica de Guadalupe.
La devoción a la Virgen de Guadalupe es una tradición tan aceptada y tan fervorosa que en ella están acordes no solo todas las clases sociales que habitan el suelo mexicano, sino lo que es más sorprendente, hasta los ateos que proclaman la inutilidad de la religión o incluso de la utilidad de creer que Dios existe.
Sin embargo, se celebra hoy en la noche y mañana una de las mayores fiestas del catolicismo mexicano, indudablemente la primera por su popularidad, por su diversidad, ya que a ella concurren niños, jóvenes y adultos, participan lo mismo ciclistas que obreros, comerciantes que empresarios. Todos participan espontáneamente, se entusiasman del mismo modo; todos poseídos de una piedad sin ejemplo van ese día a implorar algún favor o a dar a gracias por un beneficio recibido.
Me place consignar que cada peregrinación, reunión para velar a la Virgen o congregación en alguna ermita, capilla, templo o basílica consagrada a la Guadalupana es un cuadro auténtico de la vida mexicana, es una de las tradiciones más genuinas de nuestro pueblo, ya sea en la Villa; no se diga en Acapulco y desde luego, en Iguala.
Allí se encuentran mezcladas todas las etnias, todas las clases sociales, todos los grupos comunitarios, todas las modas y hasta de otras religiones que tratan de pasar desapercibidos.
Soy católico, No soy mocho, de esos que exageran en los actos de devoción religiosa. No practicante, pues mi vida profesional no me permite llevar una vida sacramental activa, pero si trato de ser ejercitante, en cuanto cumplo con los mandamientos Y aunque quizá no merezco ser parte de la Iglesia le soy fiel у conservo sus hondas tradiciones, lo mismo que las de Iguala.
Ambas tradiciones: religiosas y cívicas son auténticamente mexicanas, por eso no dudo en proclamar a los cuatro vientos mi devoción a la Virgen Morena, que más de una vez me ha cubierto con su manto en horas de sufrimiento, así como de vida o muerte.