Por: Rafael Domínguez Rueda

POETA IGUALTECO: Espíritu y materia engarzados al influjo de la liberad. Carne que se volvió verbo para cantar a mi tierra, a mi patria y a la felicidad.

Sin la magia refulgente de tu pluma:

¿Quién recogerá el eco de nuestra risa y el color de nuestras penas?

¿Quién cubrirá nuestra angustia con el manto de la esperanza?

¿Quién nos hermanará por el vínculo del amor con los que ya se fueron y con los que vendrán?

¿Quién nos redimirá por el humanismo ante la eternidad?

¿Quién nos hará ver que no es un bello atardecer, sino un negro nubarrón el que nos acecha?

Poeta: por ti nos sabemos nacionalistas. Por ti nuestra conciencia se solaza a sí misma mirando el porvenir. Por ti reconocemos nuestras raíces en este solar y hemos atado a él nuestro destino en una entrega irrenunciable que concluirá cuando se enrolle el hilo de nuestra sangre.

Poeta de mi tierra: Hoy te invocamos para que escuches nuestras palabras en las personas de Isaac Palacios Martínez, “Príncipe del Soneto” y Salvador J. Espinosa, “Cantor del Pueblo” para que sumen nuestras voluntades y para que sepas que te agradecemos el habernos dado un lugar en el universo con la luz de tu alma y el brillo de tu talento.

LIBRERÍA.

Esta Librería es un hermoso paraíso. Si yo pudiera viviría dentro de ella. Se llama “Librería de Préstamo. Gratuito. VOLAR SIN ALAS”. Los libros, todos sabemos, no pueden volar, pero algunos le sabemos poner alas. Digo esto, porque a la entrada de mi estudio hay un letrero que dice: “Esta biblioteca está formada con libros que a mí me prestaron”. Imagínense que me he encontrado con 15 mil palomitas blancas.

La librería VOLAR SIN ALAS está en Tomatal, comunidad del municipio de Iguala. El domicilio es muy conocido y tiene vecinos perilustres, si me es permitido usar esa palabra del Manual de perversos. Se haya al lado de la tienda de raya de don Chano y Bicha.

El dueño de ese paraíso se llama José I. Delgado, profesor, escritor, periodista, poeta, promotor cultural y… un señor que por saber de libros sabe de todo. Así que si usted se interesa por leer algún libro, no dude en acudir al domicilio del amigo José, quien además de facilitarle una obra “sin alas”, podría ofrecerle un café, pues él, a todo el que lo visita lo hace sentir como en su casa

La Librería VOLAR SIN ALAS, al frente de la casa tiene escritos los nombres de reconocidas plumas y otras no tan conocidas como la de su servilleta. Desde luego, esta es una historia de amor, de amor a los libros. Las historias de amor me gustan mucho. Por eso felicito al amigo José, quien da una lección de desprendimiento a los escritores, organizaciones y autoridades.

VEJEZ DIGNA

La sociedad, no sólo mexicana, sino a nivel mundial ha caído en el grave error de valorar a las personas parlanchinas o de apariencia, como si el hombre sólo fuera valioso por su popularidad o sumisión y no por su capacidad productiva o por el simple hecho de ser humano.

De ahí la tendencia cada vez más fuerte de hacer a un lado a las personas que “supuestamente” no son económicamente activas, como es el caso de los enfermos, los niños, los ancianos y, muy especialmente, los discapacitados.

El gran crecimiento que ha tenido la población mexicana, mayor de 65 años en últimas décadas convierte a este sector de la sociedad en uno de los más desperdiciados y vulnerables.

Pero el problema no se limita a que no tengan acceso a atención médica, de vivienda o de empleo, sino que las nuevas generaciones los están abandonando porque les parecen una carga.

Olvidan que durante siglos, en las más sólidas culturas, el anciano era reverenciado como el hombre más sabio y experimentado, al que sin dudar se acudía para pedir consejo. Incluso durante la República y el Imperio Romano, el órgano más importante del Estado estaba constituido por los senectos, término del que proviene la palabra Senado y, por ende, senador.

Ahora se da más importancia a la forma que al fondo, y muchos se han enfocado más en dar un nombre bonito a los ancianos, que en darles el trato que se merecen.

Usar términos como “tercera edad” parece ser la manera en que la sociedad intenta evitar ofender a las personas de edad avanzada, pero sólo de palabra, en lugar de procurar darles el verdadero sentido y valor a esas vidas.

Los abuelos ejercen un rol fundamental en la familia. No se trata de ejercer una figura de autoridad, sino de transmitir amor, bondad y comprensión.

¡FELIZ DÍA DE LOS ABUELOS!

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