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Estados Unidos. Asesinados a manos de desconocidos o abatidos fatalmente por sus seres queridos. Masacrados en pueblos pequeños, en grandes ciudades, dentro de sus propias casas o en sitios públicos a plena luz del día. El incesante derramamiento de sangre de este año en Estados Unidos ha dado lugar al más sombrío de los hitos nacionales: el mayor número de asesinatos a mansalva durante seis meses registrados desde al menos 2006.


Del 1 de enero al 30 de junio pasados, la nación registró 28 matanzas, todos con armas de fuego, menos uno. El número de muertos aumentó casi al paso de cada semana, un ciclo constante de violencia y dolor.
Seis meses. 181 días. 28 asesinatos a mansalva. 140 víctimas. Un país.


“Qué marca tan espantosa”, opina Brent Leatherwood, cuyos tres hijos estaban en clase en una escuela cristiana privada en Nashville el 27 de marzo cuando un exalumno mató a tres niños y tres adultos. “Nunca crees que tu familia sería parte de una estadística como esa”.


Leatherwood, un republicano destacado en un estado que no ha fortalecido las leyes sobre control de armas, cree que se debe hacer algo para alejar las armas de las manos de quienes podrían volverse violentos. La conmoción de ver el derramamiento de sangre tan cerca lo hizo hablar públicamente.


“También puedes decir que los marcianos han aterrizado, ¿verdad? Es difícil entenderlo”, agrega.
Para efectos estadísticos, un asesinato múltiple (“mass killing”) se define como un suceso en el que cuatro o más personas son asesinadas, sin incluir al agresor, en un periodo de 24 horas. Una base de datos gestionada por The Associated Press y USA Today, en colaboración con la Universidad Northeastern, realiza un seguimiento de esta violencia a gran escala desde 2006.


El hito de este año superó el récord anterior de 27 asesinatos múltiples, que apenas se registró en la segunda mitad de 2022. James Alan Fox, profesor de Criminología en la Universidad Northeastern, nunca imaginó récords como este cuando comenzó a supervisar la base de datos hace unos cinco años.


“Acostumbrábamos a decir que había de dos a tres decenas al año”, recuerda Fox. “El hecho de que haya 28 en medio año es una estadística asombrosa”.


El caos de los primeros seis meses de este año no significa automáticamente que los últimos seis meses de 2023 serán peores. El resto del año podría ser más tranquilo, a pesar de que el pasado fin de semana alargado por el 4 de julio, el Día de la Independencia, fue más violento que otros.


“Esperemos que sólo haya sido un bache”, opina la doctora Amy Barnhorst, psiquiatra y directora asociada del Programa de Investigación para la Prevención de la Violencia en la Universidad de California en Davis.


“Podría haber menos asesinatos en lo que resta de 2023, o esto podría ser parte de una tendencia, pero no lo sabremos por algún tiempo”, agrega.


Expertos como Barnhorst y Fox atribuyen el aumento del derramamiento de sangre a una población en aumento y con una mayor cantidad de armas. Sin embargo, a pesar de todos los titulares, los asesinatos a mansalva son estadísticamente raros y representan una fracción de la violencia armada general de Estados Unidos.

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