Por: Álvaro Venegas Sánchez

Sueño hecho realidad. Infinidad de veces, Andrés Manuel López Obrador incluso desde la oposición, explicó a la gente donde y como podía que, exportar petróleo crudo e importar gasolina, era como vender naranja y comprar jugo. Simpatizantes o no que lo escucharon entendieron; los adversarios nunca. Hasta hoy, aun mirando la impresionante construcción de la refinería Olmeca y sabiendo lo que significa para el país en materia energética, no dejan de vociferar. Sin la credibilidad social que presumían y agotados de argumentos, ahora solamente alcanzan a decir “no está terminada y hay opacidad”.
Cierto, con la inauguración de la primera etapa construida y la seguridad de que el año próximo se logrará la producción proyectada, 340 mil barriles diarios de crudo al momento de comenzar la fase productiva, suficientes para el autoconsumo nacional, nuestro país dejará atrás el tiempo en el cual tecnócratas expertos, con títulos académicos y posgrados realizados en famosas universidades de otros países, se dedicaron a usufructuar el petróleo y al desmantelamiento de la petroquímica. A todos ellos, asesores y asesorados, que nada se les ocurría hacer sin pensar en contratar más deuda pública, habría lastimado el ánimo y los oídos el evento del viernes 1 de julio en Tabasco. Sobre todo la aseveración del presidente López Obrador: “Es un cambio profundo, en vez de vender petróleo transformarlo, y venderlo en el mercado nacional. Nos preparamos así para dejar de importar gasolina, diésel y turbosina y ser autosuficientes”.
El proyecto en el municipio de Paraíso, ha destacado el gobierno federal, es parte de una estrategia más amplia cuya finalidad última es alcanzar la soberanía energética. Plan en el que también se inscriben acciones como la inesperada compra de la refinería de Deer Park, la rehabilitación de las seis con las que contaba al empezar el sexenio, la denuncia y rechazo de los contratos firmados con entidades privadas que resultaban lesivas al interés nacional y, en términos generales, el rescate de las grandes compañías públicas del rubro, Pemex y la CFE, las cuales gobiernos anteriores uno tras otro fueron desmantelando con propósitos de destrucción.
Otro elemento que sería injusto soslayar es el impacto de la obra inaugurada en el desarrollo regional. La construcción ha generado 32 mil empleos directos y más de 200 mil indirectos. Personas vendedoras de comida, comerciantes y hoteleros reconocen lo que ha significado para la economía local la presencia de miles de trabajadores, particularmente durante la pandemia. Obviamente ellos y demás sectores de la población, están entusiasmados porque la refinaría Dos Bocas está vinculada a los también proyectos prioritarios, el corredor transistmico y el Tren Maya. Entienden, tienen gran expectativa, que será motor fundamental para impulsar el desarrollo del sureste mexicano; visión ésta de López Obrador reflejada al cuestionar el abandono histórico a esta franja del territorio nacional, como si sus habitantes no merecieran oportunidades.
Al cumplir cuatro años el triunfo de Morena y cristalizar en realidad el gobierno de la 4T programas en beneficio de los que más necesitan, becas, pensiones, apoyo a las escuelas, etc., y ahora lograr dos magnas obras, AIFA y la refinería Olmeca, sin duda no hay consenso (porque implica que nadie esté en contra), pero sí existe convencimiento social mayoritario que un presidente como AMLO era lo que México quería y necesitaba y los mexicanos estábamos esperando. Bajo esta lógica, queda comprender a quienes disienten y no simpatizan con Morena; mucho menos con quien despacha en Palacio Nacional de lunes a viernes y los fines de semana visita uno o más estados de la República sin fijarse a qué partido pertenecen los gobernantes estatales; nunca en plan de descanso personal o familiar sino también de trabajo. Envidia u otro motivo los tiene inconformes o simplemente no sienten empatía.
Ni modo. Empero, por salud habría que recordar: es posible convencer a un ignorante, al necio jamás. Peor aún si la persona, además de necedad padece envidia, resentimiento político o algún otro complejo que lo hace tóxico. Haciendo un parangón con las redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz, podría decirse: “Personas necias que acusáis, al gobierno sin razón, sin ver que sois responsables, de lo que tanto acusáis”. Así haya rendición de cuentas y transparencia, mejores resultados y obras de gobierno, tolerancia política y gobernabilidad democrática, habrá quienes no callen ni cambien de opinión. Están en su derecho.
Iguala, Gro., julio 4 del 2022.

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