Israel Salgado Urióstegui
Iguala, Gro., El secretario técnico regional de los pueblos indígenas del Alto Balsas, Nivardo Campos González, hizo un llamado a los gobiernos estatal y municipal de Tepecoacuilco e Iguala para que se acerquen a los pueblos autónomos nativos. Señaló que, hasta el momento, el gobierno del estado solo ha hecho promesas incumplidas, mientras que los ayuntamientos desconocen por completo los derechos de estos pueblos, ya que no cuentan con representación en el Cabildo ni en otros cargos públicos.


Nivardo Campos González, conocido en su comunidad como Ricardo, afirmó que 2025 marcará «el despertar de las conciencias» de los pueblos originarios, a quienes se ha denominado erróneamente como indígenas. «Dejémonos de pelear entre nosotros. Si existe un pseudo líder o dirigente que apueste al divisionismo, analicen su actuar: lo hace por beneficio propio y no por su pueblo. La mejor forma de neutralizarlo es ignorarlo», expresó. Hizo un llamado a la unidad, exhortando a trabajar por el bien común sin distinciones partidistas, religiosas o de grupo.


A los servidores públicos de los distintos niveles de gobierno, les pidió que no los ignoren. «No somos minoría, somos los oprimidos, los despojados que claman justicia social y desean ser parte activa en la transformación de México. Pero esto no se logrará con dádivas ni migajas de apoyos culturales. Esa es nuestra identidad, mejor apoyen a nuestros representantes. Aquí no es ‘primero los pobres’, sino ‘primero los pueblos oprimidos y olvidados'», sentenció.


Campos González explicó que los pueblos indígenas no son reconocidos en sus derechos como pueblos autónomos porque ello implicaría otorgarles autonomía jurídica como sujetos de derecho, lo que les permitiría ejercer su libre determinación, gozar de sus territorios, establecer acuerdos y convenios con el Estado mexicano, e impulsar su desarrollo económico, tecnológico y cultural.


Asimismo, señaló que el Estado mexicano teme el despertar de las conciencias de las naciones nativas, pero no debería, ya que «somos una sola nación; los nativos no son ajenos a la cultura mexicana, ni los mestizos a los nativos». En este sentido, lamentó que haya quienes menosprecian o denigran a las comunidades originarias: «Cuando un mestizo se avergüenza o denigra a un náhuatl, mixteco, tlapaneco o amuzgo, se está avergonzando y denigrando a sí mismo. Es como la flor de la tuna que se burla del nopal siendo este la raíz de su propia existencia».


También criticó la estructura política mexicana y la figura de los funcionarios públicos, a quienes acusó de no ser verdaderos servidores del pueblo: «Los llamados servidores públicos perciben sueldos y honorarios, lo que en realidad los convierte en empleados de un sistema gubernamental. En cambio, en los pueblos nativos, un comisario o comisariado no recibe salario alguno; ellos son auténticos servidores públicos».


En cuanto a la representación indígena, destacó que debe concebirse como una autoridad moral que actúa como figura neutral entre la comunidad y el sistema mayoritario, pues la estructura gubernamental impuesta por los mestizos no responde a las necesidades de los pueblos originarios. «Un representante indígena responde a las verdaderas necesidades de su pueblo, basado en sus usos y costumbres ancestrales. No se trata solo de preservar la cultura, como nos ve el Estado mexicano, sino de ejercer nuestro derecho al desarrollo y garantizar la preparación de los jóvenes en distintas áreas del conocimiento. Como decía José Martí: ‘Ser cultos para ser libres'».


Campos González también rechazó el uso del término «indígena» para referirse a los pueblos originarios, argumentando que es una imposición histórica errónea que debe corregirse. «El nombre es muy importante. Si no lo fuera, el gobierno estadounidense no insistiría en cambiar el nombre del Golfo de México a ‘Golfo de América’, lo que borraría el hecho histórico de que México fue víctima de despojo territorial. De la misma manera, al llamarnos ‘indígenas’, se nos pretende hacer sentir extranjeros en nuestros propios territorios».


Finalmente, puntualizó que, para que una comunidad sea reconocida como pueblo originario o nativo, debe contar con una cultura ancestral, territorio, población, tradiciones, estructura organizativa y normas internas basadas en sus usos y costumbres. Además, sus habitantes deben autoidentificarse como parte de ese pueblo.

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