Pedro Páramo y El Llano en Llamas

Por: José Rodríguez Salgado

Al Pbro. y Mtro. en Letras Antonio Flores Galicia, por quien conocí la obra de Rulfo.

Deliberadamente dejé para hoy la evocación del escritor Juan Rulfo a quien le bastaron unos pocos cientos de páginas para convertirse en uno de los autores mexicanos más universales y el más traducido; un célebre narrador, un creador de imágenes. El académico e investigador Jorge Zepeda, reflexiona para la BBC Mundo sobre la vida de Juan Rulfo: “nada más objetivo que la lectura de Pedro Páramo para comprender la deriva actual de México” y agrega: “El encuentro con los libros en la biblioteca del sacerdote católico Irineo Monroy, fue decisivo en la formación literaria del escritor jalisciense”. El acervo fue depositado en la casa de la abuela materna de Rulfo en el poblado de San Gabriel, Jal., ahí encontró una importante ventana para trascender el encierro a que obligaba la inestabilidad en esos años en que ocurrió la Guerra Cristera.
En sus relatos cuenta los hechos relevantes de cada historia, eso explica el carácter fragmentario de su obra “Pedro Páramo”, visible también en el compendio de sus cuentos en “El Llano en Llamas”. Se dice que para llegar a sus apretadas síntesis, Rulfo poseía una rigurosa autocrítica que lo obligaba a escribir de manera incansable durante las noches y en las que también desechaba hoja tras hoja, con textos que serían el fermento de su mundo narrativo.
El escritor Efrén Hernández, lo alentó decididamente a templar ese perfeccionismo que lo conduciría a su primera novela “El hijo del desaliento”, que descartó por considerarla llena de retórica. Su amigo Efrén promovió sus primeras publicaciones a fines de 1945, con “La vida no es muy seria en sus cosas”. Esa primera etapa concluyó en 1951 con el relato “Diles que no me maten”, ambos trabajos fueron publicados en la revista América. También en 1945, la revista Pan publicó el cuento “Nos han dado la tierra” y meses después “Macario”.
En sus obras campea el misterio, la sorda quietud, el laconismo casi onírico, el fatalismo primitivo, el tiempo detenido. Rulfo borra todo aspecto externo de sus personajes para darnos esa difusa vivencia interior donde la tragedia es siempre inminente, intuida y aceptada. En los cuentos de “El Llano en Llamas” (1953), están presentes las técnicas que han orientado a la novela y el cuento por nuevos caminos: la corriente de la conciencia, los planos simultáneos, el monólogo interior, el juego con el tiempo –ha dicho Carlos Fuentes–, “convierte la semilla de Mariano Azuela y Martín Ruiz Guzmán en un árbol seco y desnudo del cual cuelgan unos frutos de brillo sombrío; frutos gemelos que han de ser probados si se quiere vivir, a sabiendas de que contienen los jugos de la muerte”.
Sólo necesitó dos libros para ser conocido, admirado y comentado en el mundo entero. En “Pedro Páramo” y “El Llano en Llamas”, sintetiza la mayor parte de los temas que han interesado y afligido desde siempre a los mexicanos: ese misterio nacional de origen, de identidad, de destino, que su talento de creador supo condensar y expresar, valiéndose para ello, de los habitantes del medio rural del sur de Jalisco.
La obra “Pedro Páramo” originalmente fue bautizada con el nombre de “Una estrella junto a la luna”; después “Los desiertos de la tierra” y enseguida “Los murmullos” y sólo al llegar a la imprenta recibió el nombre del protagonista Pedro Páramo (1955). En ella Rulfo muestra cómo toda una cadena de hechos aparentemente inconexos en realidad, tienen su origen en un episodio remoto que conduce a la destrucción de esa comunidad llamada Comala. Se dice que nada más objetivo que la lectura de esta obra para comprender nuestro destino como país.
Cientos de libros se han escrito sobre Juan Rulfo y su obra. Autores como Gabriel García Márquez, José María Arguedas, Jorge Luis Borges, Tahar ben Jelloun, Kenzabura Oe, Susan Sontag, Mario Vargas Llosa y Gao Xingjian, entre otros, han expresado su admiración e influencia de este mexicano ejemplar. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, nació el 16 de mayo de 1917 en Apulco, municipio de San Gabriel, Jal. y falleció el 7 de enero de 1986 en la Cd. de México, a causa de un cáncer de pulmón.
Recibió innumerables homenajes como el Doctorado Honoris Causa por la UNAM y El Premio Príncipe de Asturias en 1983 y fue Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua, entre otras distinciones.
Julio 11 de 2024

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