La guerra: depredadores y víctimas


Por: José Rodríguez Salgado


A las almas que heroicamente luchan, sufren y que triunfarán.

La tragedia es que la humanidad no encuentra espacios de paz y concordia. A lo largo de la historia ha estado inmersa en innumerables conflictos bélicos que han dejado una profunda huella. El fantasma de la guerra muestra la fragilidad de la sana convivencia, de ahí la importancia de comprender y resolver diferencias que a diario aparecen en varios rumbos del planeta y que describen situaciones de tensión e inestabilidad. La guerra es expresión característica de la ambición desmedida de poderosos y desequilibrados. La lucha desatada en el campo de las ideas culmina en confrontaciones y muerte como un negro huracán que deja el signo de miseria y desolación; hambre e ignorancia; dolor y sacrificio; desprecio y olvido de los más generosos sentimientos humanos.


Los individuos sedientos de bienestar y seguridad se duelen por la ruptura de las relaciones cordiales entre hombres y pueblos, de ahí que afanosamente anhelan alcanzar lazos de convivencia, sentimientos de amistad, amor, solidaridad, comprensión. Para entender el fenómeno de la guerra necesariamente hay que ir a las causas de las crisis, mirar el riesgo de llegar a los deslindes insalvables que son una amenaza persistente. En la antigüedad las guerras se desencadenaban generalmente por expansión territorial, como en el caso del imperio romano. En otras estaban motivadas por disputas internas dentro de una nación, como en Las Guerras de Independencia Americanas. Otras brotaban por consideraciones religiosas y enfrentamientos culturales profundamente arraigados.
Las consecuencias del fenómeno bélico son devastadoras y han dejado hondas cicatrices en la consciencia colectiva de la humanidad. Las tensiones entre Rusia y Occidente son claro ejemplo de los complejos intereses en juego, como se observa en la crisis de Ucrania. Grupos extremistas buscan imponer su ideología a través de la violencia como sucede con la amenaza islamista que afecta a Rusia. Influyen también los recuerdos de guerras pasadas y que repercuten en la actualidad. Es sabido por todos que en el fondo de toda conflagración permean intereses económicos preponderantemente. El legado de la Segunda Guerra Mundial sigue resonando y ampliando la brecha entre ricos y pobres. La falta de oportunidades y la injusticia, es la constante. La actuación de los líderes políticos exacerba las tensiones internacionales; el acceso al armamento avanzado y la ciberseguridad amplifican los contrastes. La ausencia de comunicación efectiva entre las naciones aumenta las hostilidades y entorpecen los esfuerzos diplomáticos para resolver disputas. Las fricciones geopolíticas complican y alimentan la rivalidad entre los pueblos; la competencia por los recursos y la lucha por la influencia global.
El panorama triste y desalentador entre Israel y la Franja de Gaza, es el de la ferocidad entre ambos bandos. Recordemos que en octubre pasado el grupo militante palestino Hamas, llevó a cabo un ataque sin precedente por tierra y aire contra poblaciones israelíes cuyo gobierno reaccionó con violencia inaudita y la declaración formal de una situación de guerra. A la fecha desconocemos el desenlace de esta desmesura. En septiembre de 2023 el ejército de Azerbaiyán, lanzó una ofensiva en Nagorno-Karabaj, derrotando a los combatientes de la etnia armenia.
Tengamos presente que las diferencias entre Rusia y Ucrania aceleran las y profundizan el conflicto armado a gran escala en Europa. Ucrania intenta recuperar los territorios invadidos con resultados insuficientes. La crisis humanitaria es mayúscula dejando a las familias sin hogar y sin alimentos. Es fundamental seguir buscando por la vía diplomática soluciones pacíficas que garanticen un mundo en paz, seguro y estable.
Detrás de ese escenario subyace la verdad de que las guerras las hacen los poderosos que alardean moralidad e integridad, cuando son sólo prepotentes y egoístas. Emprenden esas acciones para aumentar sus riquezas y/o poder, amén de vender sus armas. Esto explica la existencia de dos clases de gente en este mundo: los depredadores y las víctimas. Por eso el mundo esta en perpetua involución y peligro. Los potentados, insatisfechos siempre, acumulan dinero, mucho dinero y éste sirve para comprar poder. Por eso emprenden la guerra. Los ideales no cuentan.
Hay que procurar la vigencia de un orden social justo; contra las ambiciones y afán de poderío, mando, ansia de dominio y opresión. Nuestra preocupación debe ser salvadora. “No a la guerra”.
Mayo 2 de 2024.

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