La Benemérita ENM (Cuarta Parte)

Por: José Rodríguez Salgado

Al maestro Héctor Aguilar Padilla, afortunado sobreviviente de antiguas hazañas en el normalismo.

         En sustitución del doctor David Malváez fue designado el maestro Luis Herrera y Montes, profesor de psicotécnica en la Escuela Normal Superior. Su gestión no fue exitosa por el ambiente turbulento que privaba en la institución. Sus alumnos se sintieron decepcionados. En su lugar llegó el profesor Ignacio Martínez López, uno de los teóricos de la enseñanza primaria rural entre los años 1917-1930. No obstante su avanzada edad mejoró la convivencia con los profesores y el alumnado. Mostró un carácter “bonachón” y dio oportunidades en todo y para todo.

         Al iniciar 1950 se nombró director al maestro Antonio Magaña Gaitán, acreditado catedrático de biología, algunos lo calificaron de “rígido”, en ocasiones injusto y despótico; a veces paternal. A él se debe el trámite de la escrituración de terrenos y edificios de la ex hacienda de San Jacinto y las propiedades de la Escuela de Medicina Veterinaria de la UNAM (Calz. México-Tacuba esq. Maestro Rural). Los grupos de izquierda (alumnos y maestros) perturbaron nuevamente la tranquilidad. El grupo estudiantil llamado “los plumas” con Modesto Sánchez y el maestro centroamericano Raúl Cordero Amador, lograron la renuncia del director Magaña (años después fue director de Segunda Enseñanza en el D.F., más tarde director de IFCM y director de la Escuela Normal Superior).

         El Secretarlo de Educación Manuel Gual Vidal, designó a Isidro González, de una terna integrada por Jesús Sotelo Inclán, Arqueles Vela Salvatierra y el mencionado. Llegó con fama de ser hombre claro, preciso y apasionado en su cátedra de Historia de México. Gran liberal, sin ambiciones políticas ni afán de poder. Frisaba los 50 años. Resultó un “buen burócrata”. Impulsó el deporte pero lamentablemente permitió los abusos del Comité de la Sociedad de Alumnos que “hacía y deshacía” en la escuela. En su lugar llegó Natalio Monroy Padilla (1951-1952). Fue calificado de derechista, eligió colaboradores entre los alumnos de mayor edad, resucitó el “paisanismo” huasteco y se rodeó de alumnos incondicionales y belicosos; se preocupó por introducir el futbol americano primera y segunda fuerza. Este grupo tendió una celada política a “los plumas” cuya preponderancia duró 10 años. Con demagogia izquierdista, éstos lograron la renuncia de Monroy de manera violenta. El personal docente carecía de voz y voto.

         Los Departamentos de Señoritas, de Educadoras y Mixto Nocturno, fueron ajenos al vendaval. De 1949-1959 el de Señoritas fue dirigido por la maestra Guadalupe Ceniceros de Pérez Zavaleta. Trabajó en un ambiente de orden, previó lo necesario, calculó y controló todo. Las actividades académicas nunca se interrumpieron. Contó con el apoyo y simpatía de la planta docente, ayudó, estimuló, recompensó y distinguió a sus colaboradores. Procedió con decoro en su desempeño.

         La Escuela Nacional de Educadoras desde su fundación se alojó en una parte del edificio de la ENM, permaneció siempre al margen de conflictos estudiantiles, Su directora fundadora Guadalupe Gómez Márquez, duró en el cargo hasta 1956. Realizó un trabajo ejemplar y efectivo. Sobrellevó las actividades del plantel con tacto, buen comportamiento e inteligencia. Le sucedió en el mando la profesora Emma Olguín Hermida. La Nacional de Educadoras ha cambiado dos veces de edificio. De la Nacional de Maestros se trasladó a las calles de Córdoba col. Roma en febrero de 1959; luego pasó a ocupar su propio edificio en Gustavo E. Campa #94, col. Guadalupe Inn el 11 de agosto de 1960. Esta institución trabaja con su propio Plan de Estudios.

         En 1950 se crea el Departamento Mixto Nocturno de la ENM, su primer director fue Alfonso Campos Coss, maestro en matemáticas, amigo y ex colaborador del maestro Monroy. Dedicó los mayores empeños para llevar adelante su encargo. Inteligente, dinámico, con entereza y calidad, estuvo al frente durante 10 años. Propició un ambiente de estudio y sanas relaciones con profesores y alumnos. En los últimos tiempos de su gestión, confrontó serios problemas: la matrícula era numerosa; las solicitudes eran cinco o seis veces mayores a las posibilidades de inscripción; los alumnos reclamaban excesivos “derechos”; la institución fue refugio en algunos casos, de estudiantes fracasados en otras carreras. También se tomó para “mejorar” las posibilidades de aquellos trabajadores que solamente habían logrado terminar la secundaria. La ventaja, la posición económica, etc., eran los sentimientos e ideales que motivaban a los alumnos. A Campos Coss lo sustituyó el profesor José Hernández Montaño… (Continuará)                             Marzo 14 de 2024

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