La Pintura en la Pared

Por: José Rodríguez Salgado

A la memoria de Idulio Cortés López, por quien conocí al Maestro Burgos.

En noviembre anterior recibí de manos de mi amigo el maestro Carlos Cantú Lagunas, el libro “LA PINTURA EN LA PARED” Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales, del escritor y luchador social Luis Hernández Navarro, (editado por el FCE en mayo de 2023). El experto pedagogo Cantú me explicó que el autor me cita en las páginas 24 y 25 de su libro, en el contexto de referencias sobre la vida del profesor Raúl Isidro Burgos Alanís. Consulté esas dos páginas en la tranquilidad del estudio y lo leí completo en tres irrefrenables momentos. Abarca puntos de vista básicamente del papel que han desempeñado los egresados de esos planteles.

Relata en apretada síntesis el origen de la Escuela Rural Mexicana como “una de las grandes hazañas pedagógicas del magisterio de nuestro país”; consta de doce capítulos, cual más interesantes: I. Reserva del futuro; II. Vicente Estrada Vega y Ayotzinapa; III. Los Ayotzis y la comunidad normalista; IV. El fantasma de Misael Núñez Acosta; V. La araña; VI. Ezequiel Reyes Carrillo, el Zapata; VII. La mitad del cielo; VIII. Aristarco Aquino, el incorruptible; IX. El antiguo relato del principio; X. José Hernández Delgadillo: el pincel como fusil; XI. El cerro de las once estrellas y XII. El profe César.

He recomendado ampliamente el texto por el valor que encierra la investigación del autor y el contexto docente de sus egresados y su participación en las luchas sociales del país. Ciertamente no todos coinciden con las aseveraciones de Hernández Navarro, algunos las aplauden sin reservas, otros las consideran parciales y sesgadas y los más le dan el beneficio de la duda. Poniendo en la balanza las recientes actitudes asumidas por los integrantes de esa comunidad estudiantil a nivel nacional y el anacronismo de esos planteles por los cambios políticos, económicos, ideológicos e históricos asumidos en las últimas décadas en México.

En lo personal considero que esta obra es lectura obligada no sólo por los estudiantes normalistas mexicanos, sino por todos los interesados en el desarrollo y evaluación de la política educativa nacional en sus diferentes épocas. Es digno y recomendable el afán divulgador del ideólogo y editor Luis Hernández Navarro y sus empeños por ennoblecer a los verdaderos apóstoles formadores de la escuela rural, de los estrategas de la formación de docentes del México de la post revolución para concretar las conquistas del movimiento reivindicador.

En el capítulo en donde se refiere al maestro Burgos, afirma: “una de las versiones existentes sobre su destino final cuenta que en abril de 1971, sus cenizas se depositaron en terrenos de la normal a la que tanto esfuerzo y recursos dedicó”. Al respecto me permito expresar que esta opinión es rigurosamente cierta y seria. Fui testigo presencial de la solemne ceremonia efectuada el 24 de abril de 1971 en Chilpancingo, en donde el H Congreso del Estado rindió postrer homenaje a Don Raúl. Presidió la ceremonia el recientemente designado gobernador sustituto Lic. Israel Nogueda Otero. Posteriormente nos trasladamos a las instalaciones de la escuela normal que lleva su nombre en Ayotzinapa y en un acto igual de solemne, los profesores Celedonio Serrano Martínez, Miguel Aroche Parra y Herminio Chávez Guerrero ex discípulos, pronunciaron sendas oraciones fúnebres frente a cientos de asistentes.

Tengo en mi poder el escrito original de puño y letra de las palabras del maestro Celedonio y parte del escrito del profesor Aroche. Cito a don Celedonio: “es al frente de esta Escuela Normal Rural donde el maestro Raúl Isidro Burgos Alanís, alcanzó su mayor gloria y se consagró como un verdadero apóstol de la Educación Normal Rural de México, por sus sabias enseñanzas, por la forma de proyectarse intelectual y espiritualmente en sus alumnos, por la capacidad espiritual que siempre tuvo para poner y encauzar su humildad franciscana en el trato con las personas y porque allí realizó su mejor obra de tipo material como es el edificio que ocupa la actual escuela de Ayotzinapa Gro., que en gran parte lo construyó con sus propios recursos económicos. Murió el sábado 10 de abril de 1971 en el Hospital Inglés de la Ciudad de México a las 10 horas a los 81 años”.

Don Miguel Aroche afirmó ese día: “asistimos hoy a depositar las cenizas de nuestro maestro al pie del árbol que él sembró en este valle lleno de recuerdos gratísimos. Decimos que siempre lo respetamos y quisimos más allá del interés de la leal y abierta amistad y al frecuentarle disfrutamos de su bondad, de su amor entrañable a esta parte de la humanidad sin bienes materiales ni medios para expresarse…” El maestro Chávez Guerrero improvisó su discurso oratorio.

Vale la pena leer y opinar sobre este libro.

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