Rumbo al VII Concurso Nacional de Oratoria en Nayarit

Por: José Rodríguez Salgado

A los oradores guerrerenses. In memoriam

Escribí estas líneas ayer miércoles a la hora en que se efectuaba el Concurso Estatal de Oratoria convocado por la Legislatura Local, para seleccionar al joven guerrerense que habrá de representar al Estado en el certamen nacional que se realizará en breve en la capital nayarita, para rendir homenaje a Juan Escutia oriundo de esa tierra y uno de los Niños Héroes que murió el 13 de septiembre de 1847 defendiendo las instalaciones del H Colegio Militar ,ante la brutal invasión americana que tuvo como funesta consecuencia la pérdida de más de la mitad del territorio nacional.

Este encuentro será una magnífica tribuna para la juventud mexicana que confrontará ideas e insistirá en la defensa irrenunciable de la soberanía nacional. A propósito del arte de la palabra comento que el domingo anterior en la CDMX fui invitado por eminentes maestros e ilustres juristas: Joaquín Mier Peralta, Joel Zapata Montalbán, Alejandro Bello Hernández y Sidonio Nava Ramírez, a convivir e intercambiar añoranzas de nuestro querido Guerrero, que ha sido por más de siglo y medio cuna de grandes discípulos de Demóstenes. Decenas de personajes surianos cosecharon en buena lid sendos triunfos en justas estatales, nacionales e internacionales.

Recordamos a los entonces estudiantes Donato Miranda Fonseca, Alejandro Gómez Maganda, Caritino Maldonado Pérez, Jorge Montúfar Araujo, Píndaro Urióstegui Miranda, Juan Pablo Leyva y Córdoba, Arturo Nava Díaz, Juan Nogueda Soto, Florencio Salazar Adame, Rigoberto Pano Arciniega, Juan Muñoz Caballero, Antonio Alcocer Salazar, Imperio del Mar Rebolledo Ayerdi, César Alarcón, Jorge y Bernardino Vielma que ganaron nutridos aplausos en el cultivo de este arte que vale citar fue alentado por el periódico El Universal, Partidos Políticos y el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana. El Lic. Bello Hernández se refirió también al concurso estatal que gané en Iguala en febrero de 1960, este hecho motivó rememorar intervenciones afortunadas de Hermenegildo Rodríguez Hernández, campeón de Guerrero, Zacatecas, Campeche, Coahuila, Durango y en la Escuela Nacional de Maestros en 1958.

Con el correr del tiempo esa práctica ha sufrido evidente merma en universidades, tecnológicos, escuelas normales y demás instituciones de educación superior. Se afirma que la oratoria es un género pasado de moda, que resulta anacrónico el estilo ditirámbico y metafórico apoyado con citas de la cultura grecolatina, con brillantes exordios y mensajes de profunda raigambre lírica. En cambio se pronuncian porque los practicantes de la exposición oral y ponentes de distintas materias, obtengan en primer término, conocimientos firmes, conceptos humanístico-sociales y blandir con esos elementos, la espada flamígera de las ideas e imprimir la fuerza conceptual capaz de persuadir, convencer y conmover.

Tuve en suerte tener como maestros a Raúl Cordero Amador, Arqueles Vela, Francisco Xavier Amezcua Vargas, Samuel de la Lanza, Manuel Gallardo Zamora, Ángel Salas y Alfonso Sierra Partida. Escuché sus lecciones sobre esta práctica: Importa primeramente tener qué decir; tomar en cuenta que no son muestra de facilidad de palabra si no hacer del profundo conocimiento una lección perdurable de la filosofía y las ideas sociales. Además dominar los movimientos en la tribuna que deben ser intencionales, congruentes con las palabras, no exagerar los ademanes y usar los términos estrictamente necesarios. Mantener contacto visual permanentemente con el público y procurar que todos los movimientos sean elegantes, cadenciosos y obviamente naturales.

Cuidar la voz para dar belleza y claridad al mensaje. Un discurso de corrido sin pausas, pierde comprensión; evitar congestionar, eso aburre y abandona mentalmente al orador. La voz es producto de una corriente de aire que emitimos, hay que cuidar la inhalación y exhalación que sirven para administrarla. Insistían nuestros profesores que la dicción y el fraseo son tan importantes como el mensaje; entre cada signo de puntuación hacer un alto y cuando se hable de corrido se haga con fluidez, emotividad y coherencia. Si se pierde la idea central es preferible hacer discretamente un alto y recuperar el ritmo siempre apoyados en la cultura y el dominio de la palabra. No olvidar la disciplina, ni las buenas lecturas que cuentan tanto como la modulación (tono, timbre, volumen y velocidad).

Ojalá que el joven guerrerense que participe en ese concurso regale a la entidad un brillante desempeño teniendo presente que nadie puede hablar si no sabe, que nadie puede comunicar lo que no conoce y que a toda afirmación antecede el convencimiento. Éxito en la justa.

Septiembre 6 de 2023

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