El Milagro de Ignacio Zaragoza

Por: José Rodríguez Salgado

A Francisco Reyes Osorio, poblano de Acatlán. Saludos

Mañana 5 de mayo, México conmemora un aniversario más de la Batalla de Puebla entre el ejército invasor francés y los defensores del territorio y de la soberanía nacional. En esa fecha de 1862, Zaragoza reportó al presidente Juárez: “Las Armas Naciones se han cubierto de gloria”. Es tan grande la epopeya mexicana de ese día que se han escrito cientos de artículos, libros, ensayos, poemas, marchas, loas, himnos y panegíricos diversos. Y es que la gesta de las fuerzas comandadas por el general Ignacio Zaragoza, es un hecho glorioso significativamente relevante, forjador de la victoria que derramó el mayor júbilo sobre nuestro pueblo y por ser el más mexicano de nuestros héroes.

Vino al mundo en 1829 en bahía del Espíritu Santo, Texas cuando la provincia mexicana fue arrancada en 1847. Fue hijo de Miguel C Zaragoza y María de Jesús Seguín. En Matamoros hizo los estudios elementales, después pasó a Monterrey; estuvo en el Seminario, se dedicó al comercio y optó por la carrera militar; fue sargento en las Guardias Nacionales. En 1853 ya era capitán en otra compañía. Militó en las fuerzas liberales defendiendo al Plan de Ayutla, peleó en Saltillo, en 1856 se distinguió en la defensa de Monterrey. En 1857 luchó por la Constitución y la Reforma. Jefaturó las fuerzas que sitiaron Guadalajara derrotando a Leonardo Márquez. Fue subalterno del general Jesús González Ortega, en la batalla de Calpulalpan, con la que terminó la Guerra de Reforma.

En 1861 recibió el nombramiento de Ministro de Guerra, cargo que dejó para tomar el mando del Ejército de Oriente y luchar contra las fuerzas de la Alianza Tripartita que después estarían del lado de la intervención extranjera. Con este mando atacó en Acultzingo a los franceses; poco después el 5 de mayo de 1862, triunfó sobre ellos en la Batalla de Puebla que lo elevó a los altares patrios, ahí dio a la intervención una lección de patriotismo y libertad. Zaragoza fue figura mexicana notabilísima por su heroísmo militar. Murió a los 33 años en 1862 atacado por la fiebre tifoidea. Por Decreto Presidencial recibió honores póstumos en todo el país. Sus restos exhumados del Panteón de San Fernando de la Ciudad de México y trasladados a Puebla en 1976, reposan en la Unidad Cívica de la Batalla del 5 de Mayo de 1862, fue declarado solemnemente “Benemérito de la Patria”.

Su genio militar se fortaleció con el de los grandes estrategas de su tiempo, todos dignos de evocación patriótica como los comandantes, capitanes, generales, batallones, brigadas, cuerpos de rifleros y miles de soldados provenientes de Huauchinango, Tetela, Zacapoaxtla, Xochiapulco, Ciudad de México, Toluca, Oaxaca, Morelia, Veracruz, San Luis Potosí y Querétaro. Zaragoza dedicó su vida entera a mantener la cohesión y la integridad de la República, fue un hombre puro que no corre el peligro de ser mal comprendido, su figura se perfila luminosa, refulgente en cualquier horizonte; su biografía es breve, cabe en las palabras de Silao, Calpulalpan y Puebla al derrotar a los franceses, soldados invencibles del mundo.

La batalla del 5 de mayo en Puebla tuvo una gran importancia militar, al retrasar un año el avance del invasor y permitir al gobierno preparar más a fondo la defensa. Pero fue aún más importante el impacto moral; el pueblo vio que el extranjero no era invencible y que las armas nacionales se les podían enfrentar exitosamente. El general Lorencez comandante de las tropas enemigas se sentía seguro de ocupar con facilidad la capital de la República, contaba con unos 6 mil soldados franceses y con el auxilio de fuerzas conservadoras mexicanas. En vísperas de la Batalla de Puebla escribió al ministro de guerra de Francia: “Tenemos sobre los mexicanos tal superioridad de raza, organización, disciplina, moralidad y elevación de sentimientos que os ruego digáis al emperador que a parir de este momento soy el amo de México”.

La existencia del general Zaragoza se redujo a luchar por la libertad y vencer. Murió sin ser derrotado, esa es su aureola, cayó de pie, por eso es indiscutible su leyenda. En México se comentó que la primera condición que debe llenar una fiesta nacional es merecer ese nombre, nacional. En esa batalla se decidió el futuro de México. El 5 de mayo sirvió para salvar el destino del país y resucitar las energías del pueblo. Esa victoria fue una inyección de fe, la primera que entraba en el alma de la República, ahí se derrotó también la apatía y desesperanza que tenían estrangulada a la nación.

El milagro de Ignacio Zaragoza fue la apertura de la esperanza.

Mayo 5 de 2023.

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