29 Aniversario Luctuoso de Luis Donaldo Colosio

Por: José Rodríguez Salgado

A la memoria del profesor sonorense Pablo Mariscal Salazar, ex discípulo y amigo.

Hoy 23 de marzo se cumplen veintinueve años del sacrificio del político sonorense Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien fuera candidato a la presidencia de la República en 1994. Gran parte del pueblo mexicano recuerda esta fecha en que fue arteramente asesinado al concluir un mitin de campaña en Lomas Taurinas, de la fronteriza ciudad de Tijuana, Baja California. La reconocida encuestóloga y analista política María de las Heras (RIP), escribió que: “existieron épocas en que los hombres se daban tiempo para llorar a sus muertos; se dice que eran tiempos en los que se entendía y se respetaba el vacío, la tristeza, la incertidumbre y el miedo, todo eso a lo que llamaban luto y que se expresa vistiéndose de negro”. Ahora la mejor manera de evocar a Luis Donaldo Colosio, es por su obra, por lo que hizo, lo que dijo, lo que fue y por sus aportaciones a la teoría del poder.

En estos tiempos de confusiones y turbulencias, su visión de la política y su oferta para la sociedad mexicana siguen vigentes, de hecho constituyen una obligada referencia para dar un nuevo rumbo al país. No están fuera de tiempo sus ideas políticas ni sus propuestas para responder a las exigencias de la sociedad mexicana. La mayoría de comentaristas coinciden en calificar a Colosio como el gran impulsor de los cambios democráticos en el país para responder a los reclamos de la ciudadanía, pero “sin extraviar el camino y sin caer en aventuras irresponsables”. Ofreció cambios para proyectar a México ante el nuevo milenio sin perder los valores esenciales. Definió su pronunciamiento como una opción viable, partiendo de la reforma del poder que para él constituía un asunto prioritario de la agenda pública de fin de siglo. De esa manera se consolidaría una nueva relación de los ciudadanos con el Estado y la Democracia.

LDC fue un hombre de palabra y la cumplió. Su vida fue acallada por las balas asesinas, pero su voz y pensamiento permanecen vigentes con la fuerza y profundidad que imprimió a sus actos. Sacudió la conciencia nacional, eso explica que se respete su recuerdo y se convoque a todos a reflexionar sobre el significado de su muerte que lesionó la sensibilidad de la nación. Sufría y se irritaba ante la miseria de la gente y le preocupaba la incompetencia para remediarla; era un hombre que sabía contagiar su estado emocional, transmitía su mensaje sin artificios. Su herencia está presente por lo que dijo, pensó y escribió, sobresale su compromiso de legalidad, libertad, justicia, soberanía y democracia. Fue un hombre ecuánime, sereno, modesto, producto de la cultura del esfuerzo, como se le calificó en más de una ocasión, responsable de sus actos, perseverante en la tarea de diseñar el futuro de la nación y de buscar la armonía, las razones, la fuerza y los elementos para que su pensamiento transitara a la acción. Estaba convencido que un buen gobernante es aquel que practica lo que pregona y cumple lo que ofrece; que lleva al cabo iniciativas y buenos resultados.

Fue un mexicano de excepción, leal sus convicciones y pródigo en su pensamiento. Se preocupó de manera relevante por las etnias a las que había que mirar, atender y rescatar de manera inaplazable. El 6 de marzo de 1994 pronunció el célebre discurso que marcó su hora decisiva: “…Veo un México de comunidades indígenas que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fuerza de su cohesión, de su cultura y que están dispuestas a crear, participar y construir nuevos horizontes…” “…Yo veo un México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirla; de hombres y mujeres afligidos por el abuso de las autoridades, o por las arrogancias de las oficinas de gobierno; veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan; ciudadanos que aún tienen esperanza y que están dispuestos a sumar para alcanzar el progreso”.

Las balas que cegaron su existencia no tuvieron la fuerza para diluir el supremo dolor de un pueblo herido, que acrecienta su vacío, su tristeza e incertidumbre. Su asesinato dejó perplejos a los mexicanos y generó especulaciones e interrogantes aún sin claridad cabal. Fuera de toda duda, su ideario político sigue vigente y sus propuestas son guía para superar la gran crisis que azota a la nación. Sus ideas son fuente de inspiración y fortaleza para encauzar las grandes aspiraciones del pueblo mexicano: democracia plena, seguridad imperiosa, libertad sin cortapisas, unidad sin condicionamientos, veracidad en los hechos y en las palabras, buen uso de los recursos públicos, respeto invariable a la ley y las instituciones y fe sólida en el futuro de la nación. RIP.

Marzo 23 de 2023

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