El valor de la amistad

A mis amigos que están presentes en lo próspero y en lo adverso.

Por: José Rodríguez Salgado

Las razones para instituir el 14 de febrero como “Día del Amor y la Amistad”, son un buen pretexto para renovar votos, encender el fuego del afecto, leer un buen poema, intercambiar regalos, recordar antiguas hazañas, suspirar por la mujer amada, evocar sentimientos, pronunciar frases de aliento, pedir perdón, jurar adhesión eterna, llorar por lo imposible, intercambiar confidencias, multiplicar vehemencias, reiterar ruegos, encender cirios, hojear el álbum de los recuerdos, evocar lo que pudo ser y no fue, arrepentirnos de las equivocaciones, añorar los triunfos del amor, consolarnos por las batallas pérdidas, arropar al sufrido corazón, recordar el conocido refrán “el amor y la tos no pueden ocultarse” o el proverbio ruso “no hay árbol que el viento no haya sacudido”.

Del amor, el dolor y la amistad se han escrito millones de experiencias como que cada quien habla de los caminos de la vida según los tropiezos afrontados o alegrías y satisfacciones acumuladas. La mayoría de las personas consideran sano celebrar una fecha para entonar el himno del amor y la amistad, como dicen los chinos “la gente se arregla todo los días el cabello, ¿por qué no el corazón?”. Don Vicente Carbajal García, mi profesor de sexto grado de la escuela primaria “Redención Proletaria” de mi pueblo, repetía a propósito de la amistad el verso de Alfonso El Sabio: “quemad viejos leños/ bebed viejos vinos,/ leed viejos libros,/ tened viejos amigos”. Así nos motivaba a cultivar el respeto mutuo, entender el valor de la cultura y de la amistad, practicar la solidaridad humana por sobre todo.

Con mis compañeros de clase llevé a feliz cumplimiento esas recomendaciones de buen trato y cordialidad. Años después escuché al comunicador Sergio Sarmiento quien recomendaba “rendir homenaje al ya casi olvidado arte de la amistad». El italiano Francesco Alberoni manifestaba que “la amistad existía en época de Confucio, existe hoy y no hay motivos para pensar que vaya a desaparecer en el futuro. La amistad es un modelo ideal que requiere ser respetado, mientras lo adoptemos, el mundo seguirá colmado de amigos que al vernos nos sonríen”.

Afirmación certera y feliz la del poeta castellano Francisco de Quevedo y Villegas, “la verdadera amistad ha de ser como la sangre, que acude de inmediato a la herida, sin esperar a que la llamen”. Los estudiosos del tema consideran que en la amistad no podemos proclamar una cosa y hacer otra. Al hablar de los pactos afirman que han de ser respetados, la confianza recompensada. La amistad ha de ser leal, sincera, limpia. El amigo debe querer el bien, no con palabras, sino concretamente debe acompañarlo en los momentos de necesidad.

En la amistad no se debe engañar ni hacer el mal; hay que saber cuáles son las virtudes del otro y valorarlas. El amigo debe ser abierto, lleno de vida, divertido, no debe aburrir ni abrumar y tampoco debe ser demasiado generoso para no obligar a la contraparte a la correspondencia y reconocimiento. El amigo verdadero es el que inspira confianza profunda, sentimiento sereno y transparente, imbuido de fe, altruismo y desinterés. En la amistad no hay lugar para el odio, sólo espontaneidad y autenticidad.

En los cincuentas del siglo pasado llegó a Teloloapan para enseñar literatura en la ESIMA, el profesor Antonio Cavazos Cardona, un docente de inmensa cultura. A él escuché la sentencia de Emerson “la única manera de tener un amigo es serlo”. El ilustre profesor tamaulipeco explicaba que cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida, nos enriquece y perfecciona”. En efecto un amigo es una persona con la cual se puede pensar en voz alta.

Afortunadamente he contado con el bálsamo de la amistad para curar mis heridas cuando ha sido necesario. He bebido el buen vino del consejo y compañía. He entendido que la mejor manera de hacer y conservar a los amigos es saber escucharlos y tratarlos con respeto, apoyarlos siempre sin esperar recompensa; dentro de la fraternidad, el honor en la palabra y la acción.

Con el paso de los años nos vamos quedando sin amigos y resulta difícil o insuficiente sustituirlos. Nos falta su amenidad, respeto, confianza y caro afecto. Aprender a hacer amigos entraña un alma sencilla y generosa, escuchar, entender, compartir, apoyar y servir. El maestro Reyes Pimentel afirmaba que quien dejó de ser amigo, nunca lo fue.

Felicidades.

Febrero 16 de 2023.

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