Maestro y Orador de altos vuelos

Por: José Rodríguez Salgado

A los familiares y amigos de Víctor Celso Cruz Montes.

Hace ocho días se cumplieron 17 años del fallecimiento del profesor Víctor Celso Cruz Montes en la ciudad de Iguala que lo adoptó desde sus primeros años de vida. Relataba que doña Juanita su señora madre, llegó con sus pequeños hijos de Meacatzingo, municipio de Teloloapan, Gro., pues había quedado viuda. Trabajó afanosamente para el sostenimiento de su familia. En la cálida Iguala estudiaron la primaria y llegado el momento poco a poco se incorporaron al magisterio rural y se inscribieron en el Centro Oral #11 del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio del que egresaron con el respectivo título.

En el caso específico de Víctor Celso desde niño se distinguió por su gran facilidad de palabra, gracias a su buena memoria y gran habilidad para ejercitar la declamación y la oratoria. En esta última, fue exitoso en certámenes locales y en el estado de Guerrero. El libro “El Verbo de la Juventud” de don Guillermo Tardiff, organizador de los concursos de oratoria del periódico “El Universal”, así lo registra. Seguro de sí mismo, con propiedad y firmeza cautivó al público de su tiempo y obtuvo merecidos aplausos gracias a sus conocimientos, amplia cultura y habilidades en el arte del bien hablar. Tenía gran capacidad para exponer sus ideas y una facilidad extraordinaria para comunicar su mensaje con optimismo. Fue calificado como Excelso Príncipe de la Palabra.

Incursionó por años en el periodismo radiofónico junto con destacados maestros igualtecos que dejaron huella en los radioescuchas que les fueron fieles por más de 30 años. Uno de los contertulios fue el maestro Gregorio González Galarza. Exponían con profesionalismo su pensamiento político y su visión sobre los problemas sociales, económicos, educativos y políticos de su entorno haciendo gala de firmes convicciones e información confiable expresada con profundidad y sencillez. Durante años fue maestro de ceremonias en los actos cívicos, educativos y sociales. Lo mismo fungía como presentador de quinceañeras, que figura indispensable para pronunciar brindis en las bodas u oraciones fúnebres en los panteones de Guerrero.

En otras ocasiones he referido sus cualidades como educador, sus innumerables discípulos y amigos así lo manifestaron en su época. Fue maestro en la plenitud y soberbia madurez, reconocido como intelectual y sus contemporáneos dejaron su testimonio. Entre ellos cito al escritor y polígrafo Hermilo Castorena Noriega, al historiador, poeta y cronista Rafael Domínguez Rueda, al maestro y escritor Margarito López Ramírez, al doctor Jorge Mazón Rebolledo, al matemático Catalino Macedo Vences, al poeta Manuel S. Leyva Martínez, al doctor Eusebio Mendoza Ávila, al profesor Samuel Pérez Alarcón, al señor Cipriano Tabares, a su amigo Lorenzo Barrios, al doctor Roberto Sevilla W., al maestro Jesús Díaz Ochoa, al poeta Isaac Palacios Martínez, al comunicador Delfino Quinto Martínez, al periodista Jorge Albarrán Jaramillo, a los profesores Felipe Carreto Arriaga, Norberto Escalera Gatica, Héctor Jesús Hernández Ramos, Lamberto Sánchez Bahena, David Pimentel Pérez, Oscar Bárcenas Nava, Neófito Valladares Peralta, Ruffo Alejandro Montiel, Natalia Martínez Padilla, Marlenis Ocampo Nogueda y decenas más. Todos lo conocieron, trataron, disfrutaron su arte, gozaron su amistad y enseñanzas.

Para él, servir a Guerrero y su cultura fue un imperativo indeclinable. Anheló que los pueblos tuvieran plena conciencia de su pasado y se afanaran por ser dignos de su historia, justicia y valores supremos del progreso, la ciencia y la cultura, forjando en todos los seres humanos la libertad y la convicción del deber y del cumplimiento dentro de la fraternidad universal. Celso estaba convencido que la historia es un pasado común, quería un presente con las mejores condiciones para todos, un porvenir igual y solidario. Deseaba que la superación fuera con unidad, amor y equilibrio.

Fiel a su vocación, cumplió con creces las tareas más nobles y adquirió la madurez ciudadana en la lucha cotidiana por la verdad. Fue ameno y sabio, tuvo la gran sensibilidad para adaptarse a los ambientes más disímbolos y a los tratos más difíciles. Como funcionario se condujo con eficiencia. Se especializó en letras españolas y supo transmitir los valores literarios con propiedad.

Me uno respetuoso al recuerdo de su familia y confirmo la riqueza de su pensamiento pedagógico y de su acción humana y bienhechora. Descanse en paz.

Febrero 9 de 2023

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