Evocación de Cándido Pineda Barrios
Por: José Rodríguez Salgado
A la familia Pineda Sotelo, de fuerte raigambre. Un saludo respetuoso
El pasado 2 de febrero se cumplieron 104 años del natalicio del profesor teloloapense Cándido Pineda Barrios. Fue hijo de don Emilio Pineda Ríos y de la señora Ana Barrios Arellano. Realizó sus estudios en la Escuela Primaria Urbana del Estado, de la que egresó en 1932. La secundaria la acreditó en la ESIMA, fue miembro de la primera generación (30 de junio de 1940). Obtuvo su título de profesor de enseñanza primaria en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio. Hizo la especialidad de matemáticas en la Escuela Normal Superior de México. Se inscribió en la Escuela de Artes Plásticas “La Esmeralda” en la Ciudad de México, para realizar cursos libres de pintura, dibujo y modelado. Trabajó en la SEP desde 1943 y se jubiló en 1983, reingresó en 1985 y se separó definitivamente en 1990.
Ocupó cargos docentes, directivos y administrativos dentro del Sistema de Secundarias Foráneas y de Educación Tecnológica. Fue un destacado promotor de las secundarias en el país. Describir la hoja de vida del maestro ocuparía varias decenas de páginas como se explicita en mi libro “CPB, Misión, Apostolado y Destino” (2005). Me ocupo en esta ocasión a socializar con los lectores, su actuación como maestro, formador y orientador de cientos de jóvenes teloloapenses que tuvimos el privilegio de estudiar en la ESIMA, de la cual fue auténtico representante y artífice de múltiples destinos junto a distinguidos profesores que dejaron huella en esa localidad guerrerense.
CPB fue un vidente de la educación, lo afirmo convencido, después de cerca de 70 años de haber sido su discípulo y amigo. Él nos ayudó a descubrir la riqueza espiritual del pueblo guerrerense y sus limitaciones, además de divulgar y perpetuar las tradiciones y costumbres locales. Nos recomendaba frecuentemente que buscáramos en las lecturas, la prosa amena, el método, la profundidad y el equilibrio en los textos. Como profesor sembró en la juventud el amor por el estudio, disciplina, trabajo y comportamiento responsable y honesto. Fue un ser extraordinario, congruente, innovador, optimista, luchador, combativo, ajeno a la indolencia, desidia y los antivalores. Hasta su muerte el 3 de abril del 2011, actuó con rectitud y patriotismo, por ello nuestra permanente consideración.
Sorteó tempestades, afrontó los mares borrascosos y salió avante con energía, verticalidad y conducta alentadora en pensamiento y acción. Es la suya, una vida de estudio, perseverancia, sabiduría, meditación y fecundo impulso creador. A su criterio humanista unió su inteligencia privilegiada y brilló en cuanta iniciativa emprendiera. Eso explica el homenaje que le tributó el gobierno y pueblo de Guerrero al otorgarle el Premio Civil “Ignacio Chávez” (2009) por sus aportaciones a la educación nacional, como quedó registrado en la prensa guerrerense y en la distinción de la Comuna Municipal de Teloloapan al imponer su nombre a la Vía Rápida de esa ciudad. De la misma manera muchas personalidades e instituciones exaltaron sus valores humanos, su acción e inteligencia en favor de una política educativa trascendente.
Al agradecer el homenaje que le rindió el Círculo Social y Cultural Teloloapense, A.C., con motivo de su 90 aniversario, expresó: celebro que la vida me haya permitido llegar a esta fecha con ustedes mis amigos, mi familia y ex discípulos; con su trato aprendí a ser un hombre entero, humilde y bien nacido. Todos fortalecen mi gastado corazón y me aportan el mejor tesoro de la vida. Arribo a los 90 años sin remordimientos y con el alma cargada de dulces recuerdos. No soy acreedor a reconocimiento alguno, pero me conforta y alegra en el proceso de la vida, haber contado con una esposa amantísima y solidaria. Mis hijos son mi mayor orgullo. Serví al país con emoción y entrega.
Efectivamente, llegó a esa edad con plenitud, modestia, sencillez y maduro comportamiento, con más juventud que muchos jóvenes y con más experiencia que varios viejos. Todavía vivió unos años más con mesura, tranquilidad y equilibrio. Un día antes de su deceso se reunió con varios amigos y paisanos. Cuando se ha subido la escalera de la vida se aquilata mejor la merma de las facultades que acompañan las vicisitudes de la existencia. El hombre de estos tiempos difíciles y agitados, es siempre hijo de su tierra, de sus afectos y también de sus esperanzas. Pero los frutos sobreviven en las obras, las palabras de bien, en el valor de lo bello, lo justo y lo verdadero. Las ideas sólo se engrandecen con la ayuda imprescindible de los conceptos de solidaridad plena y adhesión a convicciones y principios, esa fue su enseñanza. Recuerdo con respeto y gratitud al maestro Cándido Pineda Barrios. RIP.