Enero en los afectos

Por: José Rodríguez Salgado

A don Hermilo Rodríguez Ariza mi padre, con venturoso recuerdo.

En el devenir del tiempo, enero es tal vez de los meses del calendario el que a mi parecer ofrece en el libro abierto de mis afectos mayores expectativas por el poder de lo nuevo y la decisiva complicidad del porvenir. En lo estrictamente personal aprecio las oportunidades que se me brindan en las evocaciones de amigos y maestros. Natalicios, efemérides, aniversarios y notas necrológicas desfilan por mi agenda con imperturbable presencia. Cómo olvidar que en enero nacieron por ejemplo los profesores: Fulgencio Cabrera Salgado (1°), Epifanía Jaimes (6), Salvador García Pastrana (9), Jaime Silva Ochoa (13), Víctor Bernal Barbosa (13), Ermilo Abreu Gómez (13), Hermilo Castorena Noriega (13), Hermilo Rodríguez Ariza (13), Manuel S. Leyva Martínez (15), Neófito Valladares Peralta (20) y Marcolino Valle Rodríguez (24). Un 22 de enero falleció Agripino Hernández Avelar, poeta de grata memoria. Los menciono por el recuerdo cercano de su amistad, ejemplo y enseñanza.

En breves líneas compartiré con los lectores de esta columna algunas referencias de quienes integran este modesto pero significativo retablo de seres con singular amistad, que desinteresadamente recibí y correspondí ampliamente. Estás notas no pretenden ser un testamento, mucho menos biografías intelectuales, tal vez sólo me quede en el propósito de las acotaciones a sus vidas y al papel que representan en mi formación personal y en mi crecimiento emocional. Son luz que alumbra la senda en busca de la riqueza cultural y humanística acumulada en los mejores años, que me han permitido vivir, sobrevivir y detener los instantes significativos de mi existencia.

Los recordamos cientos de amigos, por sus aportaciones en su tiempo mediante la memoria, recurso irrevocable. De los mencionados guardo la imagen limpia de nubarrones y turbulencias, su actuación trasciende al fértil campo de la palabra. Valoro su ejemplo que me señaló el único recurso para juzgar y juzgarnos en el tiempo. Octavio Paz amado poeta y nobel nuestro sostiene que “Sabio y caprichoso como el viento es el tiempo, parece que no sabe lo que hace y no obstante pocas veces se equivoca”. Por eso hay que defender al tiempo y al hacerlo se defiende la cultura y la manera de vivirla en la historia.

Evoco a mis amigos, a mis maestros, a mi padre amo su legado y en la medida de lo posible reproduzco su lección. Los recuerdo en su tiempo que es la eternidad en movimiento. No quiero olvidar a los seres extraordinarios que me dieron la alegría de encontrar respuesta a los términos gratitud y amistad. Dicen que la amistad es la gran liga inicial entre el hogar y el mundo; que la amistad le abre el camino a los sentimientos y a la solidaridad. Todos ellos, aún sin proponérselo contribuyeron a forjar su entorno, a ennoblecer los principios de su cielo vital y formar a sus familias con el lenguaje del amor y el esfuerzo.

Salvador Gonzalo García Pastrana, veracruzano de Cd. Mendoza, se esforzó siempre por servir a sus compañeros maestros. A él le debo mi incorporación al Comité Ejecutivo Nacional del SNTE en los sesentas; a don Hermilo Castorena Noriega, un ser excepcional a entender y descifrar los secretos de la cultura y a descubrir en cada línea el torrente de las palabras; a Víctor Bernal Barbosa, mirar en cada texto, en cada rasgo humano la carga espiritual de siglos de experiencia, administrador público de profesión deja su huella en las aulas universitarias y en los libros que publica; de Ermilo Abreu Gómez, aprendí a que la gramática es el orden de las palabras en la oración y la sintaxis es el orden de las ideas en la misma.

Rememoro a los maestros Fulgencio Cabrera Salgado, (Zumpango de Neri); Neófito Valladares Peralta, (Tlapehuala, Gro.); Jaime Silva Ochoa, (Colima, Col.); Epifanía Jaimes (Cuaulotitlán, Tlalchapa), que dedicaron su vida a la enseñanza y con rigurosa habilidad desentrañaron el futuro del magisterio. Afortunadamente quedan Fulgencio y Neófito para contarlo.

Reservé estas líneas deliberadamente para comentar que Marcolino Valle Rodríguez, originario de Chilapa de Álvarez, que realiza un trabajo pertinaz y servicio eminente en favor de las mejores causas desde la ciudad de Mexicali, B.C., en la que radica desde hace 25 años, después de haber laborado como profesor en la zona tarahumara de Chihuahua y en Tijuana, B.C., “lugar en donde empieza la patria”. Estudió en el CREN de Iguala y desde ahí esparció sus dones magisteriales. A los que viven remito mi gratitud, a los que fallecieron les reitero mi reminiscencia. A mi padre entrego mi devota admiración y gratitud por siempre, que en paz descanse.

Enero 12 del 2023.

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