Natalicio de José Clemente Orozco
Por: José Rodríguez Salgado
En recuerdo del pintor y escultor teloloapense Enrique Corrales.
Ayer se cumplieron 139 años del natalicio del muralista jalisciense José Clemente Orozco Flores. En su autobiografía anota: “nací el 23 de noviembre de 1883, en Cd. Guzmán, conocida también como Zapotlán el Grande en el estado de Jalisco”. Generalmente se le asocia por afinidad ideológica y por la propia naturaleza de su trabajo artístico a las controvertidas personalidades de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo.
Cuando cumplió dos años la familia Orozco Flores viajó primero a Guadalajara y después a la capital del país. Cerca de su domicilio funcionaba una imprenta en donde se hacían los grabados de José Guadalupe Posada. Ahí conoció su obra y comenzó a interesarse en la pintura. Describe que las primeras lecciones de color las recibió observando a Posada. Trabajar en la tienda del editor Vanegas Arroyo, cuando regresaba de la escuela, se detenía a observarlo por minutos y de ahí surgieron sus primeros impulsos por trazar figuras. Pronto se inscribió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, para tomar clases nocturnas de dibujo.
En 1887 sus padres lo enviaron a estudiar en la Escuela Nacional de Agricultura en la colonia San Jacinto del barrio de Tlacopan. En esa institución advirtió que ese no era su lugar, pues nunca se interesó en las actividades agrícolas. Sin embargo esos estudios le permitieron ganar algunos medios para solventar necesidades elementales, realizando dibujos de mapas topográficos. Ya en 1909 decidió consagrarse por completo a la pintura.
Contrajo matrimonio con Margarita Valladares, con quien procreó tres hijos. Para cubrir los gastos de la casa realizó sus primeras litografías de la vida indígena a la par que mostró interés por la pintura mural, hasta lograr perfecto dominio de su técnica, que le mereció el reconocimiento unánime. En el fértil período de entre guerras hizo florecer el arte pictórico mexicano gracias a sus originales creaciones marcadas por las tendencias artísticas que surgían en el continente europeo.
De 1911 a 1916, colaboró como caricaturista en algunas publicaciones como “El Hijo del Ahuizote” y “La Vanguardia”. Realizó acuarelas ambientadas en los barrios bajos de la capital mexicana con especial presencia de algunos antros nocturnos muchas veces sórdidos. En 1922 se unió a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros en el Sindicato de Pintores y Escultores, con el intento de recuperar el arte de la pintura mural. Este movimiento tuvo gran repercusión internacional y llegó a tener y llenar de monumentales obras las ciudades de la República Mexicana. Estas pinturas se significaron por su tendencia nacionalista, didáctica y popular. El movimiento pretendía poner en práctica la concepción del “arte de la calle”.
En 1926 por encargo de la SEP pintó en la Cd. de Orizaba el mural “Reconstrucción”, en el edificio que ocupaba el Palacio Municipal. La segunda etapa mural de Orozco se inició a partir de su estancia en los EE.UU. en 1927. Ahí realizó tres obras importantes. En Nueva York hizo dibujos y pintó óleos que muestran el carácter deshumanizado y materialista de la gran urbe. Fue un artista que optó por el compromiso político cuyos temas referentes a la Revolución Mexicana reflejan con atormentado vigor e insuperable maestría la tragedia y el heroísmo que llenan la historia patria.
Viajó a EE.UU. y fue invitado al Pomona College en California. En el Frary Hall pintó la figura de Prometeo, héroe mítico que valientemente se apodera del fuego divino para entregarlo a los mortales. En 1930 realizó unos murales en New School of Social Research, después enseñó técnicas del fresco en Hanover, New Hampshire. Regresó a México en 1934 para trabajar en el INBA; después viaja a Guadalajara a pintar en la Universidad y en el Palacio de Gobierno. En el Hospicio Cabañas, realizó su obra monumental de 1937-1938.
Sus pinturas significan un compendio de filosofía humanística que profesó desde joven. En 1940 se establece en México y expone los bocetos de su obra mural. En Jiquilpan, Mich., pinta en la biblioteca Gabino Ortiz; en Nueva York nuevamente realiza otro mural con el tema del peligro que vive la humanidad con el fantasma de la guerra. De 1941 a 1944 plasma los frescos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al final de su vida hizo pintura de caballete. Fue miembro fundador de El Colegio Nacional y recibió el Premio Nacional de Bellas Artes. Falleció el 7 de septiembre de 1947. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres, Panteón Civil de Dolores CdMx.
24 de noviembre de 2022