Las mujeres en la lucha independentista
Por: José Rodríguez Salgado
A Marcela Mora Brito, condiscípula y amiga. Saludos
Salvo algunas ciudades y pueblos en el país, México está celebrando la gesta del inicio de la lucha por la independencia nacional. Una de las entidades que desafortunadamente se han privado de la jubilosa experiencia patriótica, fue Sinaloa y algunas partes de Michoacán, lugares en que los hechos violentos impidieron las respectivas celebraciones en honor de los héroes, ceremonias convertidas en lección y relato en donde los monumentos son precepto, no mausoleo; oración promesa, no solamente recuerdo.
Esta fecha debe ser un enorme esfuerzo de concordia. Independizarse es identificarse. En 1810 identidad e independencia se hallaban cautivas e inciertas, aspectos que más demandan los mexicanos; requieren voluntad maciza, perspicacia, convicción, perseverancia. No basta un esfuerzo. Se exige una hazaña. Ahora que para nuestro infortunio se reproducen viejos proyectos y formas, hacen que el pueblo viva horas cruciales de nuestra vida constitucional. Ante el negro panorama debemos recordar que somos una nación que encuentra razones fraternas que superan diferencias.
Ante todos los peligros y circunstancias adversas mantengamos el ánimo en alto, permanezcamos unidos, rechacemos las bravuconadas de tribuna y propongámonos mantener la independencia; cuidemos la vigencia de los derechos humanos como rumbo y destino. A la par no perdamos la esperanza de que el equipo gobernante reaccione para alentar la participación de todos y no las unanimidades forzadas. Un buen gobierno debe ponderar, razonar y gobernar. Con cabal aprecio por la verdad, podremos caminar juntos aún en el disenso.
Con la verdad se vive sin intermedio, en el fuero de la conciencia. De esta manera la patria saldrá distinta, más fuerte y crecida. La historia dará a cada quien el lugar que merece. Hagamos de estas celebraciones la oportunidad valiente de reconocer las aportaciones de todos en la vigencia del significado de la independencia. Merecen aprecio todos: trabajadores de la ciudad y del campo, profesionistas, hombres de empresa, intelectuales, estudiantes, servidores públicos y privados, especialmente las mujeres que en los hogares afianzan a la familia mexicana.
Es bueno reconocer siempre su participación en las luchas de México. Mujeres consideradas conspiradoras debido a su participación en el movimiento armado de independencia; por ser guerrilleras, esposas de los líderes, incluso quienes sirvieron de correo. Historiadores, narradores, investigadores reconocen la importancia de su desempeño en este proceso político y social. Su presencia en el movimiento fue relevante. Además de Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Gertrudis Bocanegra y Mariana Rodríguez del Toro, hay mujeres que fueron esenciales en esa etapa de la historia.
Hubo además un importante grupo de mujeres llamadas “Las Seductoras” pertenecientes a distintas clases sociales, algunas muy bellas, que se dedicaban a convencer a los militares realistas a integrarse a las filas del Ejército Insurgente. Tal es el caso de Carmen Camacho y Tomasa Estévez, a quien decapitaron para luego exponer su cabeza en la plaza de Salamanca, con la siguiente leyenda: “Para escarmiento de su sexo”.
Este capítulo durante años permaneció en la penumbra hasta que por fin en los últimos tiempos se ha destacado su papel preponderante. Muchas fueron a menudo perseguidas, encarceladas, descalificadas y condenadas por “adictas a la insurgencia”, como se les llamaba en las actas de los tribunales de la inquisición. Los casos de Leona Vicario y doña Josefa nos permiten entender el contexto general que al inicio del siglo XIX experimentaban las mujeres y la manera en que contribuyeron a crear una nueva identidad.
Cuando se recorren las calles del Centro Histórico de la capital, poco se repara que en esas mismas fueron habitadas por seres que mucho hicieron por la lucha; sus vidas han sido olvidadas no obstante haber mostrado cualidades excepcionales en un tiempo en que su papel era de subordinación en todos los campos. Ellas ayudaron a cambiar la historia.
Además de las ya nombradas, un verdadero ejército de féminas permanece en el anonimato, merecen un perdurable reconocimiento.
Septiembre 25 de 2025.