Mexicano de perfil universal
Por: José Rodríguez Salgado
Al educador José Ángel Pescador Ozuna, digno ex titular de la SEP. Afectuosamente.
El maestro José Vasconcelos escribió también libros de crítica literaria y su famoso ensayo “La Raza Cósmica” (1925), es de trascendencia vital para interpretar su pensamiento. Muchas ideas se retomaron luego en “Bolivarismo” y “Monroísmo” (1934). Son imprescindibles también sus estudios “Historia y Tragedia” (1959), “Prometeo Vencedor” (1916) y “Los Relatos de la Sonata Mágica” (1933). De manera póstuma se publicaron entre otros los ensayos “Castas Políticas” (1959).
La vida del maestro no puede entenderse si se deja de lado su más importante aportación a la vida del país: su pasión por la educación, la justicia y la libertad; su espíritu democrático y latinoamericanista; su amor por México y apertura a lo universal; su afán de trascendencia y el proyectarse como un lúcido y activo constructor de instituciones educativas en un programa de alcance nacional que pervive orgullosamente hasta nuestros días (v.gr. el lema de nuestra máxima casa de estudios y el magnífico edificio de la SEP en la calle de Argentina #28 del Centro Histórico de la CDMX, con todo el simbolismo que encierran).
Las fuentes esenciales donde encontramos su obra y misión educativas son inicialmente los documentos oficiales y discursos pronunciados al frente del Ministerio de Educación Pública y de la Rectoría de la Universidad Nacional que expresan el testimonio escrito de la obra emprendida. Pero aquí no se agotan las fuentes, puede consultarse la afortunada síntesis de esa tarea en la “La Antología de los Textos sobre Educación” y en ensayos cómo “El Monismo Estético” (1918), “Ética” (1932), “Filosofía Estética” (1952), así como en artículos de periódicos, cartas, folletos y conferencias dictadas en diversas instituciones nacionales y extranjeras, que constituyen un valioso material para conocer su pensamiento filosófico-educativo.
Su premisa fue trabajar incansablemente sin pérdida de tiempo y enseñarnos a vencer la realidad en todos los órdenes, lo que conlleva laboriosidad constante, disciplina y no sumisión a los problemas, sino más bien acción para vencerlos, que fue lo que intentó toda su vida. Vasconcelos concebía a la educación como “la fuerza motora, el hilo conductor de la sociedad, como el vínculo de unidad entre todos los mexicanos”, que traería a su vez el renacimiento del alma, la raza, el idioma, la cultura y las tradiciones de nuestro país.
Su vasta obra educativa realizada a lo sumo en cuatro años intensos (1920-1924), es grandiosa y se convierte en epopeya y desafío permanentes para el escrutinio de la crítica de la política educativa de México. Tuvo visión y proyecto, voluntad política y decisión personal para realizar sus planes, él pensaba y así lo cumplió que “se pueden realizar las cosas, vencer todos los obstáculos de orden personal, político, económico o social, únicamente por amor a la Patria. Era un hombre de palabra, dispuesto a los mayores sacrificios, trabajos y esfuerzos por llevar a la práctica lo que percibió como una necesidad insoslayable del pueblo mexicano, un requerimiento ciudadano y patriótico, fundado en la justicia social y dignidad de los mexicanos; una educación de calidad capaz de formar hombres y mujeres libres que puedan juzgar la vida desde un punto de vista propio; de producir sustento y de forjar a la sociedad de tal manera que todo hombre esté en condiciones de conquistar una cómoda manera de vivir.
El maestro de América amó el trabajo, la dignidad y el honor; estaba dotado de una notable inteligencia, fuerte voluntad y generosidad inquebrantable con profundo amor a México y sensibilidad democrática y social. Era notable su profunda adhesión a la tierra, a su gente, era un hombre comprometido con lo que hacia y lo que pensaba procurando ser fiel a sus convicciones más íntimas de carácter personal, filosófico y político-social. Su vida entera lo demuestra. No se arredró ante nada y emprendió todo aquello que le pareció valioso, aún a costa de sufrir persecución, auto desterrarse, perder fraudulentamente unas elecciones, o no ser comprendida su labor.
Hombre verdaderamente universal. Para él la revolución educativa y social no requiere armas de fuego que desatan la guerra y matan a seres humanos. Su revolución fue con las armas de la inteligencia, de la imaginación creadora, del trabajo incansable y de la firme voluntad para conseguirlo. Falleció en la Ciudad de México el 30 de junio de 1959. Sus restos descansan en el Panteón Jardín de la capital del país. Julio 10 de 2025.