Evocación de José Vasconcelos
Por: José Rodríguez Salgado
En recuerdo del Lic. Eusebio Escamilla Hernández de Acatlán de Osorio, Puebla.
A los grandes hombres generalmente se les conoce por la obra realizada más que por su nombre. A sesenta seis años de su muerte, cumplidos exactamente hace tres días, dedico la presente evocación al Maestro de América José Vasconcelos Calderón, a decir verdad desafortunadamente es poco conocido por las nuevas generaciones. El propósito de estas líneas es intentar acercar su vida y obra que constituyen feliz testimonio de un hombre virtuoso. Figuras relevantes de la intelectualidad mexicana en épocas pasadas se ocuparon de analizar con sentido crítico sus libros y personalidad en su conjunto.
Entre otros estudiosos encontramos a Octavio Paz, Enrique Krauze, Sergio Pitol, Antonio Castro Leal, José Luis Martínez, Rodolfo Usigli, Mariano Azuela, José Joaquín Blanco, Cristina Pacheco, Fabianne Bradu, Maryse Cachie-Pineda, Silvia Malloy, Javier García Diego, Martha Robles, Víctor Arciniega, Andrea Revueltas, Rafael Olea Franco, Cristopher Domínguez Michael y Anne Marie Jalinet, entre otros.
Vasconcelos no ha formado parte de la “historia oficial” de nuestro país como pueden serlo los héroes patrios o personajes ilustres por méritos propios o adosados por la Revolución Mexicana, como Madero, Carranza, Obregón, Calles, Cárdenas, etc., quizá debido a que estos últimos fueron políticos más que intelectuales críticos del sistema, como lo fue el licenciado Vasconcelos. No puede olvidarse en diversos medios oficiales y en grupos radicales que fue un destacado cuestionador de los gobiernos de su tiempo y su pluma abatió a más de un defensor de los caudillismos que resultaban contrarios al espíritu democrático que nuestra nación necesitaba. Fue además un trabajador incansable y eso le creó un halo de grandeza en su entorno, pero también multitud de enemigos.
Realizó obras verdaderamente monumentales como la creación del Ministerio Federal de Educación Pública (hoy SEP), con el espléndido edificio que nos legó en el centro histórico de la capital del país (pleno de simbolismo y proyección cultural y educativa), así como la reorganización y enaltecimiento de nuestra máxima casa de estudios que según sus palabras pronunciadas en el “Discurso con motivo de la toma de posesión del cargo de rector de la Universidad Nacional de México” (1920 )“No vengo a encerrarme en ella, sino a procurar que todos sus tesoros se derramen a través del derroche de ideas, por que la idea sólo en el derroche prospera”.
Vasconcelos era polémico y desafiante, alma grande cuya vida entera la dedicó a producir ideas y ponerlas en práctica. Por ello, así mismo se calificaba como “alma activa”, no llegaba a la universidad a trabajar sino a pedir a la universidad que trabaje por el pueblo. Lo logró sin duda y lo hizo mostrando la magnanimidad de su obra político educativa. Este hombre escribió sus memorias y las entregó “no a la ejemplaridad, sino al conocimiento”. Tienen razón quienes califican su vida como la de los grandes próceres “ni trivial, ni sencilla”, porque en ella se entremezclan pasiones e ideales, rebeldía y lucha, amor hacía los suyos y desprecio hacía sus enemigos.
Sus datos biográficos los aporta él mismo en su “Tetralogía”: Ulises Criollo (1935), La Tormenta (1936), El Desastre (1938) y El Proconsulado (1939). Obras voluminosas que en su versión original contenían 536 y 838 páginas respectivamente. Editorial Botas. Un quinto libro donde también recoge sus memorias es “La Flama”, que fue publicada en 1959, el mismo año en que falleció. Pero no solamente en sus libros de memorias se proyecta Vasconcelos como hombre visionario, demócrata y líder, sino más bien que cualquier escrito suyo refleja su espíritu indomable y su enorme obra realizada. En “La Raza Cósmica” propuso a Latinoamérica como la cuna de una quinta raza universal que reúne elementos de todas las civilizaciones del mundo.
Sus primeros libros, fueron de índole académico y filosófico. Escribió un tratado sobre Pitágoras (1916), Metafísica (1929), Ética (1932) y Estética (1935). En 1918 bautizó su perspectiva filosófica como “Monismo Filosófico” que representaba el intento por lidiar con el mundo como una unidad cósmica. Así lo expuso en su obra “Todología” (1952). Vasconcelos además fue un devoto de la divulgación. Publicó: “Estudios Indostánicos” (1921), “Historia del Pensamiento Filosófico” (1937), “Breve Historia de México” (1937) y “Manual de Filosofía” (1945), entre otros libros destinados a formar al lector en diversos temas de interés cultural. Continuará
Julio 3 de 2025