Por: Servicios AINI
Ciudad de México, Agosto 2.- Es importante cuidar la dieta de los bebés para conseguir que su desarrollo sea óptimo, al igual que su salud a corto y a mediano plazo. Así, es preciso promover la inclusión de alimentos de calidad en la dieta, con elevada densidad nutricional y con baja participación de los procesados industriales. Aunque estos últimos se presenten en el mercado como las soluciones a la falta de tiempo, cuentan con elevadas concentraciones de sal y de azúcar, dos elementos potencialmente nocivos para el organismo. Sobre todo, en los primeros años de vida y hoy te vamos a contar por qué.
Hay que evitar la sal en la dieta del bebé
El organismo del bebé no nace lo suficientemente maduro como para procesar adecuadamente grandes cantidades de sal añadida. De hecho, durante el primer año de vida, los requerimientos de sodio se cubren perfectamente por medio de la leche materna y de los alimentos naturales. Entonces, no es necesario reforzar su aporte en la pauta y aunque resulte inofensivo, el agregado de sal de mesa a la comida puede provocar un serio desequilibrio hidroelectrolítico en el bebé.
Por otro lado, las bases de la alimentación saludable se asientan durante la infancia y los hábitos beneficiosos se inculcan desde el primer día. Así, si comenzamos a modificar el sabor de los alimentos desde que nuestros hijos son pequeños y acostumbramos su paladar al agregado de sal, condicionaremos la dieta a futuro.
Es importante reducir el consumo de azúcar
Otro detalle importante en la dieta del bebé tiene que ver con la necesidad de limitar la presencia del azúcar. Este elemento resulta claramente perjudicial para la salud, tanto a corto como a mediano plazo.
En el inmediato, el agregado de azúcar a las comidas genera costumbre y además, cierta necesidad de experimentar este sabor una y otra vez. Se ha demostrado que el consumo de dulces genera modificaciones en el sistema de recompensas del cerebro y que este efecto es capaz de alterar la conducta de las personas. Sobre todo, en lo que concierne a la alimentación.
Por otra parte, a largo plazo el consumo excesivo de azúcar puede provocar cambios en el metabolismo de los niños. Y cuando existe cierta predisposición genética y otros hábitos no saludables, como el sedentarismo, aumenta el riesgo de obesidad y de diabetes tipo II, aún en etapas tempranas de la vida.
Desafortunadamente, en el mercado hay una vasta oferta de alimentos infantiles con azúcar añadido en su interior. Incluso, muchas leches de fórmula la incluyen entre sus ingredientes, a pesar de las recomendaciones de los expertos en nutrición infantil.
Por todo lo antedicho, es clave prestarle atención a los etiquetados de los productos y evitar adquirir aquellos que incluyan este elemento. En su lugar, han de predominar los alimentos frescos en la dieta del bebé y reservar las fuentes de carbohidratos de cadena corta (o de sabor dulce) a las frutas. Estos comestibles contienen fibra, elemento que amortigua el impacto de los glúcidos sobre las glucemias y que evita la sobrecarga de trabajo del páncreas.
Los zumos no son una buena opción
A la hora de ofrecer fruta a los bebés, muchos padres optan por preparar zumos. Pero, aunque sean naturales, no resultan la mejor alternativa, pues concentran los azúcares de la fruta y le eliminan la fibra y los fitonutrientes. Así, se pierde una gran cantidad de propiedades beneficiosas de la fruta entera y se limita el consumo a los componentes potencialmente nocivos de la misma, como la glucosa en grandes cantidades.
Entonces, lo mejor es ofrecer la fruta entera o en forma de papillas, para lograr aprovechar todo el alimento y no solo el zumo. A pesar de que el triturado mecánico afecta parcialmente la función de la fibra, esta sigue cumpliendo con su cometido. Por lo tanto, dichos preparados sí resultan adecuados para los bebés.
Las primeras papillas del bebé no se deben azucarar ni salar.
A la hora de optar por un alimento dulce para el bebé, la fruta es la mejor opción. Idealmente, ha de ofrecerse entera o en trozos y si no, en puré o papillas. Pero es clave evitar los zumos, pues concentran el azúcar y eliminan la fibra.
Reduce la presencia de la sal y del azúcar en la dieta de los bebés
Como has podido comprobar, es determinante reducir la presencia de azúcar y de sal en la dieta de los bebés. A partir de los 6 meses de vida, la mayoría de los pequeños comienza con la alimentación complementaria, pero es crucial que se cuiden los hábitos nutricionales desde el primer día. Por ejemplo, priorizar siempre los alimentos frescos y con alta densidad nutricional y evitar aquellos industrializados o los que abundan en “calorías vacías”.
En caso de tener dudas sobre la alimentación del bebé, revisa todos los artículos que hemos preparado para ti en Eres Mamá. Y también, convérsalo con tu pediatra en la próxima consulta.