Por: Isidro Bautista Soriano
Pobre PRI, por las renuncias hechas a su militancia de Miguel Osorio Chong y compañía, y más por Alejandro Moreno “Alito”, quien ha resultado ser su peor dirigente.
Por el contrario, este lunes 3, el ex gobernador Héctor Astudillo Flores demostró ser la pieza clave para unir en una misma mesa a las más importantes cabezas del priísmo de Guerrero, justo cuando el ex secretario de Gobernación, Claudia Ruiz Massieu, Nuvia Mayorga, Eruviel Avila, etcétera, etcétera tiraban la toalla.
A su lado, con motivo de su cumpleaños 65, estuvieron el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer con Héctor Vicario Castrejón, su principal operador político; el senador Manuel Añorve Baños y su esposa, la diputada Julieta Fernández Márquez; Mario Moreno Arcos, ex candidato a la gubernatura; el regidor René Juárez Albarrán, hijo del también ex gobernador René Juárez Cisneros, y Alejandro Bravo Abarca, actual dirigente estatal.
Además, asistieron alcaldes como Gilberto Solano Arriaga y David Gama Pérez, de Tlapa e Iguala, respectivamente, y legisladores locales como Esteban Albarrán Mendoza, ex dirigente estatal del otrora partido aplanadora, Alicia Zamora Villalva, Gabriela Bernal Reséndiz y Rafael Navarrete Quezada.
A la comida, en la que no hubo discursos, acudió el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero y el presidente estatal del PRD, Alberto Catalán Bastida, así como el alcalde de San Marcos, Tomás Hernández Palma, perredista.
Hubo abrazos prolongados sobre todo de Aguirre y Añorve para Astudillo a todas luces, sin importar que el dos veces ex gobernador es el guía moral del PRD, y que el actual coordinador de la fracción priísta del Senado se mantiene en la línea institucional y de afecto personal con “Alito”, con quien el festejado se encuentra abiertamente distanciado, claro por culpa del campechano.
¿Qué lectura puede dársele al hecho de que al convivio llegó Rosario Robles, ex titular de Sedesol? Es la segunda ocasión, hasta donde sabemos, que la ex dirigente nacional del PRD visita en su casa a Astudillo.
Y ¿qué lectura puede dársele también a la conferencia de prensa ofrecida este martes 4 por ella misma en Chilpancingo?
¿Serán casualidades ambos sucesos? Dicen los más experimentados que en política no las hay.
Qué boquete haría Astudillo al PRI si se marchara, y también qué buen oficio político el de Añorve al mantener con él o viceversa una relación políticamente sana.
Ojalá que la idea predominante en Guerrero de que se necesitan unos a otros la tuvieran a nivel nacional, lo que no es posible por la actitud de “Alito” más destructiva que constructiva.
Mire usted cómo se le ocurre decir: “Quienes hoy se van del PRI, lo hacen porque saben que en este partido se acabaron los militantes de primera y de segunda, y se acabó darle espacio a los que chantajean y nunca trabajan por la militancia. El PRI no volverá a ser de quienes sólo buscan el cargo, se sienten intocables y se resguardan tras un escritorio o un teléfono celular sin despeinarse”.
“Nunca trabajan por la militancia”, dijo. Ajá, y ¿él sí? Esto se verá en la lista de candidatos plurinominales. Todo mundo sabe que el cargo de dirigente lo ocupa como amparo judicial.
En vez de haber hecho todo lo posible por evitar la salida de esos actores políticos, como la de cualquier otro, o de lamentar su decisión final de renunciar, le echa más leña al fuego, como si su papel fuera la de terminar de hundir al PRI.
Y esos actores políticos resultaron berrinchudos e ingratos con un partido que les dio todos los cargos. Les valió. Van por su pellejo, como mal señaló “Alito”; mal, porque él no tiene calidad moral para decírselos.