Por: Servicios AINI


Ciudad de México, Julio 29.- La búsqueda de vida en Marte, y la posibilidad de que ésta haya existido en el pasado remoto del planeta, ha tomado un nuevo cariz esta semana luego de que la NASA anunciase que su robot Perseverance -el cual consiguió llegar a la superficie marciana en febrero de 2021- haya encontrado indicios de posibles señales de vida en una roca denominada Cataratas de Cheyava.
Dicha roca, Cheyava Falls, como se le conoce en inglés, fue hallada dentro del cráter Jezero, el cual ya ha sido noticia en otras ocasiones -por ejemplo, en 2022- luego de que Perseverance recolectase en este antiguo lago, en aquel año, algunas muestras de rocas que, si todo sale bien, podrían ser enviadas a la Tierra para su análisis (el alto costo económico de traerlas ha generado un gran debate) ya que los científicos consideran que éstas podrían contener indicios de algún tipo de forma de vida pasada.
Tanto es el interés de la NASA por esta intrigante región marciana que, en un comunicado con fecha del pasado 25 de julio de 2024, la agencia espacial estadounidense ha dicho que “el análisis de los instrumentos a bordo del explorador indica que la roca posee cualidades que encajan con la definición de un posible indicador de vida antigua”. Esto se debe, básicamente, a que “la roca presenta características químicas y estructuras que posiblemente se formaron hace miles de millones de años, cuando la zona que estaba explorando el robot contenía agua corriente”.
Con estas declaraciones, la NASA parece apoyar la hipótesis, basada en evidencias, de que en Marte hubo vida pasada, vida microbiana, pero se mantiene muy cauta con el hecho de declarar de manera contundente que en dicho planeta la hubo.
Tan es así que, en aquel comunicado del 25 de julio, ha mencionado que “el equipo científico está considerando otras posibles explicaciones para las características observadas y se requerirán pasos de investigación futuros para determinar si la vida antigua es una explicación válida”.
Se encienden
las alarmas
Por otra parte, lo que ha encendido todas las alarmas en torno a la posible existencia de vida pasada en Marte, ha sido el análisis de la muestra de roca número 22, la cual fue recolectada hace tan solo unos días, el pasado 21 de julio, mientras Perseverance exploraba el borde norte de una región denominada Neretva Vallis, el cual es un antiguo valle fluvial de unos 400 metros de ancho que fue tallado por el agua que se precipitó hacia el cráter Jezero hace millones de años.
De hecho, Cheyava Falls, que apenas mide 1 metro de longitud, es una roca que ha causado bastante emoción entre los investigadores (la consideran “desconcertante y compleja”) debido a que posee características que hasta ahora no habían podido encontrarse en una roca marciana.
Una de estas características que la hacen única -comparada con otras rocas recabadas con anterioridad- es que no solamente se ha detectado por primera vez en una roca marciana material orgánico, sino que también presenta manchas de colores muy característicos que indican la presencia de reacciones químicas que la vida microbiana, en su momento, pudo haber utilizado como fuente de energía. Además, también existen pruebas contundentes de que el agua, la cual es fundamental para que surja la vida, pasó a través de la roca.
Resulta que esta región pudo haber contenido un lago en el pasado. Y, si la presencia de agua es una condicionante para que exista vida tal y como la conocemos, entonces el cráter, y todo lo que lo circunda, resulta un sitio idóneo para buscarla.
De hecho, la estrategia de la NASA ha consistido en centrarse -para buscar vida microbiana pasada- en rocas que pudieron haberse creado o que pudieron haber sido modificadas hace miles de años, justamente, por la presencia de agua.
Otro dato importante para tomar en cuenta es que, además de materia orgánica, la roca analizada presenta una especie de vetas o “manchas de leopardo”, las cuales contienen cristales de olivino de tamaño milimétrico.
El olivino es un grupo de minerales ígneos, es decir, se forman cuando la lava o el magma se solidifica una vez que se enfría.
Y estos cristales de olivino podrían estar relacionados con rocas que se formaron en el borde del valle del río (más arriba de donde fue encontrada Cheyava Falls) y que pudieron haberse producido por la cristalización del magma.
Por consiguiente, las “manchas de leopardo” pudieron haber surgido debido a que el olivino fue depositado en Cheyava Falls producto de las temperaturas extremadamente altas que seguramente hacían imposible que la vida surgiese. Sin embargo, al parecer, la roca fue enfriándose luego de miles de años, hasta generar la formación de las primeras formas de vida microbiana.
En lo concerniente a qué tipo de análisis químicos podría realizar el robot Perseverance para intentar dar una respuesta al enigma de las “manchas de leopardo”, así como a la posibilidad de vida pasada en Marte, los investigadores de la NASA están convencidos de que dicho robot no logrará otorgar muchas respuestas debido al hecho de que no posee, a bordo, los instrumentos idóneos para lograrlo.
De ahí que sea necesario enviar muestras de roca a la Tierra -donde se analicen en laboratorios con equipos más sofisticados– con la finalidad de llegar a una conclusión que valide (o descarte) el hecho de si en Marte hubo vida (o no) en el pasado.
Aunado a lo anterior, ¿de qué serviría saber que hubo vida pasada o no en Marte?
Seguramente, si es que la hubo, no solamente para comprender mejor la propia historia de nuestro planeta, sino también para conocer por qué en el llamado “planeta rojo” ésta no prosperó y en el nuestro sí.
¿Por qué allá se extinguió si tanto la Tierra como Marte son planetas rocosos que poseen atmósfera? Quizá se deba a que, para que ésta surja y evolucione, es necesario que se cumplan una serie de requisitos que deben coincidir en un mismo espacio y en un mismo tiempo.
Requisitos que, bien a bien, no se sabe del todo si son producto del azar y de lo aleatorio o, por el contrario, si para que surja intervienen otras variables que aún desconocemos. En definitiva, si el surgimiento de la vida es un acontecimiento común en el universo o si, por el contrario, emerge y se desarrolla únicamente en muy contadas ocasiones.
La respuesta a este enigma dependerá, evidentemente, de los avances científicos y tecnológicos del futuro. Pero, también, quizá nunca lo sepamos porque antes nos extinguiremos o por el hecho de que, por su complejidad, nunca lleguemos a comprenderlo.

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