El niño caliente y la niña fría- Don Chimino

Por: J. David Flores Botello

EL NIÑO CALIENTE Y LA NIÑA FRÍA. – Hablar del canal de Panamá, del Tren Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, de sequías e inundaciones, de incendios, de heladas, del huracán Otis y del desabasto de agua, todos, tienen algo en común: El Niño-oscilación del Sur. Este evento de origen climático está relacionado con el calentamiento del Océano Pacífico oriental ecuatorial, frente a las costas de Perú y Ecuador. Se trata de una oscilación cíclica errática, los ciclos pueden variar entre tres y ocho años. La fase cálida de este patrón climático se conoce como El Niño y, la fase de enfriamiento se le denomina La Niña. El Niño produce: estragos en la zona llamada intertropical, lluvias torrenciales por el aumento de la temperatura de los océanos, cambios en los patrones de los vientos, sequías severas, olas de calor e incendios forestales. El fenómeno El Niño que estamos padeciendo fue declarado como tal, el 4 de julio del 2023 por la Organización Meteorológica Mundial y se pronosticó, que los efectos más severos se verían entre noviembre de 2023 y abril de 2024. Otis es un ejemplo, ¿Cuándo se había visto que un huracán evolucionara de intensidad categoría 2 a categoría 5 en menos de 12 horas? El Niño ha afectado a la actividad económica en algunos países, tanto en la agricultura como en la pesca. La actividad del Canal de Panamá ha disminuido debido a la escasez de agua. Esta estratégica vía que une el océano Pacífico con el Mar Caribe tiene 80 km de largo a través de la cual pasa el 6% del comercio marítimo mundial. El canal funciona con agua de lluvia traída desde los lagos artificiales del norte del país, utiliza 200 millones de litros de agua dulce por cada barco que pasa a través de este. Debido a la escasez de agua por la sequía, en la actualidad, solo pasan 24 barcos diarios de los 40 que pasaban antes. El tren del Istmo de Tehuantepec que va de Salina Cruz, Oaxaca, a Coatzacoalcos, Veracruz, tiene 309 km de vía férrea, tramo que se recorre en 7 horas. Funciona como tren de carga y de pasajeros. El tren de carga traslada los contenedores de los barcos desde Salina Cruz a Coatzacoalcos, donde, los carros con su carga pasan a otros barcos gigantes llamados ferrobuques, capaces de transportar 135 carros de ferrocarril, equivalentes a dos trenes completos, los cuales son llevados a la costa este de Estados Unidos. Utilizar esta vía reduce 10 días el traslado de barcos y contenedores desde el océano Pacífico al Atlántico con lo cual hay un ahorro importante de tiempo y dinero. Hacerlo a través del canal de Panamá implica muchos días de espera, tanto por la gran demanda como por la disminución del tránsito debido a la escasez de agua. Nuestra ciudad de Iguala se abastece con agua de la presa de Tepecoacuilco y de la extraída de pozos profundos. Actualmente, por la pobre precipitación pluvial, la presa se encuentra a la tercera parte de su capacidad y, debido a ello, es muy probable que a fines de abril (quizá antes) estemos padeciendo la falta de agua potable con todo lo que ello significa, tanto por la necesidad del vital líquido para beber como para los usos domésticos. Quienes más lo padecerán serán los habitantes de las colonias y comunidades alejadas del centro de la ciudad, casi siempre los más pobres. Eso sí, los repartidores de agua en pipas y las purificadoras harán su agosto, pues debido a la gran demanda, encarecerán el vital líquido y multiplicarán sus ganancias. Se dice que nuestro municipio cuenta con una gran reserva de agua en sus mantos freáticos, pero nadie lo asegura ni contamos con suficientes pozos conectados a la red de CAPAMI, lo que sí se sabe, es que existen cientos de pozos clandestinos y gente que, no solo usa el agua de la presa, sino que hacen jugosos negocios con el agua de la laguna de Tuxpan, la cual también tiene niveles hídricos bajos. A este El Niño, travieso y caliente, por fortuna, solo le falta poco más de un trimestre (febrero-marzo-abril) y se espera que, para mayo, regresemos a un clima más benévolo para nuestro país y el mundo. ¿Cuándo regresará otro El Niño? ¿Qué tan “traviesa” será La Niña próxima?

DON CHIMINO. – Apenas, no tarda, mi Chisquistrisquis andaba medio celosa y adisgusta. Pasa que, ora que juimos a Acapulco a pasar Año Nuevo con las tías de mi Puchunga, conocimos a un señor, más o menos de mi edá que les ayuda a las tías en los quihaceres de su casa. Es chaparrón, moreno, chato, labios gruesos, pelo chinito, mamado, fortachón pues. Con voz chillona y acento costeño. Le dicen el Chabacano y asina le gusta que le digan. Un día mi Púchun lo llamó, le dijo “don Chaba” y lueguito le contestó que mejor le dijiera completo su nombre, que él era muy macho y que chavas se les dice a las chamacas. Mi vieja se disculpó porque pensó que se llamaba Salvador Cano y que le decían Chava Cano, y no pues, es don Chabacano. Dijo que a principios de los ochentas los bajaron a más de diez mil gentes que vivían en las partes altas de Acapulco, quesque porque daban mal aspecto y afeptaba el turismo, que a la juerza los corrió el gobierno por órdenes de Rubén Figueroa al que le mentaban “el Trigre de Huizuco”. Los jueron a aventar a El Valle de la Sabana onde áhi viven dende entonces y que ora le llaman Renacimiento. Nosotros, yo y mi Púchun nos regresamos a nuestro cantón el martes 2 de enero. Hasta áhi todo bien, pero, el jueves 4, le habló a mi vieja una de sus tías, que si por favor le dábamos chance al Chabacano de quedarse a dormir unos días porque a su esposa le iban a hacer una operación y en Acapulco no había cupo en el hospital. Yo le hacía señas que le dijiera que no, pero no me hizo caso, asina que áhi lo tuvimos dende el viernes hasta el lunes siguiente que la dieron de alta a la señora. El sábado lo invitamos al pozole y nos echamos unas cheves y unos mezquites, al principio taba calladito, medio mustio, pero a la tercera Vaquita Parida, o sea una cheve y un mezquite por cada vaquita, se soltó diciendo, dispénsenmen que lo escriba tal cual nos lo contó:

– “Yo le doy gracia a Diosito y a la Virgen María que no no cargó la chingada con el pinchi Otis. El puto viento soplaba poca madre, arrancó el techo de la casa, se llevó la puerta, la ventana, lo colchone con las sábana, la ropa, la tele, el refri, la estufa, todo. No tiramo bocabajo en el piso del baño porque sentíamo que no arrastraba, era el único lugar onde tenemo techo de loza que lo pusimo pa´que aguantara el tinaco que también se jue a la verg. Al mismo tiempo cayó un agual súper cabrón, las calles se hicieron ríos en uno cuanto minuto y arrastraron todo. No tuvimo que poner mi vieja y yo, agachado, agarrándono la rodilla, haciéndono bolita porque el agua subió como ochenta centímetro. ¡Me cái de madre que sentí que no cargaba la chingada! Pa´acabarla de chingar, una pinchi ramonzota de un árbol de la calle cayó encima de mi camioneta y me la desmadró todita, bien que la centró pue. Onde que áhi tenía yo mi bomba, la manguera y todo mi equipo pa´limpiar alberca que es de lo que más vivo y también se los cargó la verg.

– ¡Híjoles! Cuando lo oyí decir esas peladeces casi le digo que le bajara no nomás al volumen sino a las groserías por respeto a mi Púchun, pero mejor pedí la cuenta y me lo llevé de regreso a mi cantón. Se quedó en el cuarto de visitas a onde duerme mi Chisquistrisquis, que no le pareció que la sacara de áhi, hasta le echaba sus gruñidos. Me subí al tal Chabacano a la azotea y le invité unas cheves. Ya tando áhi, sin mi vieja, le pregunté sobre la ayuda que les ha dado el gobierno y, dispénsenmen de nuez sus groserías, me dijo:

– “Amigo, me dieron ocho mil peso pa asear la casa y me los chingué en tragazón, tenía yo una puta hambre y sin nada que tragar. Pobre de mi vieja, sufrió harto, se me puso más flaca, como que se secó. Yo creo que a raíz de eso le perjudicó más su visícula…

– ¡Chánfles! Or sí me rete colgué, áhi nos pa l´otra, graciotas.

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