FIEBRE Y SUERO ORAL-DON CHIMINO
Por: J. David Flores Botello
FIEBRE Y SUERO ORAL. – El tratamiento de la diarrea a través del uso del suero oral, conocido como terapia de rehidratación oral, ha sido considerado como el mayor avance médico del siglo XX. La UNICEF aseguró que “ningún otro tratamiento ha tenido el potencial de impedir tantas muertes en tan poco tiempo y a tan bajo costo”. Se trata de una solución con una combinación exacta de azúcar, sales (electrolitos) y agua. El compuesto fue creado por el médico estadounidense de origen austriaco Norbert Hirschhorn en 1964. El suero oral permite mantener hidratado a un paciente que tiene diarrea, vómito o fiebre. Las partes proporcionales entre azúcares, agua y sales debe ser exacto. Si se excede o es insuficiente alguno de los tres componentes, el resultado puede ser contraproducente. Por eso no es conveniente dar a un niño con diarrea lo que algunos llaman suero casero, usando agua, sal y azúcar al tanteo, sin las cantidades exactas de cada uno. No se recomienda dar a un niño con diarrea tés, agua, líquidos dulces o las llamadas bebidas deportivas como el Gatorade. El Vida Suero Oral contiene la fórmula estandarizada y funciona muy bien al igual que el pedialyte sr60 tanto para los niños que tienen diarrea y vómito como para los niños que tienen fiebre por alguna infección. Hay algunos padres que aún no han entendido la importancia de darle suero oral a su niño que tiene diarrea o fiebre. Algunos aducen que no se lo dan porque no le gusta al niño, no se lo toma y prefieren darle otros líquidos, lo cual, pueden comprometer la salud de sus hijos. Los padres deben conocer la importancia del suero oral que ha salvado a millones de niños de morir por deshidratación. Si a un niño con fiebre se le da suficiente cantidad de suero oral que permita que orine con frecuencia, es probable que se recupere más rápido que aquél que no lo toma. Algunas enfermedades que se acompañan de fiebre elevada mejoran pronto si se mantiene una adecuada hidratación con el suero oral. Un niño deshidratado puede recuperarse en unas 4 horas usando vida suero oral, sin necesidad de ponerle suero en la vena. Si su niño tiene fiebre, no se preocupe en querer quitársela a base de calmantes para la fiebre, mejor ocúpese de darle suero oral, suficiente cantidad para que orine con frecuencia. Un niño con dengue que toma suero oral presenta menos complicaciones. Algunas mamás nos preguntan que cómo le dan el suero oral, la respuesta es: con paciencia, con gotero, con jeringa, con vaso, taza, a cucharadas, como sea, pero que se lo tome.
DON CHIMINO. – Ta bien que haiga sido un fin de semana largo ese del pasado Puente de la Revolución Mexicana. Yo me pregunto ¿cómo pueden pasar tantas cosas en tan poco tiempo? Pero asina mero jue. Beto nos dijo que Robert, hijo de Juanita, supo por boca de ella que le mintió al decirle que su padre taba en el otro mundo. No era asina, sino que, su papá sí vivía y que era Beto. Nadien nos lo imaginábamos ni en sueños. Pero era la realidá. Juanita tuvo que romper su promesa cuando leyó el resultado de un estudio de Beto de que tenía cáncer mortal de próstata. Pensó que, si ya se iba a morir su padre, Robert tenía derecho de saberlo. Pero nones, no era ese el resultado de Beto. Cuando Juanita supo del verdadero reporte, que el cáncer no era tan grave, ya no pudo echarse pa´ trás, ya le ´bía confesado la verdad a su hijo y quedaron de verse en Navidá. Después de oyir todo lo que Beto dijo, Norma, que taba casi paralizada en su silla, le dio tres tragos cortitos a su copa, como aclarándose el gañote, la dejó sobre la mesa, se paró, y se dirigió hacia su marido que la miraba con ojos de borrego flaco, sin quitar su vista de la de ella. Al llegar hasta Beto, se tomaron de las manos sin dejarse de mirar a los ojos, como si se tuvieran leyendo sus celebros. Alberto, que ´bía estado pendiente de las reacciones de su mamá, se jue hasta onde taban sus padres y, cuando estuvieron juntos, los tres se abrazaron, bien apretado el abrazo, silenciosos, sin saber ni qué decir. Nosotros, callados, los mirábamos y nos mirábamos unos a otros. Había caras compungidas, de sorpresa, de espeptación. No sé cuántos segundos pasaron, cuando de pronto, los tres comenzaron a sollozar, luego a chillar. A todos se nos regó una que otra de San Pedro. Solo que, lo que parecía un llanto de lamento, se jue convirtiendo en no de dolor ni de tristeza, sino de risa, y sí, los tres lloraban de risa, como loquitos. Nosotros, tambor nos carcajiamos viéndonos unos a otros. Alberto, jue por su esposa Olivia, la llevó junto con ellos y se abrazaron los cuatro con alegría desparramada. Jue entonces que Norma pidió el micrófono. Tan pronto lo tuvo en sus manos dijo:
–Antes de morir mi padre, lo fue a visitar un joven siete años mayor que yo. Se presentó como su hijo, le dijo que no buscaba herencia, sólo quería conocerlo. Hasta ese día pensé que era hija única, pero no. Tenía un hermano. Ambos forjamos una gran amistad, una confianza y un cariño que solo se da entre hermanos, y claro, también con algunos amigos que llegan a ser como nuestros hermanos. Hoy, después de lo que nos acaba de revelar mi marido, quiero repetir las palabras que dijo mi mamá cuando supo lo de mi hermano: “lo que no es en tu año, no te hace daño” y así yo lo asumo. Conozco a Beto, sé que él no sabía nada, sé que es de buen corazón y sabrá asumir esa paternidad. Y tú, ¿qué opinas Alberto?
–Norma, le dio el micrófono a su hijo que, lo tomó con una mano, pasando su otro brazo por encima del hombro de Olivia. Muy sonriente y con voz alegre y clara dijo:
–Hoy, me siento bendecido por Dios. Él está bendiciendo a nuestra familia. Saber que los problemas de mis padres, si bien son delicados, no son gravedad, que con Su ayuda saldrán adelante, que dentro de siete meses seremos padres de gemelitos niña y niño, que, este día del cumpleaños de mi madre, también lo sea de Robert, un hermano mío que siempre desee y que hoy aparece como un milagro, ¿cómo no ser feliz?
–En ese momento, todos se pusieron de pie y empezaron a aplaudir, tanto los invitados a la fiesta sospresa hasta las gentes que ´bían ido a comer y que no perdieron detalle de todo lo que áhi contaron Norma y Beto. Hubo gritos de ¡braaavooo!
–Beto, garró por la cintura a Norma, ella le pasó los brazos por detrás de su cabeza y se dieron un beso largo y cachondo mientras seguían los aplausos, chiflidos y gritos de alegría. Feliz por la respuesta de su familia, a grito pelado, Beto les dijo a los meseros que les sirviera una copa a sus invitados y a quienes ´bían estado atentos a todo. Tonces, que grito: ¡una porra a la cumpleañeraaaa! Y que me arranco, ¡Triquititriquiii! ¡Raaaa! ¡Triquititriquiiii! ¡Raaaa! ¡A la bio, a la bao, a la bim bom ba! ¡Norma, Norma, ra, ra, ¡raaaaaa! Y la fiesta siguió, ora con más alegría. En eso, arriendé a ver a la señora de las tortillas, me hacía señas y me enseñaba una tortilla recién acababita de sacar del comal. Ni tardo ni perezoso jui, me dio dos tortillas en un chiquigüite, pasé a onde despachaban caldo de cuatete y pedí otro. Cuando llegué a la mesa, mi Puchunga me dijo que gracias y se los quedó. Tuve que ir por otro caldito y más tortillas.
Ya comenzaba a pardiar cuando nos despedimos todos de todos, abrazos y besos, promesa de vernos el siguiente año pa´ celebrar de nuez su cumple de norma, que quizás sería en Monterrey. Alberto les ofreció a sus padres llevarlos de regreso al hotel de Iguala onde tenían sus maletas, pero, Norma y Beto decidieron regresar igual que como llegaron, en mi Forcito, que se portó re bien. Beto, ya no quiso irse conmigo de copiloto, se jue atrás con su mujer y mi Púchun conmigo. Yo no sé si la magia de la alegría o el efepto del mentado rompe catres pero, miré por el retrovisor, que Norma y Beto iban garraditos de la mano, tantito se abrazaban y tantito se daban un beso. Cuando llegamos a Amacuzá ya iban dormidos, ella con la cabeza sobre su hombro de él. Mi vieja, de vez en cuando, ponía su mano sobre mi pierna y me acariciaba, como cuando recién casados. Ya ´bía escurecido cuando llegamos a Iguala. Los llevamos al hotel, nos despedimos y nos juimos derechito a nuestro cantón, no pasamos por la Chisquistrisquis, que ´bíamos dejado encargada, porque luego se pone muy intensa cuando yo y mi Puchunga echamos pasión y, esa noche, apenas metimos el coche y cerramos el zaguán, nos abrazamos, nos besamos, nos juimos a nuestro cuarto. Ella me quitó mi ropa, yo la suya, nos metimos al baño y, con agua calientita, suavemente, me enjabonó y yo a ella. Tábamos tan giritos, que ni terminamos de secarnos l´agua de nuestros cuerpos. Nos tiramos en nuestro kinsais y nos dimos unas buenas revolcadas. Jue una noche como pocas. Hubo hasta mañanero. Hasta entonces entendí por qué eligieron darnos cuatete de la laguna de Tres Palos. Y, sacarrácatelas, or sí me la crolongué cabrón, asina que áhi nos pa l´otra, graciotas.