Temporada de bronquiolitis – Don Chimino

Por: J. David Flores Botello

TEMPORADA DE BRONQUIOLITIS.- Si bien se dice que en México la temporada de bronquiolitis inicia cuando llega el frío, es decir, a partir de noviembre y persiste hasta marzo del siguiente año. A nosotros nos consta que desde fines de septiembre, por lo menos aquí en Iguala, aparecen los primeros casos. Los bronquiolos son pequeños conductos que llevan el aire de los bronquios a los pulmones. La bronquiolitis consta de tres elementos: inflamación, espasmo y abundantes secreciones o flemas. La mayoría de los casos de bronquiolitis son ocasionados por el virus sincicial respiratorio que se transmite de persona a persona o a través de objetos contaminados con dicho virus. Los niños que más se ven afectados son los menores de 6 meses, aquellos que no son amamantados al seno materno o bebés prematuros. La enfermedad inicia como si fuera un catarro común y a los dos o tres días inician con sibilancias, incremento de la tos la cual se presenta más por la noche, en la madrugada o cuando el niño se agita o corre. Algunos niños pueden presentar dificultad respiratoria y es por eso que, por dicho motivo muchos son hospitalizados. Si en la bronquiolitis hay inflamación, espasmo y muchas flemas, lo que tenemos que usar de tratamiento es precisamente un esteroide como desinflamatorio, un broncodilatador y favorecer la expulsión de las flemas o secreciones a través de la misma tos. A veces, no siempre, se usan antibióticos pero, en la mayoría de los casos no son necesarios por tratarse de un virus. Algunos niños pueden mostrar oximetrías menores de 92 lo cual no solo alarma a los padres sino también a algunos médicos. Hay niños que son hospitalizados, los nebulizan, les colocan oxígeno y algunos son canalizados para aplicación de soluciones por vena. Nosotros tenemos muchos años de que no nebulizamos a ningún paciente, se pierde el tiempo, es mayor el gasto y menos efectivo el tratamiento al empleado por la vía oral, es decir, con medicamentos tomados. La clave es saberlos dosificar. Los medicamentos broncodilatadores, si se excede en la dosis, puede haber temblores musculares y taquicardia. Si la dosis es menor a la necesaria, no habrá resultado en el corto plazo. Algunas veces se usan calmantes para la tos, pero ya platicamos al respecto: la tos no es enfermedad sino consecuencia, en este caso, de la acumulación de flemas dentro de los bronquiolos y con la tos, se intenta expulsarlas. Como aún no hay una vacuna disponible para ser usada públicamente o se manera masiva, lo más importante es la prevención, evitar contagiar a los bebés. Si alguien tiene tos, debe usar cubrebocas para evitar contagiar a otros, sobre todo a los bebés. .

DON CHIMINO.- ¡Aráchole! Vaya que aquél jue un fin de semana largo. Tan largo que ya pasó rete harto tiempo dende que se los comencé a paticar y agu no termino, pero es que jue de sospresa en sospresa todo lo que vivimos en ese puente de la Revolución Mexicana del año pasado. Yo me llevaba pero poco con el Heriberto, la mera amistá era con Norma, su vieja dél que es más amiga que prima con mi Puchunga. Ese fin de semana nos hicimos muy amigos pos convivimos y conbebimos bien y bonito, nos agarramos confianza y nos cayimos bien porque se sinceró conmigo y yo con él, todo lo que le pasó en tan poco tiempo hizo que el Beto que llegó el viernes, ese domingo por la tarde, ya era otro. Ya hasta se me hace raro oyir su nombre completo, es más mejor y más fácil decirle Beto. Y sí, la mera verdá tuvo una trasformación: de tar pensativo, ñervioso, como lobo enjaulado desesperado, de pronto ya se le miraba relajado, de tar jorobado mochiludo, ora se le miraba derechito, su mirada antes media perdida, ora se le miraban ojos con harto brillo, los pasiaja por los ojos de nosotros sus invitados, por las de algunas de las gentes que ya nos rodiaban escuchando su relato, pero sobre todo, posaba sus ojos sobre los de Norma que, angustiada abrazaba a su hijo Alberto que se paró a apoyarla cuando ella casi da el azotón por la sospresa. Beto les ´bía soltado el ramalazo de que tenía cáncer de próstata, que asegún el reporte que le entregó Juanita, era cáncer terminal, de ese que ya no tiene cura y que nomás era cosa de contar los días antes de que chupara faros. Y asina lo interpretaron los invitados a la fiesta sospresa y la mayoría de las gentes que a través de las bocinas lo oyeron pos se hizo un silencio, ya no se oyía la algarabía, el bullicio ni el sonido de platos y de los cubiertos como se oyía antes de que él agarrara el micrófono, Beto, al darse cuenta del silencio y de que a todos los tenía muy atentos a lo que él decía, siguió paticándonos:

–¿Se imaginan? Después de estar con la congoja, con la incertidumbre y el dolor por su cáncer de mi querida esposa, en menos de 15 días, ahora era yo el que tenía cáncer y, de acuerdo con ese reporte de patología, mi futuro no era gris, sino negro. Yo no tengo grandes molestias como dicen que tienen los que padecen de cáncer de próstata. Aun así, no me arredré, no me acobardé, pero sí decidí no decirle nada para no preocupar a nuestra cumpleañera de hoy. Mi amigo Juan Salvador, con el que hice algunos viajes de Monterrey a Laredo, tiene cáncer de próstata avanzado con metástasis a pulmones y se está atendiendo en una clínica especializada en cáncer en Laredo, ahí, están haciendo ensayos clínicos con tratamientos experimentales muy avanzados con microchips, terapia inmunológica, genética y con células madre. Él tiene 55 años, lleva tres divorcios y está casado con una chica de 27 años. Me dijo que en seis meses de tratamiento ha mejorado muchísimo y que el asunto le sigue funcionando muy bien porque le habían dicho que le quitarían la próstata, le darían radio y quimioterapia, hormonas y no sé qué tanto le harían pero que ya no podría satisfacer a su joven esposa. Me ofreció recomendarme con los médicos que lo atienden para que ahí me traten también a mí y acepté, le diría a Norma que visitaría Laredo para tratar de rescatar nuestra empacadora que una mala y aprovechada persona, con argucias y trampas se quería quedar con ella. Con ese pretexto me iría a atender ahí, pero, sí, hay otro pero.

–Beto, le hizo señas a un mesero que se acercó de volada hasta onde taba él, le entregó el micrófono y siguió diciendo con voz fuerte pero tranquila y pausadamente:

–Ya no acabé de hablar con Juan Salvador porque se terminó la pila de mi teléfono. Lo que me acababa de decir me dio tranquilidad. Decidí solo decírselo a Chimino y a Pedro quienes me juraron guardar el secreto. Me resigné, tomé mi problema con el ejemplo que nos dio Norma al platicarnos de su cáncer y de cómo lo enfrentaría con estoicismo, entereza y fe en Dios. Así le haría yo. Ya estaba yo resignado, les decía, pero, nuestro amigo el guía, me fue a decir que a Chimino le urgía hablar conmigo, que me estaba esperando en el baño del personal del restaurante, fui a verlo, me dijo que Juanita me andaba buscando para decirme que había un error en el reporte, que no correspondía a mi estudio sino al de otro señor que ese sí, tiene su cáncer muy avanzado y el mío es de mucho mejor pronóstico. Un ayudante novato, membretó las muestras con nombres cambiados y de ahí la pifia o errorzote. Considerando lo anterior, que no es tan grave mi problema, decidí decírselo a mi esposa y a todos ustedes, es más, si Norma lo decide, podemos ir ambos a atendernos al hospital de cancerología en Laredo, Texas. Peeeeroo, sí, hay otro pero. Algunos de ustedes, incluso Norma, saben o supieron que Juanita y yo salimos algunas veces como amigos, hasta que un día, desapareció de mi vida, se fue de Cuernavaca, supe que tuvo un problema con su papá y se fue de la casa, la perdí de vista, ni me buscó ni la busqué, hasta ahora que, por coincidencia está de administradora en el Centro de Imágenes a donde me hicieron los estudios. Cuando me entregó el primer reporte se notó que había llorado. Desde que establecimos contacto para que me entregara los resultados aprovechando que estaríamos aquí, noté su voz apagada, nerviosa, desde ahí empecé a sospechar que algo andaba mal.

– En eso, se oyó un grito que venía de las gentes que taban alrededor de nosotros:

– ¡Nooo se oyeee! ¡Mejor con el micrófonooo! ¿¡Puede repetir lo último que dijooo!?


– Y… híjoles, ¡otra vez ya me colgué! Áhi nos pa l´otra, graciotas.

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